"Eres tan... tierna cuando sonríes. Y tan hermosa..." Ominis se detiene por un momento, como si quisiera capturar cada matiz de su elogio. "Y... y... te... te... te quiero."
Una pausa se cierne en el aire, y Ominis nota que Maxine parece estar inmersa en una lucha interna. La sinceridad en su tono revela la espera ansiosa de una respuesta, pero Ominis, lejos de presionar, se vuelve amable y compasivo.
Maxine sonríe encantada por las palabras de Ominis.
"Ominis, vamos a clase. Hoy tenemos Defensa Contra las Artes Oscuras... ¿vienes?"
Ominis responde con una sonrisa, dando un pequeño saltito de emoción.
"Por supuesto. Debo...debo estar cerca de Maxine. Debe estar seguro... de que... de que..." Ominis se interrumpe, sonriendo nerviosamente. "Yo quier... yo quiero estar.... al lado… a tu lado."
"Jajaja, por supuesto, Ominis", responde Maxine, demostrando su alegría por tenerlo a su lado.
En un breve instante de silencio, Ominis mira a Maxine, y aunque siente un intenso sentimiento de amabilidad y amor hacia ella, decide no expresarlo en ese momento. No aquí, no ahora.
"Sí... sí... quiero ir contigo a la clase de defensa," concede Ominis.
Maxine toma el brazo de Ominis y camina con él hacia el aula, creando una escena llena de complicidad y conexión.
Ominis sonríe mientras agarra firmemente la mano de Maxine. Sin necesidad de palabras, su felicidad se refleja simplemente caminando a su lado. Atraviesan la puerta de la sala común.
"Pero quiero..." Ominis comienza la frase pero decide detenerse, aunque mantiene su mano entrelazada con la de Maxine. En este momento, le resulta difícil expresar con palabras lo que realmente siente.
Ya en el aula, la profesora Hecat dicta la clase de Defensa contra las Artes Oscuras.
Ominis toma notas, esforzándose por prestar toda su atención a la clase. Sin embargo, se distrae de repente al mirar a su lado y ver a Maxine, sintiendo cómo su corazón se acelera un poco.
Intenta volver a centrarse en la clase, evitando pensar en los momentos en los que... en los que...
Pero Ominis no puede evitar pensar en Maxine nuevamente.
Maxine, ocupada escribiendo, ve a Ominis y le dedica una sonrisa.
Ominis, al verla sonreír, deja momentáneamente de lado sus preocupaciones y se sumerge en la contemplación de la chica que le gusta tanto.
Ominis sonríe. De repente, la clase termina, y se saca de su ensimismamiento para levantarse de su pupitre y salir del salón.
Maxine Borage estaba inmersa en la tarea de escribir en su escritorio cuando notó la presencia cercana de Sebastian Sallow. El aire parecía cargado de anticipación mientras él se acercaba, y Maxine levantó la mirada con curiosidad, dejando entrever un destello en sus ojos que sugería una conexión especial.
En tanto, Ominis Gaunt, desde la distancia, observaba la escena con cautela. Sus ojos se posaron en Sebastian, y una sombra de desconfianza se dibujó en su expresión. Una pregunta inquisitiva se formaba en su mente, como un susurro que amenazaba con revelar secretos aún desconocidos.
"¿Qué... qué... qué le está diciendo?..." musitó Ominis, mientras un nudo se apoderaba de su estómago, una premonición de que algo trascendental estaba a punto de suceder.
Maxine, sin embargo, no parecía perturbada. Con cordialidad, entabló una conversación con Sebastian. Parecía que los destinos de ambos estaban a punto de cruzarse en un juego de Varitas Cruzadas, una danza mágica de la que solo unos pocos eran capaces.
Mientras tanto, Ominis seguía observando en silencio, incapaz de articular sus pensamientos. Un momento de pausa llenó el aire, y de repente, Ominis quedó completamente callado. La realización le golpeó como una ráfaga de viento helado: Sebastian estaba arrebatándole lo que él anhelaba, lo único que él podía ofrecer. En ese instante, Ominis se debatió en un dilema interno, sin saber qué decir ni qué hacer.
La sonrisa de Maxine hacia Sebastian dejó entrever una complicidad compartida, y ambos acordaron encontrarse más tarde.
En el umbral del diálogo, Ominis Gaunt se encuentra paralizado por la incertidumbre. Un instante suspendido en el tiempo, donde las palabras quedan atrapadas en su garganta, revelando la vulnerabilidad de un corazón indeciso. La mirada de Ominis captura el instante en que el objeto de su afecto, Sebastian, se aleja en compañía del chico que, para él, encarna lo indeseado.
Dos pausas, como suspiros contundentes, se extienden en el aire. El dolor se manifiesta físicamente en el estómago y las tripas de Ominis, como una tormenta emocional que amenaza con desbordarse. La visión de Sebastian y Maxine juntos provoca una reacción visceral, una mezcla de anhelo y pesar que refleja el complicado tejido de emociones en el corazón de Ominis.
Por otro lado, la relación entre Maxine Borage y Sebastian revela capítulos secretos. En días recientes, una conexión mágica ha nacido entre ellos. Maxine, ahora confidente de Sebastian, ha explorado los caminos de hechizos avanzados bajo su tutela. La proximidad entre ambos se manifiesta en conversaciones que trascienden lo superficial, construyendo un puente entre sus almas curiosas.
Mientras Ominis continúa sufriendo en silencio, una decisión crucial germina en su interior. Opta por el mutismo, por retener las palabras que podrían cambiarlo todo. El temor a perder el amor de Maxine y desmoronar lo construido le susurra al oído que es mejor permanecer en silencio. En un instante, Ominis se inmoviliza, aunque su mente trabaja a toda velocidad, sopesando las consecuencias de cada acción.