Capítulo 13.
Pequeño imprevisto:
La conversación con Diego me dejó más tranquila. Y aunque la inseguridad sigue ahí, confío en él. No sé si soy muy tonta o crédula al hacerlo... pero quiero confiar.
Muchas veces mamá me ha criticado por ser así. Siempre busco el lado bueno de las cosas, pienso que todas las personas son buenas y que nunca me harían daño, las dejo acercarse, y al final... me decepcionan.
Sin embargo, nunca hago caso. Soy de las que sí cree en las segundas oportunidades, en que realmente las personas cambian. Y no me importa si al final vuelven a fallarme. No fui yo la que estuvo mal.
Suspiro pesadamente, y me lanzo bruscamente a la cama. La fiesta terminó hace un rato, así que ahora estoy en la habitación que Vanessa me preparó para quedarme, esperando a que Diego me traiga una manta. Hace algo de frío, y acá sólo había una cobija muy delgada.
— Ángel, ya te conseguí la cobija. — La voz de Diego me saca de mis pensamientos. Tiene su cabeza asomada por la puerta. Y sonríe cuándo nuestras miradas se encuentran. — ¿puedo pasar?.
Me siento rápidamente en la cama, y asiento. Entra a la habitación, y me extiende la cobija.
— Gracias, D. - le doy una sonrisa de boca cerrada.
Se sienta en la orilla de la cama, y coloca una mano en mi pierna. — ¿Cómo la pasaste? — cuestiona con voz suave.
— Bien. — me encojo de hombros, y suelto una risita nerviosa — estuvo divertida la fiesta.
Diego me mira, y suelta un pequeño suspiro:
— Perdóname por lo de antes. Yo no sabía que ella vendría, y...
—Diego. — lo interrumpo. Coloco una mano en su pierna, y le sonrío. — no te preocupes, de verdad. Ya pasó.
— Es que, sigo apenado por eso. No quería que pasaras ese mal rato. Te había asegurado que no vendría, y luego... — bufa con frustración.
— No pasa nada. Sí me sentí incómoda cuándo Danna apareció aquí de pronto. Pero luego de nuestra conversación me quedé más tranquila. — confieso.
Lleva la mano que tenía sobre mi pierna a mi mejilla, y la acaricia. — No volverá a pasar. Lo prometo.
— Está bien.
Su mirada queda fija sobre la mía. La forma en que me mira es tan intensa, que me hace tragar grueso. Y sin siquiera dejarme reaccionar, o pensar, estampa sus labios sobre los míos. Rápidamente agarro el ritmo del beso, su mano se posiciona en mi nuca, haciendo que me acerque aún más a él, y profundiza el beso. Sus labios húmedos sobre los míos despiertan un millón se sensaciones en mí, y un calor repentino recorre la parte baja de mi estómago. Es el beso más apasionado y provocativo que me ha dado. Mi corazón se acelera cuándo hace que me recueste, quedándo él sobre mi, apoyado sobre sus brazos. Una de sus manos se adentra en mi camisa, y es simple roce de sus dedos sobre mi piel, hace que me erice entera. Acaricia suavemente mis costillas, de arriba hacia abajo. Llevo mis manos a su cabello, enterrando mis dedos, y un pequeño jadeo se estampa de mis labios.
— Diego. — suspiro.
— Me encantas, Angie. — su voz sale más ronca de lo normal.
Cómo respuesta, muerdo su labio inferior, y él suelta un gruñido.
Mis alarmas se disparan cuando su mano sube un poco más. Con una mano, lo separo suavemente.
— Diego, debemos parar. — suelto. Mi respiración es un desastre, y la de él no se queda atrás.
— Tienes razón. — dice agitado. Se levanta rápidamente, y frota su rostro. — perdóname, no sé que me pasó.
— Fue cosa de ambos, Diego. No hice nada que no quisiera. — me siento en la cama, y lo miro. — es sólo que...aún no es momento.
— Lo sé. — se acerca, y deposita un beso en mi frente. — ¿quieres que me quede otro rato, o tienes mucho sueño?.
Si permito que se quede, todo volverá a descontrolarse. Y no es que no quiera... es que no es momento. No quiero perder mi virginidad de esa forma. Sabiendo que aunque él no lo acepte, está confundido.
Así que, sin dudarlo ni un segundo, uso la segunda opción.
— Tengo un poco de sueño. — murmuro.
Ebosa una pequeña sonrisa y asiente. — Está bien. — deja un beso en la comisura de mis labios. — Buenas noches, ángel.
— Buenas noches, D. — Le doy una sonrisa de boca cerrada, y besa mi frente antes de salir.
Diego deja la habitación, y yo me quedo inmóvil en el mismo lugar. Asimilando todo lo que acaba de pasar.
Sus labios sobre los míos.
Cada roce.
<< Me encantas, Angie. >>
Bruscamente, caigo hacia atrás, y froto mi rostro.
— ¿Qué ibas a hacer? —murmuro para mí.
Un poco más, y terminas sin florecita.
Cállate.
Tomo una almohada, y la coloco en mi cara, ahogando un gruñido en ella.
∘❀∘❀∘❀∘❀∘❀∘❀
— ¡¿Que hiciste qué?!.
Estoy segura de que el grito que acaba de soltar Daniela, se escuchó en todo el pueblo.
Créanme, no estoy exagerando.
La llamé al llegar a casa para contarle lo que pasó anoche. Ahorrándome el tema de Danna, por supuesto.
Sigo si poder creer que estuve por perder mi virginidad.
— No grites.— mascullo.
— Lo siento, An. Es que... no puedo creer que estuviste a un paso de perder tu virginidad. ¡Y con Diego! - se sienta en el mi sillón de lectura, y me observa con curiosidad, señal que tomo para continuar.
— Cuándo las cosas estaban saliéndose de control, lo alejé. Por más que lo quiera, siento que no es el momento Dani.
Ella asiente, comprendiendo.
— Fue lo mejor, An. Y que bueno que él lo entendió.
Me levanto de la cama, y me siento en su regazo. Ella comienza a acariciar mi cabello.
— Oye.
— Dime.
— ¿Qué te está pasando? — suelto la pregunta que lleva días rondando en mi cabeza. Siento que hay algo que no me quiere decir.
Dani se detiene bruscamente, y hace que me levante. La enfrento, y me cruzo de brazos. La pregunta la tomó desprevenida, y estoy casi segura, de que se pondrá a la defensiva para no decir nada.