Más que una simple humana

Capítulo X

Meditó por varios segundos su siguiente movimiento al sentir que debía decir algo más, que faltaba algo, cuando se dispuso a decir algo ella ya no estaba, pero no quiso ir a buscarla, tenía la sensación de que sí lo hacía, podía empeorar las cosas.

Días más tarde, la casa estaba repleta de comida, se dio cuenta que la mortal le gustaba mucho comer, en especial cosas dulces y que no le gustaba mucho salir al mundo exterior, tenían una rutina que casi nunca variaba desde que llegó: ella se levantaba temprano, se aseaba, preparaba el desayuno para dos, no sin antes dejar a la mano comida para más tarde, tomaba sus cosas y se iba a estudiar, a veces se despedía de él cuando se levantaba temprano, regresaba con algunas compras, a veces la sorprendía dejándole ropa nueva guardada entre los cajones para que pareciese que llevaban ahí mucho tiempo, hacía la comida, realizaba su tarea, tomaba alguna cosa para merendar y se iba a encerrar a su cuarto. Su propia rutina consistía en hacer el aseo de la casa de la forma más sutil para no levantar sospechas, sólo por que estaba aburrido.

A veces la veía con la mirada perdida en algún recuerdo garabateando en las hojas de su libreta, a veces eran frases, a veces eran dibujos de estrellas y medias lunas y a veces solo eran eso, garabatos sin sentido alguno. Ese día, cuando ella marchó para ir a la universidad, cambiado como un vulgar humano y con un duplicado de la llave de la casa salió al exterior, demasiado cansado de estar ahí encerrado, llevaba dos semanas sin poner un pie fuera así que creyó que ya era hora de ponerse en contacto con el mundo exterior.

El lugar en el que estaba residiendo no era exactamente el mejor, habían humanos con tatuajes en el cuerpo, algunos más con heridas viejas y recientes que delataban que habían tenido una pelea no hace mucho, algunas mujeres lucían ropa demasiado reveladora y al verle pasar le hacían guiños e insinuaciones, no tuvo que pensar demasiado pues incluso en Asgard existían ese tipo de mujeres, y por lo que podía ver, era el hombre más agraciado de todo el barrio, era obvio, después de todo su perfección irreal propia era sublime, eso sí, se mantuvo alejado de todos, por cualquier cosa.

Con porte elegante paró un taxi y le pidió que le llevara a hacer un recorrido por los alrededores, ¿de donde había conseguido el dinero? Fácilmente podía conjurarlo, había estado haciendo eso desde que descubrió que su magia volvía, entre otras mejores aplicaciones a ésta. Le llevaron por un corredor, conoció por primera vez lo que era estar atascado en el trafico de una ciudad tan agitada como lo era esa, no logrando evitar hacer las comparaciones con Asgard, algo más tranquila.

Le preguntó algunas cosas al chófer que no parecía muy contento con eso pero no le importó en lo más mínimo, supo donde se encontraba la universidad, algunos centros comerciales (que los comparó con los pasillos en Asgard donde se vendían cientos de objetos que traían los mercaderes de otros reinos) y volvió para antes de que la humana llegara, pagó de más haciendo que el conductor sonriera y le entregara una tarjeta para llamarle si necesitaba un servicio urgente.

Cuando ella llegó notó que el pelinegro descansaba en el sillón recostado jugando con una pelota de hule como la vez en que bajó, se sorprendió al ver que había comida ya preparada, es decir, había conjurado una comida para ambos del tipo asgardiano, subió las escaleras para descansar dejando su morral en una silla en la mesa antes de volver a bajar para comer junto con el pelinegro, quien esta vez decidió entablar una conversación por primera vez.

―Annie, ha pasado tiempo desde la última vez que tuvimos una conversación real―le dijo, con modales impecables en la mesa―estoy seguro de que tienes preguntas para mi y yo tengo preguntas para ti... ―

―Ciertamente...―asintió dándole la razón ¿qué quieres saber? ―una ceja se alzó después de escucharlo

―Cuéntame de ti...―

―Pues...―dudó por un segundo, pero al final con un suspiro, comenzó―tengo veintiún años, estudio ingeniería geológica en la universidad del estado*, tengo una beca, mis padres murieron hace algunos años, mi padre era un militar, alguien del ejercito―explicó al creer que quizá no sabría la relación exacta de eso―y mi madre...―sus cejas se alzaron contrariada―mi madre... ella... era una oficinista, entregaba papeles importantes, hacía y agendaba citas...―lo último lo decía sin estar completamente convencida, el pelinegro lo dejó pasar― ¿y tú? ―

―Soy el príncipe Loki Laufeyson, vivía en Asgard siendo cuidado por mis... "padres adoptivos", la reina Frigga y el rey Odin, mi "hermano" es Thor, seguramente conoces algo sobre de qué somos dioses―ella asintió y continuó―yo en realidad soy un gigante de hielo, lo que pasó aquel día contigo fue una prueba de ellos―ella tocó su cuello con una mano de forma distraída y sin darse cuenta―tuve una pequeña pelea con mi hermano por lo que me vi obligado a salir de ahí para resolver la trifulca a mi manera―

―En pocas palabras, huiste de casa―dijo divertida, dando un sorbo a su bebida




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