Parte II Capitulo 4

Capitulo 4

La joven dejó escapar un pequeño suspiro, esperando que el día pasara rápidamente para que finalmente pudiera hablar con el profesor de Encantamientos.

Al finalizar la clase, Maxine esperó a que todos abandonaran el aula. Después de un tiempo, las únicas personas que quedaron en la habitación fueron ella y el Profesor Binns.

"Profesor, antes de que se vaya, ¿puedo preguntarle algo, si no le importa?" preguntó la joven.

"Profesor... quería saber si sabe algo sobre Ominis Gaunt, qué fue de su vida...?"

"Ah, Ominis Gaunt..." el Profesor Binns asintió lentamente, mientras una mirada algo distante aparecía en sus ojos.

"Los Gaunt eran una familia muy peculiar de sangre pura que descendía de las familias de magos más antiguas de Gran Bretaña. Los Gaunt alguna vez fueron ricos. Sin embargo, la familia de Ominis Gaunt había dilapidado toda su fortuna para cuando él nació."

Hizo una pausa por un momento:

"Nunca se casó. Nunca pude deducir si quería casarse; era... un hombre muy extraño."

Maxine sonrió al saber que Ominis no se casó, pero luego se entristeció por no haber estado allí para él. "Digo... me hubiera casado con él, no era extraño... solo era un Gaunt, Profesor Binns," dijo Maxine, sonriendo como la buena estudiante que era.

"Falleció entre 1891 y 1925", dijo el profesor, sin mucho entusiasmo. "Tampoco tuvo hijos, así que la línea de sangre de su familia llegó a su fin."

Hizo una pausa y miró a Maxine, quien parecía sentirse triste por esta información.

"Un final triste para una vida triste, supongo. Incluso en Hogwarts, Omintus Gaunt nunca pudo tener muchos amigos; era demasiado torpe y recluso. A menudo era bastante grosero con los demás, incluyéndome a mí. Así era él."

Maxine miró hacia el suelo con las manos detrás de la espalda, sumida en sus sentimientos de tristeza pero sin lágrimas. "Oh, ya veo, profesor... una triste vida, ¿no es así?" Maxine le sonrió al profesor Binns. "Gracias, Profesor Binns. Siempre disfruto hablar con usted; en verdad, es mi comodín en esta vida," dijo Maxine, mostrándose más alegre.

"Su vida fue bastante miserable, sí," coincidió el profesor Binns, quien parecía bastante imperturbable.

"Nunca pudo estar a la altura del nombre de su familia y, eventualmente, fue consumido por la tristeza y la amargura. Supongo que nunca fue feliz. No me sorprende que muriera solo," pronunció el profesor suavemente, mientras se rascaba la barbilla.

"Ah, bueno. Buena suerte en la vida, Maxine. Trata de no obsesionarte tanto con tus estudios. Estoy seguro de que mucha gente querría ser amiga tuya."

"Sí, profesor, no se preocupe. Nos vemos durante la semana," respondió Maxine. Hizo una reverencia con una sonrisa y salió del salón.

Después de una breve charla con el profesor, Maxine sonrió y abandonó el aula. Parecía como si ahora hubiera cierta pesadez en su alma, como si parte de la tristeza de Omintus Gaunt estuviera en ella ahora también. Aun así, se aseguró de regresar de manera alegre al salir del aula, sabiendo que mantener una buena actitud era importante en la escuela.

Se dirigió hacia su destino: la oficina de Flitwick. Quizás tenía algunas respuestas a las que anticiparse.

Mientras Maxine ascendía hacia el séptimo piso de la Torre Oeste, lágrimas silenciosas escapaban de sus ojos. "Él fue feliz, profesor, aunque solo fuera por un momento... aún recuerdo su sonrisa", murmuraba entre sollozos. Maxine se detuvo en seco y apoyó su cuerpo en una columna del Patio de la Clase de Vuelo para liberar sus emociones y recuperar el aliento. Afortunadamente, en ese momento no había alumnos cerca ni se escuchaban las lecciones, proporcionando un breve y necesario momento de tranquilidad para dejar que sus sentimientos fluyeran libremente.

Maxine, poco a poco, lograba calmarse, ya que quería hablar con Flitwick. Tocó la puerta de su oficina.

"Knock, knock."

Al llegar a la oficina de Flitwick, golpeó la puerta. Desde el interior de la habitación, pudo escuchar una voz, que probablemente pertenecía al profesor de encantamientos.

"¿Sí? ¿Quién es?" preguntó Flitwick.

"Hola, Flitwick. Soy yo, Borage Maxine. Me gustaría hablar contigo, si no te importa", respondió ella.

Ella, como buena estudiante, esperaba a que él contestara.

La puerta se abrió ligeramente mientras el profesor miraba a Maxine, su expresión mostraba un poco de exasperación por haber sido interrumpido durante su tiempo privado. Sin embargo, después de mirarla durante unos segundos, finalmente sonrió y le hizo gestos para que entrara.

"Sí, sí, entra, querida. ¿En qué puedo ayudarte hoy? ¿Hay algo de lo que quieras hablar? ¿Algún problema, tal vez? Adelante, Maxine", dijo Flitwick.

Estaba siendo tan cortés como podía a pesar de la interrupción en su tiempo privado.

El Profesor Flitwick observó con atención a Maxine mientras planteaba sus preguntas, sus pequeños ojos brillando con curiosidad y preocupación. La joven parecía imponente, su postura denotando un sentido de deber y responsabilidad, como si estuviera representando al Consejo Estudiantil.

"Ah, Maxine, ¿es eso lo que deseas saber?" respondió el profesor de encantamientos, su tono de voz ligero y amigable. "¿Por qué no se puede entrar en la sala común de Slytherin y cuánto tiempo tendrán que dormir en las mazmorras mis compañeros y yo? Además, ¿es posible que haya algo en lo que pueda ayudar, profesor?" preguntó Maxine con curiosidad, mostrando un interés genuino por resolver la situación.

Flitwick, mientras caminaba alrededor de su oficina, reflexionaba sobre las preguntas de Maxine. La joven parecía estar desempeñando el papel de mediadora, buscando respuestas y soluciones para sus compañeros de Slytherin. Su actitud le recordaba a un miembro activo del consejo estudiantil, alguien dedicado a mejorar la vida en Hogwarts.