"No hay fragilidad más grande que las que esconden las personas fuertes."
Habían pasado algunos días desde mi última cita con Dennis, recordaba que habíamos ido a un parque a pasar la tarde claro que luego de eso había estado informando sus mensajes, llamadas y hasta comentarios en mis redes ¿Había una explicación? No lo sabía, tal vez sí lo sabía, pero no era algo que quisiera admitir ahora, no me lo podía permitir.
Estos últimos días había tenido más peleas con mi familia de lo normal, por un lado, tenía los constantes reclamos de mi madre hacia mí, no dejaba de recalcar la clase de monstruo que era. "Eres fría Kimberly", "No tienes corazón", "Destruyes todo lo que tocas", "No eres capaz de sentir empatía por nadie.", "Nadie jamás va a amarte, así como eres, porque no eres digna de amor." Habían sido las últimas palabras que había escuchado de su parte, no había vuelto hablar con Emily, habíamos cruzado miradas algunas veces, pero rápidamente nos evadimos la una a la otra.
De parte de mi padre también había tenido varios reclamos, no lo tenía muy feliz mi amistad con Dennis, y eso que no sabía hasta qué punto había llegado con el ojiazul, claro que cuando se enterara pondría el grito en el cielo. "Mereces más Kimberly." "Tienes que codearte con personas de nuestro nivel." "Mantén el orgullo de nuestro apellido, no me decepciones tú también." "Los sentimientos son solo para débiles, te hacen débiles y yo no te crie para que lo seas." Claro que se contradecía con todo lo que mi madre me había dicho, bueno de alguna forma lo hacía.
Con mis hermanos había tenido solo pequeños roces ya que no les agradaba la forma con la cual estaba tratando a Emily, era su madre y es obvio que estarían de su lado tampoco pedía que estuvieran del mío, no me interesaba sólo era estresante tener que lidiar con todas estas emociones. Odiaba estos días, cuando no me sentía yo, cuando me sentía sumamente pequeña y abrumada, realmente lo odiaba.
Me encontraba frente de mi mesa de maquillaje, mirando como todo se encontraba ordenado, odiaba el desorden. Mi mano pasó con fuerza por toda la mesa lanzando al suelo todo lo que estuviera sobre la madera blanca. Me senté en mi mesa de maquillaje, mirándome al espejo fijamente mientras algunas lágrimas comenzaban a recorrer mis mejillas, a veces llegaba a desconocer me. Mi reflejo no siempre me encantaba y hoy era uno de esos días, esos jodidos días dónde odiaba ser yo, dónde odiaba estar aquí.
—No llores más, no tiene sentido desperdiciar una lágrima y menos por ellos, vos… ¿Vos enserio pensaste que él siente algo por ti? ¿Quién podría enamorarse de vos? ¿Pensaste que te quería? No… claramente no lo hace y jamás lo hará porque jamás podría llegar a querer a alguien como vos. Solo mírate eres ridícula, das pena. Él es una persona buena y tú solo eres el mar personificado eres una idiota que abrió su corazón pensando que merecía cariño pero no es así, no mereces nada, mereces estar sola y sin nadie que te ame, mucho menos alguien como el jamás lo hará entiende eso de una jodida vez. — Me aleje rápidamente del espejo, no podía seguir viendo esa imagen tan repugnante, tan despreciable, esa imagen llena de vergüenza, tanta fragilidad en una sola imagen.
Me había enamorado de Dennis y ese sentimiento me estaba matando, porque en el fondo muy en el fondo sabía que Emily no estaba tan equivocada, no merecía tener en mi vida una luz tan brillante, la iba a pagar y consumir con tanta oscuridad que había en mi interior. Mi padre también tenía razón, los sentimientos eran debilidad, y me sentía así a veces, débil, como alguien pequeña, pero a la vez me sentía protegida por él, segura, mimada, amada, sobre todo.
Mi móvil sonó por sexta vez en lo que llevaba del día, mire este viendo un mensaje de Dennis como el resto no los abría sólo los leía del panel de notificaciones, aún no sabía si tendría el valor de dejarlo entrar, si valía la pena hacerlo.
"Dennis"
Sin dudas y creo que ni hace falta aclarar que me tienes loco por ti. Desde que te vi no pude ni puedo sacarte de mi mente. Eres una princesa hermosa y con un carácter sin igual. Me encanta poder compartir tiempo contigo... y a veces más que eso. Espero poder estar ahí para ti a cada instante. Y ser quien te haga ver las estrellas siempre. Te quiero. Dennis.
Tenía muchos mensajes de ese estilo de su parte y me sentía fatal al no contestarle como debía, al estar evadiendo sus invitaciones, pero ¿Realmente qué le podía decir? Oye la chica que te atrae es una persona sin corazón digna de amor. Recordé el día que nos conocimos por primera vez, le había dicho que el placer era suyo porque ego siempre, pero en este preciso momento no me sentía de esa forma, el placer había sido completamente mío.
Apague apagar el móvil estar viendo varias notificaciones no me estaban ayudando en nada, tampoco quería seguir llorando esta parte mía era la que siempre enterraba, un lado que nadie jamás había visto, ni siquiera mi propia familia, ellos siempre veían la misma imagen mía y jamás los dejaría verme en un estado así, sabía que era idiota sentirme así porque no me beneficiaba en absolutamente nada todo lo contrario me perjudica.
Salí de mi cuarto para poder entrar a otro, puse el código de seguridad el cual abría la puerta y cerré está tras de mí. Todo brillaba cada diente, zafiro, esmeralda, rubí reflejaba con la luz artificial, pero a su vez todo se sentía. Mi mano pasó por alguna de las coronas acariciando estás suavemente, podía sentir el frío realmente todo el conjunto podía ser algo valioso, encantador, maravilloso, pero en este momento todo se sentía tan frío, solitario.
Recordaba que cuando era niña las usaba para jugar, me sentía como una princesa real con mis vestidos pomposos, zapatos, maquillaje y claro una hermosa corona o tiara sobre mi cabeza me sentía invencible, intocable, poderosa, fuerte. La primera vez que me sentía vacía y triste tenía nueve y me había prometido a mí misma jamás sentirme de esa manera nuevamente, haría todo lo posible para evitarlo y si lo que necesitaba era enterrar mis emociones y sentimientos lo haría y si fue como sucedió.