Capitulo 12
Las palabras sonaban... amenazadoras, casi como si el demonio estuviera jugando con ella. "Oh... eres de esos." Maxine mira con cara aburrida. "Sí, solo necesito ir a la rivera. ¿Puedes ayudarme?" Maxine trata de ser amable.
El demonio se tomó un momento para pensar. Una pequeña sonrisa se extendió por su rostro. "Oh, ¿el río... sí, el río? Puedo ayudar con eso..." Su voz sonaba calmada, tranquila como un depredador a punto de saltar sobre su presa en el arbusto. Había algo extraño en él una vez más.
"¿Por qué no simplemente... vienes conmigo?" Dijo, extendiendo la mano hacia ella. Su mano parecía tan afilada que fácilmente podría usarse como un arma. El demonio se acercó de nuevo.
Maxine, con la varita apuntándole, dice: "¿Y... no conozco tu nombre?" El demonio miró la varita apuntándole. Una pequeña mueca se extendió por su rostro mientras la miraba.
"Oh... sí... solo es por allí... conozco el camino... si quieres ser tan amable y seguirme..." El demonio le habló en un tono suave y tranquilo. Parecía un lobo a punto de atacar a su presa. Todavía se acercaba mientras hablaba, parecía acercarse cada vez más a Maxine, avanzando hacia ella. Maxine mantenía su varita firme, preparada para cualquier eventualidad. La situación estaba tensa, y el demonio no dejaba de desplegar esa extraña dualidad entre amenaza y suavidad.
"Pero puedes decirme tu nombre?" El demonio solo rió cuando le pidió su nombre. Se rió de una manera burlona, como si fuera obvio que no le diría su nombre.
"No te lo diré... tienes que seguirme..." El demonio le hablaba en un tono tranquilo pero burlón. Estaba casi encima de ella ahora, extendió la mano hacia Maxine de nuevo. "Te digo, no es un problema seguirme..."
"Está bien, seguiré, pero... en verdad, solo quiero terminar esto", decía Maxine sin ganas. La mano del demonio estaba a centímetros del rostro de ella. Habló en un tono bajo, tratando de atraerla más. "Bueno... no pasa nada..."
La atmósfera se volvía más densa con cada palabra y gesto del demonio. Maxine, a pesar de su desinterés aparente, mantenía una mirada cautelosa. La dualidad del demonio continuaba, y la incertidumbre se tejía en el aire mientras avanzaban hacia lo desconocido.
Fue entonces cuando Maxine notó sus uñas. Las uñas del demonio se habían convertido en garras largas y afiladas. Tenía garras como las de un halcón gigante. Eran grandes y afiladas.
"Comencemos a ir..." Él intentó agarrar su muñeca, sus garras estaban a centímetros de arañarle la muñeca. Estaba muy cerca de ella.
Maxine comenzó a caminar con el demonio, “Pero... dime tu nombre." El demonio se rió mientras comenzaban a caminar.
"Mi nombre... no importa... solo sígueme..." Le habló en un tono muy condescendiente. No necesitaba ni quería que supiera su nombre.
El contacto cercano con las garras del demonio dejó a Maxine inquieta, pero su determinación la llevó a seguir adelante. La negativa del demonio a revelar su nombre solo añadía un velo más de misterio a la situación.
"Vamos..." Le habló en un tono bajo mientras comenzaba a caminar más rápido. Maxine se dio cuenta de que la estaba llevando de la muñeca hacia el río.
"Jajaj, pero solo lo necesito para recordarte”, decía Maxine astuta. La mano del demonio se apretó en su muñeca mientras caminaba delante de ella. La miró cuando le preguntó por última vez. Su rostro se volvió frío mientras hablaba, su voz seguía siendo tranquila y baja. "No te lo diré... puedes seguirme o... no..."
El demonio no parecía querer darle su nombre. Su agarre en la muñeca de Maxine no parecía demasiado fuerte, solo lo suficiente para mantenerla cerca de él. "Ohhh, ya recordé el camino... ya no lo necesito, señor." decía Maxine, no queriendo seguir y como excusa camina lejos de él. La dinámica entre Maxine y el demonio se intensifica, creando una tensión palpable mientras ella intenta mantener su astucia frente a la misteriosa figura.
El demonio se volvió para enfrentarla cuando intentó alejarse. Su agarre aún estaba en su muñeca mientras intentaba mantenerla allí. "Oh no..." Intentó jalarla para que volviera. Sus garras aún estaban a centímetros de la piel de su muñeca. El demonio habló en un tono bajo y tranquilo. "No te vayas..."
"Tienes que decirme cómo te llamas o si no no te seguiré." Maxine se cruzó de brazos.
El demonio, con su paso silencioso y una sombra que parecía querer ocultar su rostro, ejercía una presión invisible sobre ella para que lo siguiera. Aunque no podía ver el río aún, sentía que se acercaban.
"Belphegor...", murmuró, tratando de entender la seriedad en su tono. El demonio respondió con calma, sin rastro de broma o engaño en su voz, manteniendo la misma serenidad que había mostrado durante toda la noche. "Y... tú?" preguntó, y Maxine sintió que había algo más detrás de esa pregunta, algo que iba más allá de los nombres.
Belphegor asintió ante el nombre de Maxine, y sus palabras, aún calmadas y bajas, resonaron en el aire. "Es un buen nombre..." A medida que se acercaban al río, Belphegor instó a Maxine a seguirlo con una voz que parecía atraerla hacia el agua. Maxine luchaba por mantener el paso, pero la determinación la impulsaba a continuar.
La oscuridad de la noche envolvía sus pasos, y Maxine comenzaba a comprender la peligrosidad de este demonio. Cada paso de Belphegor era silencioso, como si no quisiera ser percibido. El demonio aceleraba el paso, y Maxine sentía la urgencia de seguirlo.
"Ya casi llegamos...", susurró Belphegor, su voz apenas un susurro. Aunque aún no veían el río, la cercanía era palpable. Maxine agradeció en voz baja a Belphegor, quien, al volver la cabeza, le dedicó una sonrisa demoníaca. Detuvo a Maxine con un toque firme en el hombro, advirtiéndole que no se acercara al río.
"Por favor... no te acerques... a la... river...", le rogó, su voz calmada pero con un agarre fuerte en el hombro de Maxine, como si quisiera prevenir algo inminente.