Más que una simple humana

Capítulo IX

Llegó a casa con dos portafolios, uno en cada mano, ¿qué había hecho Loki en todo ese tiempo? Se preguntaba, de hecho, varias veces en su mente había aparecido el dueño de ese nombre, no dejándola concentrar del todo en su trabajo, pero volviendo al temo y a todo esto, ¿dónde estaba?

― ¿Loki? ―

Y lo que encontró la dejó conmovida como hace tiempo no sentía: el pelinegro estaba dormido en el sillón, con un libro en sus manos pareciendo bastante apacible y se dio el lujo de mirarlo así tal cual estaba, era mucho menos gruñón y más apuesto así, casi rió ante su último pensamiento, con algo de nostalgia soltó un quedó suspiro dejando los portafolios en una silla en la mesa, negando sutilmente con la cabeza, decidida a despertarlo rodeó el sillón para tenerlo más a su alcance.

Tocó su hombro suavemente, después de varios intentos optó por zangolotearlo ligeramente esperaba todo menos encontrarse con una mano en su cuello en un fuerte agarre con Loki, tomó la ajena con ambas manos intentando hacer que lo soltara, los ojos antes verdes ahora eran de un rojo intenso, sentía un frío inmenso recorriéndole, apenas pudo musitar el nombre del pelinegro quién pareció apenas haberle escuchado, parpadeando rápidamente antes de darse cuenta que la mortal yacía apenas tocando con las puntas de los pies el piso mientras él la sostenía por el cuello alzándola considerablemente alto comparado con la estatura de la mujer, la soltó haciendo que cayera al suelo tosiendo fuertemente con las manos en su cuello.

La veía como un vago recuerdo, sintiéndose extrañamente perdido, se alejó un par de pasos mientras ella se recuperaba de su ataque de tos, cuando subió la mirada para verlo notó un azul penetrante en su cuello con marcas, las runas de su casta Jötun. Había tenido una pesadilla, o más bien, un recuerdo que le golpeó mientras dormía, ella simplemente había estado cuando no debía de estar, negó con la cabeza y respiró profundamente para tranquilizarse, de esta forma su color volvía a ser el de un Æsir normal, solo la miró desde el piso pasando sus manos por la zona afectada.

― ¿Qué... qué fue eso? ―cuestionó furiosa, pero se veía ahogada en un dolor intenso

―No sé a que te refieres―se sentó en el sofá tratando de fingir normalidad

― ¿Qué a que me refiero? ¡Obviamente al hecho de que estuviste a punto de matarme! ―gritó con la voz rasposa, el pelinegro se sorprendió en demasía

―Tú... ¿Tú no estás cuestionando el hecho de que me convertí en un monstruo azul? ―sin poderlo evitar en su tono de voz se filtraba la incredulidad

― ¿Eso realmente importa? Sí no fuera por la situación, pensaría que es algo fantástico―se levantó mirándolo fulminante―mierda, ¡sólo quería que pasaras a tu maldita habitación! ―gruñó

―Cállate y olvídalo―espetó frunciendo el ceño con molestia

― ¡Ay! ¡Pero que...! ―prácticamente se mordió la lengua para no decir la blasfemia que tenía en mente― ¡No me pidas nada el resto del día! ―

Le dio la espalda, tomó los portafolios que no había visto antes y subió hecha una fiera las escaleras escuchando un fuerte portazo. Loki no dijo nada, simplemente se miraba las manos con frustración al fallar tan terriblemente en suprimir los recuerdos en su memoria, ese fue un día terrible, ella no salió de su habitación hasta la noche y solo porque le llamó, suerte suya pudo conjurar algo para comer pues no sabía exactamente como funcionaban las cosas con tantos aparatos distintos, se había visto obligado a disculparse con ella por tremendo arrebato.

Tenía una bandeja de plata en las manos con algunos manjares asgardianos que pensó a la humana le gustaría, en sí lo que había eran carnes de fino corte, frutas exóticas deliciosas y una bebida alcohólica muy suave y dulce, ahora que lo pensaba mejor, era justamente lo que a él le gustaba consumir cuando estaba enojado con el estúpido de Thor, antes de siquiera poder pensarlo mejor, Annie abrió la puerta con el cabello despeinado y la misma ropa que traía cuando la vio, sólo que sin la chaqueta.

― ¿Qué quieres? ―farfulló somnolienta

―Te traje esto, tómalo―tendió la bandeja sin mirarla del todo

― ¿Y eso? ¿Tiene veneno? ―lo miró suspicaz tomando la bandeja

―Demonios, cállate―frunció el entrecejo―es una... una...―tragó saliva buscando valor para decir lo que quería decir―una disculpa―exclamó finalmente con cierto alivio

―Hmm...―cerró los ojos suspirando―bien...―

―Bien...―en ese momento se dio cuenta de dos cosas

La primera, que la humana había dormido durante horas continuas y la segunda, mucho más importante, son las marcas de sus manos en su cuello de color negro antinatural en la piel blanquecina, así como el tenue azul que había alrededor de todo su cuello, se sintió culpable y sin darse cuenta, había pasado su diestra para acariciar esa zona que reaccionó al contacto para ambos: en él hizo que sus dedos se tiñeran de un suave azul pálido y en ella que el azul se desvaneciera. Era una extraña reacción mágica pero en realidad no estaba completamente seguro ¿Cómo podría estarlo? Alejó su mano y el color anterior de cada uno volvió, en la castaña ligeramente menos colorido. Ella lo miraba con una ceja enarcada sin comprender el motivo de esa acción tan inesperada pero no dijo nada al respecto.




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