Me aferro a lo indebido

Prólogo

Dicen que la soledad es un mar de lágrimas, y al parecer tienen razón porque me siento solo si no te tengo. 

Y dime que eso no es cierto.

¿Fuimos un completo tormento?

Tanto que te ayudé, mi tiempo sí que te entregué y hoy en día soy lo peor.

Finges nada más por el qué dirán los demás.

¿Hasta cuándo te mentirás?

La lluvia ha cesado y sigues dudando si yo era leal.

El silencio me condenó porque no quería decirte adiós, pensando que era lo mejor, y callé aquella confesión.

Y quisiera gritar a los cuatro vientos que fuiste tú mayor deseo, y tal vez esté equivocado pero yo, te sigo amando. 

Todas las amistades están llenas de locuras, y cuando hay confianza no importa el lugar, si no la persona.

Y admito que sonreías y me iluminabas el día; a pesar de que estuviera roto siempre te comprendía porque eras mi vida.

A veces siento que sin ti no soy nadie. Me hiciste un completo desastre. Me ilusionaste y me manipulaste, supuestamente aferrándote...

Cuando era mentira.

—¿Crees que no soy un buen chico para ti? —dice en un mar de lágrimas. Me puse al frente y le confesé diciendo lo siguiente:

—Nunca lo has sido, y te ayudé fue porque ¡me dabas lastima! —solté sin más preámbulo. —¡Jamás serás alguien sin mí! ¡No tienes vida si no estoy a tu lado!

Y con un rotundo adiós...

—¿Lo has asesinado? —preguntó con voz susurrada, que me erizó la piel y colocó los pelos de punta.

—No lo sé —gimoteé—. Solo... solo...

Tenía que descubrir la verdad... ¡mi asesina realidad!



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En el texto hay: gay, malos entendidos, engaño y amor

Editado: 15.08.2023

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