“Cada hombre es un misterio impenetrable en la vida y en la muerte”
Manuel Azaña
Hubo un tiempo en donde vivir en el país era algo hermoso, las personas prosperaban, los niños crecían, entre todos los que Vivian aquí, había una pareja de jóvenes enamorados, unos recién casados, Ezra y Zoé, ambos se habían ido a vivir a una pequeña granja, en un lugar que parecía perfecto, cerca de un pequeño arroyo y con abundante vegetación, ambos se la pasaban trabajando la mayor parte del día y Vivian vendiendo el maíz de sus cosechas, la leche de sus vacas, los huevos de las gallinas, etc.… en general había felicidad, pero la ambición de unos cuantos y el descontento de otros comenzó a tener estragos, que culminaron en una cruel guerra civil.
El país se sumergió en una cruel tiranía, el que era el elegido del pueblo para gobernarlos, se volvió ebrio de poder, lentamente empezó a caer en una locura de la cual no había vuelta atrás, empezó a desconfiar de todos, constantemente sufría el temor de alguna traición inesperada, en su delirio mando a llamar a cada persona que lo ayudaban a gobernar cada parte de su territorio, y cada uno de ellos fue quemado o fusilado; para asegura su poder mando a diversos grupo de su ejercito a diferentes partes del país con el fin de erradicar cualquier posible rebelión antes de que esta empezara.
Los pelotones formados por grupos 50 hombres recorrían e inspeccionaban minuciosamente cada parte del país, creando bases y centros de control en puntos estratégicos, destruían todo a su paso, matando hombres, mujeres, niños, quemando hogares, saqueando locales, exterminando todo.
Entre todos estos ataques llegaron al lugar perfecto, una granja al lado del arroyo, cuando llegaron, al principio se mostraron cordiales diciendo que el país enfrentaba cambios y que simplemente buscan un lugar en donde pasar la noche, el señor un tanto pensativo los dejo pasar ofreciéndoles el granero para que pasen la noche y una buena cena preparada por su esposa, pero inmediatamente cuando los dejo entrar todo acabo, los soldados lo atacaron ferozmente, al él y a su esposa, lo último que Ezra pudo escuchar fueron, los gritos de auxilio y los sollozos pidiendo que paren.
Al despertar todos se habían ido, la granja estaba en ruinas, los animales muertos y a lo lejos vio una pequeña figura y corrió hacia ella, tomándola entre sus brazos y gritando al cielo, maldecía a dios y a todos sus ángeles por arrebatarle su mundo.
Entonces empezó, el país se dividió en dos por la parte norte estaba el bando de los nacionales, los que buscaban mantener el poder lidereados principalmente por el general Marco Antonio el cual era un cruel y despiadado hombre obsesionado con salvar al país de los que él consideraba traidores de la nación y vulgares pedazos de mierda y del lado sur se encontraban los insurgentes, los cuales estaban lidereados por un pequeño grupo de hombre del día a día, ellos eran Ezequiel un maestro de la escuela religiosa, Albert un padre de familia que se dedicaba al campo y Eve un vendedor de pasteles.
Ebrio de Furia y rabia, Ezra vagaba sin un rubo fijo, iba de pueblo en pueblo buscando una manera de morir, una noche en un pequeño bar, mientras bebía una botella de wiski, vio entrar a un grupo de soldados, no eran ellos, no podían ser ellos, sin embargo, agarro el cuchillo que llevaba en si cinturón y con la bravura de un toro envistió al par de soldados que se sentaron tras él, clavándolo con ira el cuchillo en el cuello de uno, al voltear solo pudo ver el rifle que se dirigía a él.
Los insurgentes estaban desesperados, no habían podido llevar a cabo una oficiaba que les diera un poco de ventaja, cada vez perdían más y más territorio, Eve decía que por el bien de ellos y de sus familias lo mejor que podían hacer era huir del país, a ninguno le gustaba la idea sin embargo parecía lo mas sensato, sin embargo Ezequiel propuso- en la cárcel de pentridge hay un buen numero de hombres que nos pueden ser de utilidad, si los conseguimos podemos atacar las costas y así empezar a rodearlos, no pueden atacar de todos los frentes, No me gusta la idea de ser amigo de violadores y ladrones-se escucho decir entre los presentes, Albert quien no había dicho nada en toda la reunión se quedó sentado, pensando en que tal vez no volvería a ver a su pequeña bebe de nuevo, nos vamos en 10 minutos dijo.
Estaba fría y húmeda la celda, Ezra estaba esperando a que dieran las 10 de la mañana para reunirse con su esposa, se preguntaba como seria y seria ahorcado o quemado, lo mas probable que fusilado, no sabía mucho sobre el tema pero, un día mientras le vendía a un señor un par de huevos, este le dijo que lo mejor en esos casos era el fusilamiento, ya que todo termina de un momento a otro, no le importaba demasiado, solo esperaba que no fuera quemado, el pensaba que morir así es una forma de entrar al infierno, estaba esperando cuando un fuerte ruido lo dejo sordo por un minuto, se escuchaban disparan y gritos, de repente una persona apareció por la mirilla y le dijo tranquilo amigo venimos para ayudar, mientras abría la celda, el ese momento Ezra sintió una rabia inimaginable, le estaban arrebatando a su esposa de nuevo, al abrir la celda golpeo sin piedad a Eve.
Quién diablos dejo lo dejo así-pregunto Albert, fue el de la celda 23, ha dicho que se quedara y que si alguien lo molesta lo dejara peor- contesto uno de los insurgentes, Albert se quedó de pie, enfrente de su amigo hasta que finalmente empezó a caminar hacia la celda, señor no creo que sea buena idea, escucho que alguien le gritaba a lo lejos, si quiere morir yo con gusto le cumpliré su deseo, pensaba mientras se acomodaba la pistola.
Se escuchaban unos pasos acercarse, al alzar la vista estaba Albert apuntándolo, porque no me haces un favor lo haces de una vez- contesto Ezra.
Lo haría con gusto, pero…
¿Pero?
Eve es uno de los tipos más rudos que conozco, ¿cómo es que tú lo dejaste así?