Matrimonio a cambio de Dinero

Capitulo 8.

Tenía un sueño tan profundo, que juraría que cualquier cosa pudiera despertarme. Pero a veces no todo esta de mi parte. Me desperté por todo el ruido que se escuchaba dentro de toda la casa. Gire mi cabeza hacia mi mesita de noche y con los ojos entre abiertos vi en el reloj que eran las ocho y media de la mañana.

 

Un poco indignada y de mal humor me levanté. Abrí la puerta aun tallándome los ojos y baje las escaleras. Me encontré con mi madre en el camino.

 

-Mamá, ¿Se puede saber por qué diablos en esta casa hay mucho ruido?-pregunté, quería dormir tranquila, era fin de semana y era oportunidad de poderme levantar tarde. 

 

Mi madre me miro como si estuviera loca. Ellos normalmente se podían levantar desde las seis de la mañana. Pero yo era alguien muy perezosa a quien le costaba mucho trabajo despertarse temprano.

 

-Es suficiente para que te levantes, te duches y desayunes.- todo eso lo decía mi madre mientras acomodaba unas flores que habían en una mesita.

 

-¿Y eso como que para que?- volví a preguntar, pero esta ves algo confundida por todo el ajetreó.

 

-¡Oh cariño!- mi madre coloco su mano en la boca, mientras eso me lo gritaba. Haciendo que yo me tapara mis oídos, que parte de que aun estaba medio dormida no entendía.-No me digas que se te olvido.

 

Ahora la que la miraba como si estuviera loca era yo. No lograba entender nada.

 

-¿Qué cosa, mamá?- pregunte de nuevo. Esta mañana ya había hecho demasiadas preguntas.

 

-Hoy te casas mi niña.- me sonrió con tristeza mientras me acariciaba el cabello.

 

Ese pequeño detalle se me había olvidado. Pero no creo que ellos me hayan dicho que me casaba ya.- No quiero casarme.-supliqué una ves mas, esperando para ver si se arrepentía.

 

-Lo se hija, sabes que yo tampoco apoyo esto. Pero asi lo ha decidido tu padre.- me mostraba su cariño haciendo pequeñas caricias.

 

-Si mamá, lo se. Que conste que esto lo hago por ti.- la señalé divertida.- Me iré a duchar y por favor que me suban mi desayuno.

Todo eso lo decía mientras iba subiendo de nuevo las escaleras. Ahora estaba relajada, la verdad es que no me preocupaba mucho todo esto. Creo que el saber las diferentes bromas que le podía hacer a Christian y hacerle un poco la vida imposible. Me hacía sentir mejor.

 

Me adentré a mi habitación y volví a recostarme unos pocos minutos. Cheque las notificaciones de mis redes sociales, conteste algunos mensajes y después termine de estirarme. Creo que el haberme acostado un rato mas me había afectado.

 

Busqué en mi closet algunas esencias relajantes para el baño. Quería darme un baño relajante, de eso que podías tardar como cuarenta minutos. Escuchando música de mi gusto. Al fin hoy me iba a casar, merecía todo esto. Llené la bañera de agua caliente y después agregué un aceite de lavanda. Me despoje de mi ropa y me metí.

 

¿Qué estaría haciendo Christian? El siendo hombre no tenía que hacer mucho y se podía levantar a la hora que el quisiera. Cerré los ojos y deje que mis pensamientos vagarán. Oía aun mucho ruido en casa, pero trate de que eso no me afectará.

 

Un azotón de puerta hizo que diera un brinco, creo que definitivamente si me había quedado dormida. Deje que esa agua se fuera y ya después me dedique a bañarme como debería de ser. Salí y me coloqué la bata que me habían comprado mi madre y Melina. Era de seda y en tono gris. Abrí la bolsita que ellas también se habían encargado de la ropa interior y cuando saque lo que había dentro, negué. Era demasiado, pero estaba lindo.

 

Si me iba a casar tenia que usar lo típico. Hidraté mi piel, coloqué un poco de bronceado y después me quede sentada en la silla de mi tocador. Comí mi desayuno tranquilamente y después trate de perder tiempo. La misa sería a la una en punto de la tarde y ahorita ya eran las diez.

 

Me distraje en mi celular, leyendo un poco y viendo la televisión. Rato después entro mi madre.

 

-Ya llego el estilista.- a mi madre ya le habían avanzado un poco en su arreglo. Se veía increíblemente bien. Siempre decían que yo me parecía mas a ella que a mi padre.

 

- Si esta bien, que suban.- me puse de pie y me coloque bien la bata.

 

Mi madre entro completamente en la habitación y de mi armario saco mi vestido de novia que aun estaba envuelto con la bolsa de la tienda. Lo dejo sobre la cama, me dio una última mirada y salio.

 

Segundos después mi estilista entro.

 

-Hola querida.- me sonrió y toco mi cabello.-¿Qué quieres que te haga?- pregunto sacando de su pequeña maleta lo que iba a ocupar.

 

-Hola Miranda.- dije en reconocimiento a mi estilista de toda la vida.-Quiero algo recogido, pero que se vea juvenil y fresco.- conteste mientras hacia señas raras con mi cabello.

 



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Editado: 17.09.2019

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