Capítulo 3.
El primer beso.
— Bueno chicos, es todo por la clase de hoy. Nos vemos el Jueves.
El profesor de Introducción al derecho se despide, y todos recogemos nuestras cosas rápidamente.
Ya quiero irme a casa.
Por suerte era mi última clase del día.
Estoy muy cansada y muerta del sueño. Estuve hablando con Dani hasta muy tarde anoche, porque no me aguanté las ganas de contarle la confesión de Diego. Se puso a gritar cómo una loca histérica cuando le dije todo. Creo que estaba más emocionada que yo.
Aún no me creo que me haya dicho que también tenía un crush conmigo.
Yo pensé que él nunca se fijaría en mí, que no sabía de mi existencia. Por un año entero me dediqué a admirarlo de lejos. Luego, me doy cuenta de que él en cierta forma sí sabía de mí, y comenzamos una amistad virtual, y bueno, creí que todo quedaría así.
Pero no.
Llegó ese mensaje en mi cumpleaños.
Y luego todo se dio tan repentinamente.
Dios.
Es que aún no lo asimilo.
Le gusto.
Bueno, no sé si realmente le gusto, pero por algo me dijo que también era su crush, ¿no?.
Aunque lo que me dijo anoche me dió esperanzas, mis inseguridades son más fuertes. Diego tiene novia, y esa es razón suficiente para no querer ilusionarme.
Lo menos que quiero, es sufrir.
Mi vida amorosa siempre ha sido un caos. Nunca me ha ido bien, y eso ha causado en mí un remolino de inseguridades. Me cuesta mucho confiar, se me hace casi imposible abrirme, porque siento que terminarán fallándome.
Sé que no todos los chicos son iguales. Pero siempre hay algo que me hace querer huir.
Y lo que me aterra, es que con Diego es totalmente lo contrario.
Con él no hay miedos, no hay dudas ni inseguridades. En el poco tiempo que llevamos cómo amigos, le he contado cosas que sólo personas realmente importantes, cómo Dani, o Fer, saben de mí.
Él también me ha contado muchas cosas que no todo el mundo conoce de su vida.
Siento una conexión inexplicable con él. Es cómo si de un imán se tratara. Y la fuerza de atracción que hay, es increíble.
Es la primera vez que me siento así. Y tengo miedo de que todo sea igual que siempre.
Estoy cansada de terminar jodida, y rota.
El claxon del carro de papá me saca de mis pensamientos, y sonrío cuándo asoma su cabeza por la ventana.
—Pensé que te habías quedado sorda. Ya casi bajaba a buscarte — bromea.
Suelto una risita — Sabes cómo soy, pá. Estaba en mi nebulosa — hablo mientras me subo al auto.
—¿Cómo te fue, mi amor? — pregunta antes de besar mi frente.
—Pues... bien — me encojo de hombros, y abrocho el cinturón de seguridad. — hoy las clases estuvieron tranquilas.
Enciende el motor, y me sonríe —Que bueno.
Le devuelvo la sonrisa, aunque forzada. Y recuesto mi cabeza en el respaldo.
Comenzamos a hablar de otras cosas, y papá me cuenta que se va a un viaje de trabajo por unos días. Estuvo contándome lo que haría, hasta que caí rendida por el sueño.
Dos horas más tarde, siento una pequeña sacudida...
—Angie, llegamos — dice papá con voz suave.
Abro los ojos lentamente — Me quedé dormida — balbuceo.
—No me di cuenta. — dice burlón.
Tomo mi mochila, y bajamos del carro. Al entrar a casa, mamá ya no esperaba con una sonrisa —¿Cómo les fue?.
—Bien — decimos al unísono. Papá se acerca, y deja un beso corto en sus labios para luego dirigirse a la habitación y bañarse antes de cenar. Yo hago lo mismo, y mamá deja un beso en mi frente.
Me dirijo a mi habitación, y al entrar, lanzo mi mochila en la cama, y comienzo a quitar mi ropa. Sólo logro sacar mi blusa, ya que escucho que mi celular suena. Lo saco del pequeño bolsillo en mi mochila, y sonrío al ver de quién se trata.
—Hola.
—¿Cómo te fue, preciosa? — es increíble cómo con sólo escuchar su voz, ya mi corazón comienza a latir desenfrenado.
—Pues... cómo siempre - suelto un suspiro, y me lanzo, cayendo de espaldas a la cama. — no me gusta ir a la U.
—Deberías hablar con tu papá, ángel. Me has dicho que él te apoya en todo. No debes tener miedo de decirle que no te gusta lo que estudias — dice con voz suave.
—Lo sé, D... es sólo que me aterra, no quiero que se enoje por no haberlo hablado antes.
—Te entiendo. Pero si no arriesgas, no sabrás nunca lo que piensa.
—Por el momento prefiero no arriesgarme.
—Bueno, si es lo que quieres.
—¿Qué tal te fue en el trabajo? — cambio de tema.
—Me fue muy bien. La verdad me encanta muchísimo. Además mi jefe es muy buena persona — dice entusiasmado. Y yo no puedo evitar sonreír.
Diego comenzó hoy en su nuevo trabajo, es en una agencia de diseño, y estaba muy nervioso por cómo le iría en su primer día. A él le encanta muchísimo todo lo que tenía que ver con eso.
—Me alegra muchísimo. ¿Ves?, Te dije que te iría genial.
—¡Si! — exclama — también aprendo muchísimo más. Y eso me encanta.
Se escucha tan contento, que sus palabras imparten calidez en mi pecho. Y sonrío aunque no me vea —Que bueno, no sabes lo feliz que estoy por tí.
—Gracias, ángel. Eres la mejor.
—Exageras. — digo con diversión.
—Es la verdad — afirma — oye... ¿sigue en pie lo de la película?.
Mis ojos se abren cómo platos, y me siento rápidame dándome una bofetada mental.
Lo había olvidado completamente.
Hace unos días, invité a Diego a ver una película. Pero con tantas cosas que tenía en la cabeza, ya ni lo recordaba.
—Lo había olvidado. — confieso apenada — ¿era éste viernes, no? — muerdo mi labio inferior con nerviosismo.
Escucho que suelta una carcajada.
—Sí, Angie. Era éste viernes — dice divertido.
—Si aún quieres verla. Por mí esta bien. — Trato de sonar indiferente. Pero la verdad es que muero por verlo.
—Claro que quiero.
Sonrío cómo tonta. —Entonces, nos vemos el viernes.