Esa mañana del quinto día (desde que había traído consigo al pelinegro) había despertado agitada y con los ojos llorosos, mirando el reloj de su celular que marcaban las cinco de la mañana, había tenido otra pesadilla con respecto al fatídico día, se dio cuenta entonces cuando prendió la lámpara de noche y fijó su vista en el calendario, que faltaba menos de tres semanas para la fecha más triste del año para ella, se mordió los labios y se permitió llorar en silencio con un montón de recuerdos en su cabeza que laceraban su corazón lastimado y reabrían las heridas que simplemente no lograba curar, temía que nunca pudiese hacerlo.
Abrió el cajón dejando la llave que siempre traía colgada en el cuello en el calendario, al ser del tipo que se recargan, lo dejó debajo de este, sacó de entre todos los papeles una fotografía que atesoraba con la vida misma, sabía que recordar le hacía daño pero no le importaba, después de todo, la muerte de su amado, había sido culpa suya, se mordió los labios por segunda ocasión y suspiró cerrando los ojos, recostándose en la cama con el cuadro pegado al pecho abrazándolo con todas sus fuerzas mientras miraba el techo con la mirada ida.
Tardó una hora en calmar sus emociones y al final dejó el cuadro dentro del cajón una vez más, guardando de esta forma su dolor, su felicidad, su agonía y su amor dentro del pequeño compartimiento; secó sus lágrimas y se puso de pie para cambiarse, dándose una ducha rápida pues "Cuernitos" como solía decirle estaría de gruñón exigiendo su alimento, bajó y el mencionado ya se encontraba sentado, cosa curiosa pero no le dio importancia, le saludó obteniendo solo silencio, hizo de desayunar unos huevos estrellados, para el únicamente, y después se marchó despidiéndose como era costumbre.
Se había ido mucho más temprano que de costumbre, apenas eran las 6:25am, necesitaba estar sola, vagar un rato en la ciudad que comenzaba a despertar, los rayos de Sol apenas se vislumbraban en el horizonte, entre los altos edificios, se sentía más relajada, el frio viento matutino que mecía sus cabellos con gracia ayudaba mucho, caminaba con tranquilidad entre las calles, acomodando de vez en vez su morral en el hombro, todo parecía tan tranquilo hasta que lo vio, corrió prácticamente hasta él, estaba metido en una calle muy poco transitada recargado en la cajuela de un auto negro que se veía bastante caro.
―Demonios Black, ¿Qué mierda haces aquí? Te he dicho cientos de veces que no te aparezcas por este rumbo―gruñó claramente molesta
―Últimamente no te he visto salir mucho de casa, ¿Por qué? ―cuestionó divertido, se trataba de un hombre de traje negro, camisa blanca y corbata azul marino, con un sombrero en forma de hongo café oscuro con una franja beige alrededor, su rostro era de facciones varoniles y atractivas
―Mierda, ¿sigues espiándome? No es algo que te importe, pero para que dejes de fastidiar he estado ocupada con proyectos de la universidad―no era del todo mentira, no podía decirle que tenía a alguien hospedado en su hogar
―Debo mantener a todos mis hombres vigilados, eso lo explica todo, bien, quería sorprenderte, además tengo trabajo para ti... sé que te gustará―respondió causalmente sonriendo de medio lado sin borrar su expresión divertida
―Habla de una vez, se me hace tarde―miró al cielo notando que la luz del sol se intensificaba
―Sube, te llevaré―más que una invitación sonaba a una orden que ella tuvo que obedecer a regañadientes, le abrió la puerta trasera del auto
―Quiero que me dejes tres cuadras antes de llegar a la universidad―dijo tratando de estar calmada, subiendo al auto, poco después el mayor también entró cerrando la puerta
―Ya sabes Leo―ordenó a su chofer que acató sin responder―este es un trabajo especial para mi, hay un hombre que me está siendo una piedra en el zapato...―el hombre que manejaba le pasó a la menor un folder con varias hojas que empezó a revisar―intenta rivalizar con mi humilde negocio y no lo puedo permitir―
―No parece mala persona, Black...―hojeó, lo que leía no parecía relacionado con negocios ilícitos como el suyo
―Leo...―una vez más le pasó otro folder―y sé que te interesará más por esto―le mostró una hoja en específico que hizo a la castaña pasar del pálido al rojo intenso, del desconcierto a la ira, sus ojos desbordaban lágrimas que había estado evitando derramar―así es, hermosa... Él lo mató, aquí están las pruebas, nos estaríamos haciendo un favor mutuo―
―Bastardo hijo de puta...―masculló apretando los dientes para evitar jadear de dolor―necesito armas, dame todo...―
―Sabía que lo harías... y también sabes que te daré todo lo que necesites... el hombre está fuera de la ciudad y sé que no puedo mandarte tras él pero volverá en una semana, tendrás tiempo para estudiarlo, no quiero fallas―advirtió limpiando las lágrimas de la ojiazul―no llores preciosa, tendrás tu venganza...―
―Jamás tengo fallas―viró el rostro evitando el contacto, iracunda