Capitulo 9
"Riveras... sí, sí lo tengo", respondió Maxine con una sonrisa, despidiéndose momentáneamente. Newt, con su voz suave y gentil, comunicó al duende: "El duende dice... que el uhido... lo verás... lo verás pronto... las huellas... siguen hasta... hasta..." Su mirada se encontró con la de Maxine, revelando una preocupación palpable en su tono.
Maxine expresó su comprensión con un gesto y se embarcó sola en su camino. Su deseo de descubrir algo persistía, y si no podía hacerlo hoy, lo intentaría mañana. Siguió las huellas, adentrándose profundamente hacia el río. Con el tiempo, las huellas parecían bifurcarse. Una pequeña isla se vislumbraba cerca del centro del río. Un conjunto de huellas apuntaba hacia ella, mientras que el otro parecía dirigirse más profundamente en el cauce del río.
Maxine, siguiendo su instinto, decidió explorar primero la isla. Tenía la fuerte intuición de que sería el lugar donde podría encontrar al uhido. Las huellas que se dirigían más profundamente en el río parecían sumergirse bajo el agua, despertando su curiosidad.
Dirigiéndose hacia la isla, Maxine notó que era bastante pequeña y en su mayoría estaba cubierta de árboles. Al pisar la isla, una extraña aura la envolvía. Se percibía una forma tenue de energía, pero definitivamente estaba presente. Era como si la isla la guiara en la dirección correcta. El ambiente en la isla era tranquilo, solo interrumpido por el ocasional trino de un pájaro o el susurro de las hojas mecidas por la brisa.
Maxine también observó huellas dentro de las líneas de los árboles, indicando la presencia de vida en la isla. "Mmm, parece que aquí vive esa cosa, pero no veo a las criaturas", murmuró Maxine mientras exploraba su entorno. Las huellas la llevaron más adentro de la isla, atravesando frondosos árboles y sumergiéndose en la densidad del bosque. Notó que la oscuridad del bosque se intensificaba aquí, acompañada de una misteriosa energía que parecía estar en juego.
Mientras examinaba su entorno, Maxine notó que las ramas de los árboles se movían justo encima de ella, a pesar de la ausencia de viento en el lugar. Algo estaba provocando ese movimiento, algo que la observaba con atención.
"Dios santo y la virgen, y el Merlín y el Salazar, por favor protéjanme. Pfff, si es algún ser que sea guapo al menos, diosito", murmuró Maxine en voz baja, tratando de tranquilizarse. Las ramas se movieron nuevamente, esta vez directamente desde los árboles. Descubrió pequeñas alas oscuras y negras en una criatura misteriosa. La situación no parecía prometedora.
De la oscuridad del bosque emergió un demonio grande y aterrador. Sus alas eran su característica más dominante, casi tan altas como la estatura de Maxine. Poseía cuernos grandes que se curvaban hacia atrás desde su cabeza, y su cuerpo resplandecía en un azul tenue. Se colocó frente a ella, imponiéndose con su presencia majestuosa y temible.
"¿Quién es?" preguntó el demonio con una voz baja y áspera. Maxine se encontraba en una encrucijada sobre cómo abordar a la criatura, indecisa entre la deferencia y la amabilidad. "Disculpe, Señor. Soy Maxine Borage, un placer", dijo, haciendo una reverencia con respeto.
El demonio la examinó detenidamente, sus ojos brillaban con un azul inquietante, revelando la naturaleza imponente y peligrosa de esta criatura. "Te has metido en mi territorio", advirtió el demonio con una voz profunda y siniestra, hablando lentamente. Era evidente que se trataba de un demonio de gran poder y amenazante presencia. Volvió a hablar con firmeza, "Mejor vete de aquí. Las cosas que puedes ver en el fondo de esta rivera... ¡no son para tus ojos!"
"Sí, solo... quería saber por qué las criaturas han desaparecido. ¿Usted sabe algo?" preguntó Maxine, mostrando nerviosismo al no tener conocimiento previo sobre demonios. "Y disculpe, no sé su nombre..."
El demonio soltó una risa baja y siniestra mientras inclinaba la cabeza hacia Maxine, su sonrisa cruel y malévola aún presente en su rostro. Astaroth, el demonio, reveló su nombre con una presencia imponente. "Mi nombre... es Astaroth. Te doy una pista... El que se ha llevado a las criaturas a su escondite..." observó las huellas que llevaban más profundo en el río con un aire de complicidad. "Ha sido... El Hijo del Diablo...".
Maxine pensaba: "Ah, esto se fue al carajo”.
"Oh sí, pero ¿por qué Astaroth? ¿Y… hay alguna manera de salvarlos?", preguntó Maxine con valentía, desafiando al demonio ante la oscura revelación. Astaroth rió una vez más, su voz resonando de manera siniestra. "El Hijo del Diablo viene por ellos... él es un demonio... él viene por sus almas..." Astaroth la miró con malicia, su expresión ahora revelando pura maldad y perversidad.
"¿Qué harás... ahora?" El demonio aguardó la respuesta de Maxine, quien, a pesar de la preocupación, mantuvo un carisma envidiable. "Creo... que jugué demasiado un juego en el futuro que hablaba sobre los demonios..." Maxine adoptó una postura reflexiva, como si estuviera eligiendo entre sus comidas favoritas. El demonio rió una vez más, aparentemente entretenido por la incertidumbre de la joven.
"Tienes que tomar una decisión... si quieres ser héroe o ser un cobarde y huir..." La voz del demonio resonaba en la penumbra, aún cargada de oscuridad pero con un toque de melancolía. "Es mejor que tomes una decisión rápida..."
Maxine, mostrando preocupación pero manteniendo un carácter codiciable, respondió con valentía: "Solo... ya que somos amigos, ¿podría ir allí? Realmente quisiera hablar con el Hijo del Diablo. Sería un honor conocerlo."
El demonio la miró por un momento, aparentemente sorprendido por su solicitud. "¿Por qué... quieres estar con él?" El demonio mostraba una cierta intriga, como si la curiosidad hubiera sido despertada en él por las palabras de Maxine.
"Eres... corajuda, sin duda..." El demonio habló con su voz profunda y oscura, aún con un toque de tristeza. Se podía percibir que el demonio se cuestionaba si ella era consciente de lo extremadamente peligroso que era hablar con el Hijo del Diablo.