Capítulo 2.
"Está bien, te lo voy a decir."
Una semana, y nada.
Diego no escribió.
Estuve todos los malditos días entrando a su chat, como una maniática, esperando a que enviara algún mensaje. Pero no pasó.
Por fortuna, tengo a la mejor amiga de todas. Inmediatamente después que la llamé para desahogarme, llegó a mi casa, y para despejarme, vamos a salir de fiesta. Justo en éste momento Dani y yo nos estamos alistando para ir al nuevo club que inauguraron en el pueblo.
Se llama AMNESIA, y nos dijeron que estaba genial.
Hoy me olvidaré de Diego, de la universidad, y todo lo que me tiene la cabeza hecha un completo nido. Así que para eso, hoy decidí disfrutar, y dejar todo a un lado.
Quiero emborracharme.
No.
NECESITO emborracharme.
Termino de aplicar el labial, y cuándo me giro, mi mejor amiga me observa con una sonrisa enorme en el rostro. — ¡Dios mío, me encanta cómo te ves! — exclama emocionada.
Llevo puesto un vestido color carmesí que resaltaba un poco mis curvas, con una chaqueta de cuero negra y unas botas a juego.
Sonrío. Y me acerco para hacer que gire. — Tú también estás muy guapa. Santi es un afortunado. — la halago.
Suelta una risita — Bueno, vámonos señorita. Hoy sales con novio de ese club, como que me llamo Daniela Anderson — afirma con autoridad, y yo no puedo evitar soltar una carcajada.
— Estás loca. — digo entre risas, mientras tomo mi celular, mi identificación y las llaves de la casa para meterlos en un pequeño bolso a juego con mi outfit.
— Así me quieres. — afirma encogiendo sus hombros antes de copiar mi acción. Y cuándo nos aseguramos de estar completamente listas, salimos de la habitación.
Antes de irnos mamá y papá nos dan la típica charla de advertencia. Nosotras sólo fingimos escucharlos mientras respondemos con un simple "sí" o "De acuerdo". — No nos juzguen, la charla ya la sabemos de memoria. Por eso los ignoramos. — Al fin terminan, y nos dejan libres. Ya Santiago nos esperaba afuera.
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Al llegar a AMNESIA, lo primero que noté es que no cualquiera puede entrar, ya que mientras hacíamos la fila - la cual parecía interminable, - con los chicos, vimos cómo los porteros devolvieron a muchísima gente. Por fortuna, nosotros pudimos entrar sin problema alguno. Y al entrar entiendo el porqué. Es un lugar fino, y la decoración es moderna. Hay luces de colores, y efectos especiales. La pista es muy amplia, y a nuestro al rededor ya hay parejas bailando al ritmo de la música, y siento cómo mi cuerpo vibra debido a la potencia del volumen de la misma. Santiago le dice algo al oído a Dani, ella asiente y me mira, haciéndo una seña al área de arriba, hago un asentimiento, y nos dirigimos a las escaleras. Al subir, noto las mesas con vista a la pista de baile.
— ¡Esa de allá está perfecta! — grita en mi oído señalando una de las mesas del fondo.
Al sentarnos, comenzamos a charlar animadamente, mientras esperamos a que Santiago llegara con las bebidas.
Y casi tres horas después, aquí estamos...
Bailando en medio de la pista, con unos cuántos shots de tequila encima. Lo de bailar, está genial, y me atrevo a decir que no lo hago mal... lo que no me parece genial, es haber escogido beber tequila. Soy muy mala para tomar alcohol, suelo embriagarme fácilmente. Y justamente es cómo estoy ahora... ebria, y más alegre de lo normal, y bailando cómo si mi vida dependiera de ello.
Y aunque Dani y Santiago no se quedan atrás, está claro que yo estoy muchísimo más ebria. De pronto, siento una molestia en la parte baja de mi abdomen, lo que indica que tanto líquido ya hizo efecto, así que luego de avisarle a Dani, me dirijo rápidamente al baño.
Con dificultad, logro llegar, y entro al primer cubículo vacío que se cruza en mi campo de visión. Luego de hacer mis necesidades, me acerco a lavarme las manos, y aprovecho para retocar un poco mi maquillaje. Mientras guardo las cosas, veo mi teléfono. Automáticamente mis dedos comienzan a picar.
Quiero llamarlo.
Muerdo mi labio inferior con nerviosismo, mientras lucho internamente para no llamarlo. Saco mi celular lentamente, los desbloqueo, y busco su número en mi lista de contactos.
El efecto de alcohol gana, así que sin más, marco el número de Diego, y llevo el celular a mi oído. Mi pierna comienza a moverse frenéticamente.
Repica un par de veces, y nada. Seguramente debe estar dormido, o simplemente no quiere contestarme. Por algo no ha escrito durante una semana, ¿no?. Sólo hablamos ese día porque era mi cumpleaños y quería ser amable, nada más.
— ¿Ángel?
Su voz el mi oído hace que de un respingo, sacándome del debate mental en el que me encontraba. Aunque estoy tan ebria, que el tono de asombro en la misma, me hace soltar una risita.
— La misma. — digo con diversión, mientras me miro en el espejo — ¿Qué tal estás D?
Escucho cómo suelta una carcajada, y siento cómo mi corazón da un salto. Jamás había escuchado una risa tan perfecta.
— Angie ¿estás borracha verdad? — cuestiona divertido.
Ruedo los ojos — ¿Tanto se nota? .
— No no, nada que ver. — ironiza.
— El sarcasmo está de más , D — finjo molestia.
— ¿Dónde estás?, voy por tí. — Suelta.
Siento cómo mi corazón se acelera.
¿Es capaz de venir a buscarme a éstas horas?
Diego no vive en el pueblo. Es sólo que viene muy seguido aquí por su novia, y también que gran parte de su círculo de amigos son de acá. Él vive en un pueblo que queda a unos 15 minutos.
— Estoy en el nuevo club del pueblo — no lo pienso dos veces al decirle dónde estoy — aunque no creo que estés cerca... digo, con eso de que vives en el pueblo vecino — suelto haciéndome la indiferente. Y aunque no lo estoy viendo, estoy completamente segura de que tiene una sonrisa en sus labios.