Capitulo 13
"De acuerdo, vámonos, pero ten cuidado con ese diario," le advirtió, mientras él también se encaminaba hacia la salida.
Maxine, con una expresión juguetona, le dio una palmada en la cabeza a Snape como si fuera un cachorro. "Sí, sí," dijo Maxine, pasando de largo como si no fuera nada. La interacción entre ellos resonaba con la complicidad y la conexión creciente, y en el gesto despreocupado de Maxine, se escondía una chispa de afecto.
El profesor Snape se detuvo por un momento cuando sintió que Maxine le daba una palmada en la cabeza. Una expresión de confusión cruzó su rostro por un instante. Quizás ella intentaba aligerar la situación, pensó Snape.
"Maxine, por favor," dijo en voz baja mientras continuaba caminando hacia la salida, "¿puedes evitar hacer cosas así?" Aún se sentía un poco irritado por la forma en que ella interactuaba con él.
"Solo ten cuidado," repitió, mientras se acercaban nuevamente a la entrada. Maxine, en respuesta, rió y preguntó: "¿Por qué no puedo hacerlo?" Su risa resonó en la cámara, desafiante y juguetona, como si deseara romper la seriedad que envolvía el misterio de la habitación.
El profesor Snape observó a Maxine con una mirada confundida y ligeramente irritada. "¿Por qué me tocaste así?" preguntó en un tono calmado pero serio. No quería que Maxine lo tratara como a un niño ni que fuera tan informal con él. Buscaba el respeto que merecía.
"Solo ten cuidado," repitió nuevamente, mientras estaban a punto de dejar atrás la cámara. Aún sentía desconfianza sobre el contenido del diario. Parecía haber mucho más en él de lo que pensaba.
Maxine, saliendo de la cámara, se disculpó, riendo: "Oh, es verdad, disculpa, es que te ves muy joven."
El profesor Snape se sintió un tanto insultado ahora. No quería ser tratado como un niño. De hecho, ni siquiera era tan joven. Era un profesor y había hecho mucho más en su vida de lo que Maxine había experimentado. "Maxine, en realidad no soy tan joven," dijo con un suspiro.
Sentía que toda esta situación lo ponía nervioso. Tal vez estaba reaccionando en exceso, pero sentía que esto era importante. Cuanto más miraba ese diario, más misterioso le parecía. Así que decidió mantener sus ojos en Maxine y en el diario.
Maxine Borage, con el dulce aún en la mano, señalaba alegremente el camino hacia la salida, saltando con entusiasmo. "Vamos, Severus..." Su voz llevaba la ligereza de quien ha dejado atrás un enigma intrigante.
Severus Snape observó cómo Maxine sonreía, sosteniendo el chupetín en su mano. Quizás se alegraba de haber abandonado finalmente la misteriosa cámara. Aunque él también se sentía aliviado, su mente aún estaba ocupada por el diario y sus contenidos.
Luego, notó cómo la atención de Maxine se centraba en algo más. Siguió su mirada y descubrió un unicornio bebiendo agua en el lago.
Nunca antes había visto un unicornio, así que lo observó durante un momento y luego volvió la mirada hacia Maxine.
Maxine, con los ojos brillantes de emoción, susurró felizmente: "¿Has visto un unicornio antes, profesor?" El destello en sus ojos reflejaba la maravilla de ese encuentro mágico, y en ese momento, la magia del romance parecía expandirse más allá de los límites de la cámara hacia un mundo de posibilidades inexploradas.
El profesor Snape contempló a Maxine y suspiró. Nunca antes había visto un unicornio, esta era una experiencia nueva para él.
"No, Maxine," dijo en voz baja. Le observó detenidamente, notando el brillo radiante en sus ojos. Quizás a ella le encantaban realmente los unicornios.
"Son criaturas hermosas, ¿verdad?" murmuró suavemente, mientras observaba cómo ella seguía mirando al unicornio. En ese momento, la magia de la naturaleza y el encanto del descubrimiento parecían envolverlos, añadiendo un toque de maravilla al aire.
En la penumbra del Bosque Prohibido, donde los árboles antiguos se alzan como guardianes silentes, se encuentra un claro en el que un lago tranquilo se extiende. La superficie del agua refleja la luz de la luna, creando destellos plateados que danzan sobre las ondulantes olas.
En este paisaje mágico, un unicornio, con su pelaje blanco resplandeciente, emerge de entre las sombras. Su melena dorada ondea con gracia mientras se acerca al lago con una elegancia majestuosa. La criatura mítica parece consciente de su propia gracia, con ojos profundos y astutos que exploran su entorno con curiosidad.
El unicornio se inclina delicadamente hacia el agua, y su cuerno plateado se refleja en la superficie del lago como una joya luminiscente. Con movimientos gráciles, sumerge su cabeza para beber, creando círculos suaves que se expanden por la superficie del agua. Cada sorbo parece impregnado de pureza y magia, resonando en armonía con la tranquilidad del bosque.
A medida que el unicornio se sacia, levanta la cabeza, dejando que las gotas de agua resbalen por su cuerno y caigan de nuevo al lago. La criatura exhala suavemente, enviando pequeñas nubes de vapor al aire fresco de la noche. La luz de la luna revela destellos de humedad en su pelaje blanco, como si el agua misma reconociera la pureza de esta mágica criatura que ha encontrado un momento de paz en el corazón del Bosque Prohibido.
El Profesor Snape permaneció allí, contemplando la belleza de la criatura mítica, mientras su imaginación intentaba plasmar la imagen del unicornio moviéndose, bebiendo del lago y enviando pequeñas nubes de vapor al aire fresco. Con poca experiencia en unicornios, se sentía encantado de aprender sobre su gracia y pureza.
"Maxine, realmente parecen mágicos, ¿verdad?" murmuró para sí mismo, admirando la magia que envolvía a esos seres majestuosos.
Maxine, al darse cuenta de la cercanía de Snape, se sonrojó, pero su atención estaba completamente absorbida por la magnificencia del unicornio. "En verdad, es muy hermoso..." susurró, capturando la esencia de la maravilla y la belleza que llenaban ese momento en el Bosque Prohibido.