Fue él. ¡Estaba segura de que fue él! Tenía esa estúpida sonrisita en su rostro, la que siempre lo delata. «¡Fue él!» Pero decidí no decir nada a papá y a mamá, porque la discusión que empezaron en casa de los vecinos continuó al llegar a casa. Y acusar al salvaje solo lo hubiera empeorado todo. En todo caso, decidí encargarme yo misma de él... y la oportunidad se me presentó el día de su cumpleaños.