Me elijo a mí

21 | El castigo.

Capítulo veintiuno.

El castigo:


 

Dos semanas después…






 

"Hija, por favor dame más tiempo."

"No puedo hacerlo, Angie… no quiero perder a tu mamá."

"Ustedes son mi todo, no quiero perderlos."

"Amo a tu madre, los amo a ustedes, y me arrepiento tanto de haberles fallado. Por favor, perdóname, hija."

Durante éstas dos semanas he escuchado cada cantidad de excusas salir de la boca de papá, para que le dé más tiempo de hablar con ella, me ha pedido perdón de tantas maneras, que creo que ya no tiene más opciones a la mano para hacerlo, porque desde ayer me ha estado evitando. 

Dicen que cometer errores es de humanos, y que todos tenemos derecho a hacerlo. Nadie es perfecto, y por más que intentemos hacer las cosas bien, en algún momento terminaremos haciendo algo que nos haga fallar. 

Pero hay errores tan grandes, que aunque no lo queramos, terminan dañando a los que más queremos. Esos errores que dejan cicatrices, y que por más tiempo que pase, siempre dolerán, y posiblemente, nunca dejen de hacerlo. 

Estoy de acuerdo con eso de que "cometer errores es de humanos" pero también soy consciente de que por mucho miedo que tengas, debes ser valiente y admitir dichos errores. 

Y a papá le falta eso… valentía. 

Porque así cómo tuvo los cojones para serle infiel a mamá, acostarse con esa mujer… Y para colmo, ser tan irresponsable y dejarla embarazada. Debe tener los mismos cojones para enfrentar la realidad, y decírselo. Porque aunque él no quiera aceptarlo, desde el momento en que él hizo lo que hizo, ya ha jodido todo con ella. 

Y yo ya no puedo más. 

No puedo seguir viendo a los ojos a mamá, y no poder decirle todo. No puedo verlo a él, y no sentir esa sensación asfixiante que me hace entrar en desesperación. Quiero gritarle a la cara lo mucho que me está dañando al ocultarle todo a mamá, y obligarme a ser yo quién le rompa el corazón diciéndole la verdad. Porque, aunque sé que no me corresponde a mí, ya no aguanto más todo ésto. He estado meditando la situación… y debo admitir que me aterra mucho la reacción de mamá, y lo que pueda hacer. Ella suele ser muy impulsiva y volátil cuándo algo le molesta, o la hieren. 

Llevo más de quince minutos mirando mi celular, con el contacto de papá en la pantalla. Sólo tengo que pulsar el botoncito verde y llamarlo. Anoche quise enfrentarlo, pero no pude, se encerró en su habitación con la excusa de un dolor de cabeza, y lo dejé pasar, además, mamá se daría cuenta. Así que mi única alternativa es enfrentarlo mediante una llamada. 

Tomo una respiración profunda, y encontrando el valor pulso el botón. Llevo el celular a mi oído, y cuándo escucho los repiques mi corazón se acelera, y mi pierna comienza a moverse frenéticamente gracias a la ansiedad. Muerdo mi labio inferior.

— Vamos papá, contesta — murmuro molesta. 

Uno, dos, tres repiques, y nada. El sonido que indica el final de la llamada me hace gruñir. Vuelvo a marcar el número, y ésta vez me manda directamente a buzón.

Apagó el celular. 

Suspiro con pesadez —Guillermo —, hago una pausa. —Sé perfectamente que me has estado evitando, pero te aseguro que no será por mucho tiempo. Anoche evité enfrentarte porque no quería que mamá se diera cuenta de lo que está pasando. Te di dos días para que pudieras sincerarte con ella, y le contaras todo. Me prometiste que lo harías, y no cumpliste—, mi voz se quiebra. — Ya no aguanto más. No puedo ver a mamá a los ojos, y no sentir cómo mi corazón se comprime de culpa por no poder decirle la verdad. No puedo verla y no sentirme una mentirosa… porque es lo que soy, una mentirosa… al igual que tú. Indirectamente estoy siendo tu cómplice en todo ésto. Necesito que por una vez en tu vida seas valiente y le cuentes a mamá todo lo que pasó con esa mujer, y que fuiste tan irresponsable que ahora está embarazada. — Tomo una respiración profunda, y continúo—, no puedes escapar fácilmente de la realidad, papá. Aunque tú no lo quieras ver, desde el instante en que te acostaste con esa mujer, jodiste todos los años de felicidad que tenías con mamá, rompiste las promesas que hiciste frente a un altar, y nos fallaste. 

>>> Quise hablar contigo al menos por llamada, pero sigues evitándome. Quiero que sepas que luego del trabajo, voy a contarle todo a mamá. Me importa muy poco lo que pase contigo, te lo pedí mil veces, y no me escuchaste. Olvídate de que algún día podré perdonarte todo ésto. Adiós, papá. 

Un sollozo escapa de mis labios Me duele tanto todo ésto, me duele la traición de papá. Me duele mentirle a mamá. Y me siento culpable. Siento que yo también estoy traicionando a mi familia al no decir nada. Soy su cómplice… pero ya no más. 

Estaba tan sumida en el problema y la llamada que no me percaté de que mi puerta está entreabierta. Mi ceño se frunce. Recuerdo haberla cerrado bien. O eso creo. 

Sorbo mi nariz, y me levanto a cerrarla antes de dirigirme a la ducha. Necesito un baño, al menos eso me ayudará a relajarme un poco.

Eso espero. 

Unos minutos después salgo de la ducha, secando mi pelo y organizo mi uniforme para ir a trabajar. Cuándo ya estoy lista, salgo de mi habitación. Escucho unos sonidos provenientes de la cocina, arrugo mis cejas en confusión. Cuándo me asomo, observo a mamá lavando unos trastes sucios, ¿en qué momento llegó?. 

—Hola, má—. Hablo. Ella no me mira, sino que sigue con lo suyo. 

— Hola. — Dice en tono neutral.

La miro confundida, parece molesta, sin embargo prefiero no comentar nada al respecto. — ¿Llegaste hace mucho?. 

— No. Recién llegué, hace unos cinco minutos. 

— No te sentí. 

— Seguramente estabas en la ducha. 

— Sí. 

El ambiente se siente tenso. Aunque no puedo ver su rostro, puedo notar que tiene su espalda muy tensa, y aprieta la esponja con más fuerza de lo normal. 




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