Capitulo 13
Maxine avanzó hacia la cueva del portal, pero se encontró desconcertada al no saber cómo utilizar la poción para cerrarlo. El resplandor azul intensificaba a medida que se acercaba, y el sonido del agua fluía desde el río. Belphegor la observaba con atención mientras se aproximaba a la entrada de la cueva. Una ligera ráfaga de aire fresco parecía emanar de la caverna.
El fulgor azul cobraba vida desde un pequeño cristal en el suelo de la cueva, revelando la fuente de la luz mágica. Maxine Borage se enfrentaba a la crucial decisión de lanzar la poción para cerrar el portal. Con la gravedad del momento, se preguntó, "¿Si tiro la poción cerrará portales... Las criaturas saldrán o se quedarán ahí?"
Belphegor dio un paso hacia ella, respondiendo con calma, "La poción cerrará el portal... Los demonios y las criaturas que no pertenezcan a nuestro mundo se quedarán ahí y viceversa..." Se giró para mirarla directamente, aconsejándole con serenidad, "Será mejor que... lo hagas ahora..."
Maxine, buscando claridad, inquirió, "¿Quieres decir... que las criaturas mágicas volverán aquí sanas?" Belphegor reflexionó por un momento antes de asentir, "Mmmm... sí..." Observó el cristal en el suelo y, sin volverse hacia ella, indicó en voz baja, "Tira la poción..."
Maxine destapó la poción negra en el suelo, cuya apariencia reflejaba un espejo en movimiento. La poción se movía lentamente, brillando sutilmente a medida que avanzaba hacia el cristal frente a ella. Belphegor retrocedió al observar el proceso. Cuando la poción tocó el cristal, su movimiento cesó, desvaneciéndose gradualmente. La magia que rodeaba el lugar era palpable y casi sobrecogedora.
Al alejarse de la cueva, Maxine aún percibía la magia a su alrededor. La sensación reconfortante insinuaba que las cosas estarían bien. El agua fluía con más suavidad en el río, los animales estaban en silencio, y una paz impregnaba el aire. Una brisa suave acarició su cabello, brindándole una sensación de seguridad.
Belphegor la observaba mientras se alejaba y, con calma, expresó su gratitud, "Gracias..." Maxine, sonriendo, respondió, "No es nada, Belphegor... tengo que encontrar a ese mago Morgor un día y borrarle la memoria, pero hoy no..." Bostezó, agradeciendo, "Gracias por ayudarme..."
Belphegor te miró, continuando con una sonrisa suave. Aquella amabilidad y aura pacífica seguían presentes en él. No parecía tan malévolo como otros demonios que habías encontrado.
"M... mi nombre... es Belphegor..." Habló un poco tímido, como si decir su nombre le pusiera nervioso. "Mi... m... nombre..." Repitió, girándose hacia el río. "Gracias... Maxine..."
Maxine le devolvió la sonrisa y se alejó nuevamente hacia donde estaba el río Sur. Belphegor continuó su camino hacia el río, con pasos silenciosos y suaves. La luna ascendía en el cielo, y las nubes se vislumbraban en la atmósfera.
No parecía el demonio tan peligroso ahora y adoptaba una forma más humana. Era como si contigo fuera diferente a cómo era con los demás. Su voz era suave, y en sus ojos brillaba una luz que resplandecía incluso más que los de Astaroth.
Maxine, confundida sobre la dirección del río, expresó en voz alta su dilema: "Era... al sur... pero si este es el norte... debería ir en la dirección opuesta, ¿no? Maxine es muy mala para ubicarse."
Belphegor se volvió hacia ella asintiendo con comprensión. Se acercó para ayudarla a orientarse, explicando con calma, "El río es... al sur... Si vas en la dirección contraria..." señaló hacia la dirección del río, "...encontrarás el río..." Sonrió mientras hablaba.
"Oh, gracias... Belphegor. Iré... no te preocupes. Puedes irte si quieres", dijo Maxine agradecida.
Belphegor suspiró y pensó por un momento. "Maxine..." su voz era suave, hablaba despacio, "Yo... no... tengo... donde... ir..." Habló con calma y en voz baja. "Iré... contigo..." Se volvió hacia ella con ternura. "Yo... no... tengo... ningún... otro... lugar..."
Maxine Borage accedió a que Belphegor la acompañara, pero estableció límites: "Ohh bueno bueno, pero hasta donde están mis amigos no más." Su sonrisa denotaba gratitud y precaución.
Belphegor, con otro suspiro, accedió con calma, "De acuerdo... veamos hasta donde están tus amigos." Habló en un tono suave y bajo mientras comenzaban a caminar por el bosque. Se aseguraba de mantener un ritmo que no fuera ni demasiado rápido ni demasiado lento, consciente de no hacerte sentir apresurada ni rezagada. "Maxine..." pronunció su nombre con dulzura, dirigiendo su mirada hacia el rostro de ella.
Maxine, intrigada, respondió, "Sí... ¿qué pasa?"
Belphegor continuó caminando contigo, bajando la mirada hacia ella mientras hablaba. "Me... encanta tu... nombre..." expresó con tono amable y dulce. Sus ojos volvieron a destellar, como si disfrutara de su compañía. Miró hacia el cielo al decir, "Yo, yo... como dije, me encanta... el nombre... Maxine..." Su sonrisa amable no se ocultaba, y su mirada seguía siendo gentil.
"Ahh... jaja”, Maxine se siente rara que le diga eso un demonio, “sí, sí, es muy bonito..." comentó Maxine, antes de cambiar el tema, mostrando su curiosidad, "Oye, dime... quería saber si hay diablesas en el bosque prohibido?"
Belphegor reflexionó por un momento antes de responder con calma y lentitud, "Sí... hay diablesas en el bosque..." Se detuvo para rascarse la barbilla, sus ojos se dirigieron al cielo mientras continuaba hablando, "Pero..." hizo una pausa antes de dirigirse a Maxine nuevamente. Su voz transmitía una calma particular, "Ellas... no... son... amables... como... yo..."
"Ohh, sí, lo imagino... ellas hacen tratos, ¿no? Con los brujos o muggles incluso..." comentó Maxine, explorando la naturaleza de esas criaturas en el bosque prohibido.
"Efectivamente..." Belphegor continuaba caminando al lado, hablando con calma y lentitud. Su voz tenía cierta inocencia, y el demonio parecía suave y amable. Casi como a un niño pequeño. "Ellas... son... más... temerarios... que... yo..." La miró mientras hablaba. Sus ojos volvieron a destellar, como si estuviera ansioso por conocerla.