El transcurso de la cena fue lento con el silencio rayando en lo incómodo para ambos sin que quisieran admitirlo, al final terminaron de comer, ambos dejaron los platos en el fregadero y la castaña se encargó de lavarlos y acomodarlos en lo que Loki se encontraba sentado en el sillón buscando algo en la televisión para ver, sin encontrar absolutamente nada interesante, bufó apagando el aparato y recargándose de lleno en el respaldo del sofá con la mirada en el techo, preguntándose qué diablos estaba haciendo y por qué no podía hacer magia, sus pensamientos se vieron interrumpidos con la suave y tranquila voz de la mortal, dirigió su mirada hasta ella notando que de su morral sacaba unos libros y libretas.
― ¿Tienes sueño? ―
― ¿Dónde dormiré? ―fue su contestación carente de sentimientos
―Tengo una habitación extra―dejó las cosas que traía en manos en la mesa, comenzó a caminar en dirección a las escaleras e hizo un ademán con su mano―vamos, sígueme―
No se dignó a contestar y se levantó del cómodo sofá para seguirla escaleras arriba, el cuarto del que ella hablaba estaba del lado contrario al de su habitación, le abrió la puerta para que pasara y le indicó todos los lugares que debía conocer, un armario, una mesita de noche al lado de su cama, un lugar donde guardar los zapatos, un mueble más donde habían algunas cosas para arreglarse el cabello (gel, un peine, etc.), todo el mobiliario estaba hecho de caoba, la cama era simple e individual, por lo que era sumamente pequeña comparada a la que solía tener en su castillo, pero no se quejó ni nada pues no estaba de humor como para pelearse con esa tonta mortal.
―Solo hay un baño y es el que está a lado de mi cuarto, hay ropa y zapatos en el armario y en los cajones está la ropa interior…―guardó silencio algunos segundos en los que el pelinegro quiso abrir la boca para replicar algo pero ella lo calló rápidamente volviendo a hablar―es nueva, la compré hace rato… lo cual no sé por qué razón lo hice―murmuró mirando la ventana de la habitación
―Está bien―dijo simplemente encogiéndose de hombros
―Estaré abajo por si tienes alguna duda―se dio media vuelta dispuesta a irse
―Sólo una pregunta―ella se detuvo virando el rostro para mirarlo, esperando, él carraspeó― ¿Por qué tienes está habitación, tan bien equipada y todo? ―la observó volver su cabeza mirando al pasillo, sin saberlo los ojos de la menor se tornaron vidriosos
―Son de un amigo―fue su escueta respuesta, en un tono acongojado que trató de disimular pero el ojiverde notó muy bien
No hubo más después de eso, cerró la puerta tras de sí ahogando un gemido de dolor mientras cerraba sus ojos tratando de no soltar en llanto, caminó con cuidado por las escaleras agarrándose de las paredes, deteniéndose antes de llegar a las escaleras para agarra fuerzas, cuando estuvo mejor asintió con la cabeza mirando al techo sonriendo con tristeza, siguió su camino escaleras abajo, haciendo sus deberes de la universidad, tardando varias horas en ello.
Loki por su parte no podía conciliar el sueño aún, intentaba por todos los medios hacer un poco de magia sin tener resultado, lo cual le frustraba demasiado ya que odiaba estar ahí, en esa patética tierra llena de mortales, se dijo a sí mismo que en la mañana saldría a observar más a esos insulsos seres para que cuando recuperara su magia lograra destruirlos, como venganza contra su estúpido hermano, escuchó pasos subiendo las escaleras, apagó las luces (que previamente había averiguado como realizar tal acción y se apegó a la puerta para escuchar con mayor detalle, logrando captar con su desarrollado oído un “Buenas noches”, cosa extraña para cualquier persona, pero no le dio importancia así que fue a su cama para dormir (menos incómodo que el sillón), cayendo rendido después de varios segundos.
Así pasaron los días, al quinto día Loki pudo hacer aparecer en su mano una pequeña llama verdosa, cosa con la cual se sentía muy orgulloso, después de pasar tanto tiempo sin su muy apreciada magia, la rutina con la mortal era la misma desde el día en que despertó en ese sitio desagradable; sin saber muy bien el porqué, se había dignado a limpiar la casa, había averiguado donde guardaba los utensilios de limpieza y como pudo hizo lo propio, la tal Annie no había tenido el tiempo suficiente en toda esa semana para hacerlo y sentía una extraña sensación que le dictaba hacerlo como agradecimiento, sin duda nunca se lo diría abiertamente.
Cuando hubo terminado, dejó las cosas donde las había encontrado, a decir verdad, la pequeña vivienda no estaba demasiado sucia, tenía solo polvo, dejando eso de lado, en vez de sentarse en el sillón de la improvisada sala, una increíble curiosidad le llenó por completo, ya había investigado toda la sala y su propia habitación a fondo, lo único que le faltaba por conocer eran los aposentos de la mortal, si bien sabía de sobra que estaba mal hacerlo pues su madre le había inculcado valores que aunque parecieran nulos, los tenía, estaba mal entrar a las habitaciones ajenas.
Solo una vez había entrado a la de su hermano, negando con la cabeza se corrigió a sí mismo, ese no era su hermano, solo era un asgardiano más, en fin, mientras pensaba en lo que su hermosa madre, la Reina Frigga le había enseñado ya había llegado al cuarto donde descansaba la menor, mirando la puerta atentamente giró la perilla con su mano sin tener éxito de poder abrirla, estaba con llave, pero no se daría por vencido, todo lo que rodeaba a esa mujer era muy extraño y enigmático, no podía irse sin intentar un hechizo para abrir la puerta y lo hizo.