Me convertí en un namek

Parte 12

— El amor... qué tontería — Bills avergonzado se fue a recostar hasta que su ángel volviera.

Al llegar al palacio de Zeno Sama, encontraron a Daishinkan esperándolos.

— Buenas tardes Sr. Piccolo ¿A qué debo su presencia?

— Quiero pedirle poder usar las Super Esferas del Dragón para que puedan traer de vuelta a Sofía, sin ese gran poder.

— No se puede, al reparar el universo hice la consulta, y lamentablemente cuando ella entra en nuestra dimensión es como namek y con ese poder.

— No sé qué más hacer — el hombre de piel verde cayó de rodillas, derrotado, ya no tenía ninguna otra idea para volver a estar al lado de su amada.

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En la Tierra pasó un año después del incidente de la Expo Anime, Sofía por fin volvió al colegio, lo que coincidió con la llegada de un estudiante de Corea del Norte, Bessekai, era huérfano, sus padres eran coreano y japonesa, murieron para ayudarlo a huir, llegó al país latino con joyas y oro, con la fortuna que tenía había contratado un abogado para tramitar su asilo político, por suerte hablaba español perfectamente, cuando regularizó su situación, invirtió en empresas. Ahora era uno de los jóvenes del liceo más reconocidos por todos.

La primera vez que Sofía lo vio se ruborizó, su manera de mirar y su pelo cortísimo, más su altura le hizo compararlo inmediamente con su amor perdido.

"No puede ser, ahora lo veo en todos lados, como te extraño Piccolo".

Apenas pudo el alumno coreano pidió autorización para abrir un club de Kenjutsu en el colegio, además abrió una academia privada de la que él administraba personalmente.

Cuando la muchacha pudo volver a su vida normal, se animó y solicito poder unirse al club de Kenjutsu de la escuela, fue aceptada inmediatamente, allí Bessekai le comentó que buscaba personal para su academia, que presentará sus documentos, a Sofía le encantó la idea, ya que había perdido su trabajo en el gimnasio, así que solicito un puesto de aseadora.

A los dos días la llamaron para informarle que habían analizado sus papeles, y le ofrecieron uno de recepcionista, con un excelente sueldo.

— Un gusto tenerte entre mis empleados — dijo Bessekai cuando la contrataron, obviamente con la autorización de su madre por ser menor de edad.

— Gracias a usted por darme la oportunidad.

— No me trates de usted, dime por mi nombre — su voz era muy profunda.

"Solo me gusta porque se parece a Piccolo — pensó sonrojada".

El primer día de trabajo de Sofía, tuvo que atender a Susana que iba a inscribirse.

— Esto es un desastre, ensuciaste mi blusa de diseñador con el lapicero, quiero que me devuelvas el dinero que costó — reclamó la rubia, molesta.

— Yo no hice nada.

— Quiero hablar con el gerente para poner mi queja.

Bessekai apareció a su lado.

— ¿Qué pasa Srta. Basoalto?

— Te dije que soy Susana — le sonrió — no quería molestarte, pero esta idiota me ensució la blusa, quiero que le descuenten de su sueldo para pagármela.

— Srta. Basoalto, yo estaba viendo y fue usted misma quien se la manchó.

— ¡¡Cómo dices!! — miró enfadada a todos — pondré una demanda.

— Avíseme para llevar estas imágenes al juicio.

Les mostró a todos los presentes en un monitor, la grabación que la había captado usando un lápicero que saco de su cartera para manchar su blusa, mientras Sofía estaba de espaldas a la rubia, buscando unos papeles.

— Le diré a todos que es un lugar de cuarta — se fue gritando amenazas.

— Lo siento señor.

— No me digas de usted, y no te preocupes, perro que ladra no muerde.

— Gracias por apoyarme.

— No me gustan las mentirosas, sigue con tu trabajo, lo haces bien —  le sonrió de lado y volvió a su oficina.

Al otro día cuando terminaron la clase de Kenjutsu en el Liceo, el joven coreano le propuso a Sofía entrenar un poco antes de la siguiente clase.

Comenzaron a luchar, la joven le dio un golpe al otro, creyendo que se había distraído se fue directo a él, pero antes de golpearlo se movió para pasar por el costado, y se puso atrás del muchacho, fue a darle con el canto de su mano en la nuca, pero Bessekai se dio vuelta rápidamente y paró el golpe, tomándole el brazo.

— No voy a caer en el mismo truco dos veces — la miró a los ojos ¿Por segunda vez? Antes solo uso esa maniobra con Piccolo pensó, esa vez que lo dejo inconsciente — ¿Cómo has estado Limax? — el joven le sonrió de lado.

La muchacha lo miró asombrada, hazta que por fin comprendió lo que le dijo.

— ¡No puede ser! ¿Eres tú, Piccolo?

— Cuando terminen las clases ven a verme, te contaré todo.

Ella asistió a los salones mecánicamente, su mente estaba concentrada en lo que pasó. Cuando sonó el timbre del final de clases, salió como rayo al salón de entrenamiento, allí estaba el muchacho solo, con los brazos cruzados esperandola.

— ¿Eres tú? — susurro angustiada, tiene que ser, me llamó por mi nombre namek.

— Soy yo ¿Acaso no me reconoces, Limax?

— Deja de llamarme así — le golpeó el hombro, tratando de no llorar de alegría.

— Veo que estas bien — sonrió feliz.

— ¿Cómo es que estás aquí?

— Es que...

"— No sé qué más hacer — el hombre de piel verde cayó de rodillas, derrotado, ya no tenía ninguna otra idea para volver a estar al lado de su amada.

— Si no hay nada más que decir, le pido que...

 — No puedo estar con ella en esta dimensión... pero... lléveme con los Zenos Samas — se levantó, con fuerzas renovadas.

— No puedo, están ocupados — respondió el Daishinkan molesto.

— Me quedaré aquí hasta que puedan recibirme.

— Usted no puede...

Pero antes que el Gran Sacerdote dijera algo más, los dos Reyes de todo aparecieron.



#17860 en Novela romántica

En el texto hay: inseguridad, amor

Editado: 14.06.2022

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