Más que una simple humana

Capítulo VIII

Pasaron unos minutos en los que se cambiaba, poniéndose ropa más reservada, de color oscuro para pasar desapercibida en la noche; bajó trotando las escaleras casual, encontrándose con el pelinegro acostado en el sillón jugando con una pelota de espuma que no recordaba haber comprado.

―Hu... Annie... Tengo hambre―dijo calmadamente observándola de reojo, la notaba más seria de lo normal

―Eso... Hay salchichas por aquí... y huevo... ¡Qué suerte! ―revisaba la nevera sacando lo dicho y llevándolo a la mesa cerrando con el pie la puerta

― ¿Sólo eso? Mi apetito no se llenará con esos burdos alimentos―se quejó mirándola ahora completamente

―Tampoco el mío pero es lo único que tengo y no tengo dinero por el momento―picando las salchichas, sin mirarlo

― "Está actuando extraña... quizá... no, sino ya estaría hecha una furia" ―pensó entrecerrando los ojos

―Por cierto, saldré en la noche, no me esperes para dormir, cariño―expresó con gracia

―Sabes que no iba a hacerlo ¿cierto? Y no me digas cariño ―alzó una ceja

―Lo sé, me gusta bromear―se encogió de hombros

No se dirigieron la palabra después de eso, el pelinegro seguía jugando con la pelota de hule, la improvisada cena tardó poco en estar lista, comieron juntos, Annie leyendo las hojas del folder que le dio su "querido" jefe, debía planear las cosas bien para obtener su venganza, aún tenía tiempo, terminaron, lavó los trastes, Loki no parecía darle importancia cosa que agradecía infinitamente, terminó sus deberes a la diez de la noche y subió por algunas cosas dejando el folder semi abierto en la mesa.

Una nueva curiosidad incontrolable emergió en él y sin poder evitarlo hojeó un poco, el nombre de Alexander Kurkov sobresalía en cada hoja de una u otra forma, se le hizo extraño pero antes de poder seguir investigando, la mortal bajó con una chaqueta de cuero negro, volvió a alzar una ceja.

―Demasiado negro para ti, ¿no crees? ―mostró desinterés en lo dicho

―Me gusta el negro, ¿no te habías dado cuenta? ―tenía en mano un portafolio gris demasiado sospechoso al menos para él, se sentó en la mesa e introdujo un código

―Ahora todo tiene sentido―rió sarcástico fingiendo no observar lo que hacía mientras tomaba un libro de la pequeña estantería

―Te creía más listo, Loki―tomó el folder acomodando los papeles para que no se aplastaran o hicieran arrugas, eran demasiado importantes como para dejarlos solo así, guardándolos en el portafolio― ¿qué más falta? ―tamborileó los dedos pensativa y luego chasqueó la lengua

―Soy más listo que tú, así que no me molestes―gruñó apático, estúpida mortal

―Oh sí, su serenidad―se levantó cerrando el portafolio y mirándole―no destruyas mi casa, por favor... si quieres un dulce, solo tomalo del jarro que está ahí, son de tus favoritos―le sonrió risueña acercándose hasta él

―Oye yo no soy un niño―frunció el ceño mirándola retadoramente

―Lo que tú digas, Loki'd―se rió con gracia―eso no me pareció ver cuando dejé los dulces en la estantería y desaparecieron cuando llegué de la escuela―

― ¡No me digas así! ―bramó molesto

―Cómo sea, son dulces de leche y otros más de caramelo suave, no te los comas todos―miró el reloj y maldijo―demonios, ya es tarde, enserio, no hagas algo estúpido...―sin saber por qué y en un impulso le dio un beso en la mejilla para después caminar a la puerta con su preciado portafolio―duerme temprano, cuernitos―y salió cerrando la puerta detrás de sí

El pelinegro miraba la puerta algo perdido, aun sentía los labios suaves y ligeramente húmedos en su mejilla y no entendía esa actitud tan extraña en la joven mortal, ni siquiera se molestó por el hecho de haber sido llamado cuernitos o por ser tratado como un niño pequeño, sino que hasta había olvidado el enojo que sentía y esta era la primera vez que sucedía eso.

Los faros alumbraban las calles, los edificios con luces encendidas en su mayoría, caminaba en la acera tranquilamente, con elegancia ganándose varias miradas unas curiosas y otras de respeto, su vestimenta la delataba aunque realmente no la reconocían de algún sitio en particular, quizá el sombrero ocultando sus cabellos funcionaba mejor de lo esperado o los lentes oscuros, quizá todo el conjunto.

Llegó a un establecimiento de alto prestigio, los guardias de la puerta principal al verla la dejaron pasar inmediatamente provocando la molestia de la larga fila de personas que esperaban por entrar sin tener éxito, se apreciaban en las luces intermitentes hombres y mujeres bailando con sus cuerpos muy cerca, en algunas mesas parejas se comían a besos, pequeños cuartos siendo ocupados por personas queriendo pasar un buen rato en compañía de alguna bella mujer, el olor a sexo, alcohol e incluso drogas se percibía en el ambiente.

Pasó entre la muchedumbre para llegar a su destino, una puerta roja custodiada por dos guardias de seguridad corpulentos, con su mano libre del portafolio bajó sus lentes lo suficiente para dejar ver sus ojos azules esperando que le dieran el paso con una fría e intimidante mirada, siendo concedida a los segundos mientras acomodaba sus lentes otra vez, lo que la recibió fue un amplio despacho de10x20m, un escritorio de gruesa madera negra, todo al estilo gótico.




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