Pese a ser el día de mi cumpleaños mamá me despertó temprano para que apartara en una caja los juguetes que dejé de utilizar. Es tradición hacerlo porque las Hermanas de la caridad visitan el vecindario en agosto y, para apoyar su causa, el comité de vecinos pide a cada familia dejar nuestro aporte frente a la puerta principal. Llené una caja completa con cosas que ya no utilizaba, deseando poder empacar en otra al enemigo.
Hablando del enemigo, no me acusó de hacerla tropezar... y sabía que fui yo, lo vi en sus ojos llenos de odio. Por ende, me sorprendió que no dijera nada. Esa mañana también la vi llenar cajas para las Hermanas de la caridad. Se veía pequeña e ingenua apartando cada cosa. Entonces no sospeché que estuviera planeando una de mis peores tragedias.