Capitulo 18
Maxine bromeaba sobre la idea de que Newt la recordara en el futuro, aunque sabía que era una ocurrencia algo absurda. Sin embargo, para Newt, recordarla no sería una tarea difícil; había dejado una impresión duradera en él y la consideraba una amiga.
"Lo recordaría... es imposible olvidar a una persona tan agradable como tú. Y no lo digas así... no pienses así... en algún momento en el futuro, ya sea mañana o más tarde, estaremos juntos otra vez", expresó Newt con una sonrisa amable, transmitiendo una sensación de confianza y amistad.
Maxine se sintió reconfortada al escuchar las palabras de Newt; de repente, la soledad que sentía se desvaneció un poco. "Muchas gracias, Newt. Tampoco te olvidaré", respondió Maxine con una sonrisa, mientras observaba cómo sus compañeros continuaban enfrentando sus miedos en el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Newt sonreía amablemente a la chica, que ahora se veía mucho más animada. Las palabras del joven habían tenido un efecto positivo en Maxine. "¡No hay problema!", respondió Newt, sintiéndose bien por haber alegrado el día de la joven.
Al finalizar la clase, Maxine y Newt salieron al corredor, sus mentes llenas de las lecciones aprendidas y el corazón ligero por la experiencia compartida. La conexión entre ellos crecía con cada encuentro, tejida por la magia de Hogwarts y la promesa de un futuro lleno de aventuras compartidas.
Más tarde, en la biblioteca, Maxine se sumía en pensamientos sobre el año 1910. A pesar de su fascinación por las películas sobre la Primera y Segunda Guerra Mundial, sabía que aún faltaban cuatro años para esos eventos. Se preguntaba cómo sería enfrentar la posibilidad de que algunos de sus compañeros murieran o perdieran a sus familiares en el conflicto. Un suspiro escapó de sus labios, consciente de que no podía cambiar el curso de la historia. En un intento por alejar esos pensamientos, decidió refugiarse en libros de romance.
La biblioteca estaba sumida en un silencio profundo mientras Maxine se sumergía en su lectura. Los pasillos y aulas desiertos ofrecían un entorno tranquilo, permitiendo que la joven se sumergiera por completo en la historia que tenía entre manos. Aunque el futuro incierto le planteaba preguntas inquietantes, disfrutaba del refugio temporal que le brindaba la trama romántica que exploraba.
Aunque recordaba que debía profundizar en el conocimiento sobre demonios, en ese momento, Maxine prefería ser simplemente una estudiante más, deleitándose con la lectura de "Orgullo y prejuicio" mientras una suave sonrisa adornaba su rostro.
Maxine se sumergía en la lectura con deleite, disfrutando de la tranquilidad que el castillo le proporcionaba mientras se sumía en su propio mundo de letras. Sin embargo, su placentera experiencia se vio abruptamente interrumpida por una voz desconocida que rompió el silencio del pasillo. Un tono alto y algo grueso resonó en el aire, y la joven, desconcertada, apartó la vista de su libro para identificar la fuente del sonido.
La figura que se perfilaba en el pasillo no correspondía a la de un estudiante, sino a la de un hombre adulto. Aunque su rostro parecía tosco, la voz, a pesar de su tono profundo, dejaba entrever cierta amabilidad. Este hombre se acercó a Maxine con una sonrisa, ofreciéndole amablemente su lugar en un banco.
Maxine, siendo una de las personas más encantadoras de Hogwarts, observó al hombre con una especie de aura angelical que parecía emanar de ella. Mantuvo su asiento, atenta a la situación, y con educación, preguntó al señor qué necesitaba.
El hombre en el pasillo resultó ser nada menos que Dumbledore, cuya presencia emanaba una serenidad característica. Con su suavidad distintiva, expresó su agradecimiento a Maxine por la ayuda brindada a los estudiantes. Le elogió, resaltando que Hogwarts se había convertido en un lugar hermoso y educativo gracias a su valiosa contribución.
Maxine, sintiéndose un tanto avergonzada por no reconocer al profesor debido a la luz y al cansancio en sus ojos, se levantó para saludarlo como una buena estudiante. Dumbledore, extendiendo su mano hacia ella con una sonrisa afable, aseguró que no había problema y que era un placer contar con Maxine como una parte importante de Hogwarts.
Entre risas, la joven expresó su respeto y, con cortesía, preguntó al profesor si algo le preocupaba o si simplemente pasaba por allí. La interacción entre ellos fluía con amabilidad y respeto, envuelta en la atmósfera mágica característica de Hogwarts.
Dumbledore, con su característica amabilidad y sincera preocupación por el bienestar de sus alumnos, explicó a Maxine que solo pasaba a saludar y asegurarse de que se sintiera bien. Le confesó su inquietud por ella, deseando que no se sintiera sola durante el fin de semana.
Maxine, temerosa de que Dumbledore descubriera su falta de presencia en las habitaciones de Hogwarts la noche anterior con Newt, decidió darle una explicación. Con cierta ansiedad en su voz, mencionó que no se sentía sola, ya que era amiga de Newt Scamander y que pasaria el tiempo con él durante el fin de semana. Maxine quería transmitir la idea de que tenía amigos y que no estaba sola.
Dumbledore, sin mostrar sospechas y con su característico tono amable, continuó la conversación. Le reveló a Maxine que planeaba hablar con Newt más tarde para conocer detalles sobre su prueba del fin de semana y le preguntó si sabía algo al respecto. Maxine, hábilmente, respondió que no sabía nada al respecto, tratando de mantener las apariencias.
El profesor le guiñó un ojo de manera discreta, indicando su complicidad, pero decidió no profundizar en el tema. Se despidió cordialmente de Maxine, estrechando su mano, y se retiró.
Maxine, en pie y con cierta inquietud, despidió a Dumbledore. El joven profesor, mirándola con confianza, expresó su deseo de volver a verla. Maxine cerró su libro y se dirigió a su sala común mientras el toque de queda nocturno se aproximaba, tratando de evitar llamar demasiado la atención. La atmósfera del castillo de Hogwarts se mantenía en calma y misteriosa durante la noche.