Me Enamore de Ella

CAPÍTULO 1

CAPITULO 1

2007

HERMANOS DE OTRA MADRE

Era un día soleado como de costumbre en aquel pueblito, y no lo digo porque fuera pequeño, al contrario; es bastante extenso, tiene muchos barrios. Por una parte, estaba el barrio la Isla, por el otro lado Villa esperanza, que quedaba en la parte alta del pueblo y era el último barrio que quedaba al salir o el primero al llegar. Por el otro lado en la zona baja, estaba uno que, si recuerdo bien y la memoria no me falla, se llama San Martin. El barrio donde yo vivía se llamaba el Bosque. Para serles sincero nunca entendí porque le pusieron ese nombre o porque lo llamaban así, nunca vi ningún bosque o demasiados árboles como para justiciar el nombre.

Sus calles eran en forma recta y no estaban pavimentadas, había muchos huecos que se hacían por el agua de las fuertes lluvias que a veces caían. Sus casas eran la mayoría hechas en madera, una que otra en material.

Mi casa por ejemplo era de madera pintada de color blanco con una puerta de metal pintada de color rojo vino tinto, tenía dos grandes árboles en frete de la calle y su techo estaba hecho de tejas de sin, y quedaba en la mitad de la cuadra.

La casa del lado era de madera pintada de un verde amarilloso con un jardín en su entrada. La siguiente era de ladrillo rojizo y tenía tres arboles enfrente. La de enseguida era de madera pintada de un blanco pálido y su puerta era de madera sin pintar. Por ultimo estaba una casa de color verde claro, con dos pequeños arboles como jardín y con rejas de madera del mismo color de sus paredes.

Como cosa rara, hacía demasiado calor, el cielo estaba despejado, unas cuantas nubes blancas se veían a lo lejos y vientos cálidos movían las hojas de los árboles que estaban en surcos en frente de las casas.

Ese día el calor del sol era tan fuerte que no se podía pisar el suelo estando sin calzado, el pueblito tiene una temperatura muy caliente, sin exagerar me atrevería a decir que es un horno. Pero bueno no voy a decir que todo es malo allá, así como tiene sus cosas negativas, también tiene su lado positivo.

No recuerdo el día, ni la hora y mucho menos la fecha exacta. Sucedió ya hace un largo tiempo atrás. Como de costumbre, me levantaba muy temprano, desayunaba, revisaba si tenía trabajos del colegio, si era así los hacia y si por el contrario no tenia, eso era una dicha para mí, porque salía de casa y me iba para la calle a jugar con mis amiguitos de la cuadra.

Salí a la calle, caminé media cuadra; un total de 3 casas separaban la mía de la de mis amigos. Ellos vivían en la casa de madera con rejas y de color verde claro. Al llegar allí era como estar en familia, me sentía muy cómodo, tranquilo y acompañado. Como ya era mi costumbre llegaba a ver televisión si estaba encendido la tv y si dado el caso no, invitaba a jugar o hacer cualquier cosa a los que con el pasar del tiempo se convertirían en hermanos de otra madre.

Ya llevaba alrededor de un año de haber llegado a ese pueblo y de estar viviendo en ese barrio. Había hecho algunas amistades con algunos niños que vivan en esa misma cuadra. Pero con los que mejor me entendía y compartía, era con los que vivían en la casa de color verde claro.

Para ese entonces éramos un total de 4 niños entre la edad de 5 a 12 años.

Cucuya era la más pequeña de 5 años, Laurilla de 7 años más o menos, Duvan de 10 años y yo que tenía en ese momento la edad de 12 años. Con el pasar del tiempo fuimos tomando confianza y establecimos una fuerte amistad.

Nos convertimos en inseparables, siempre encontrábamos con que jugar o que hacer. Compartíamos muchas cosas, nos respetábamos como familia y nos cuidábamos como hermanos. No peleábamos entre nosotros. Bueno, a excepción de “Cucuya” que peleaba por todo. Es entendible, era la más pequeña de todos nosotros.

Cucuya era muy baja de estatura, de piel morena, ojos cafés, cabello castaño oscuro y con una sonrisa muy particular.

Laurilla por otro lado era una niña de piel blanca, ojos cafés, cabello castaño y desordenado y muy sonriente, se reía por todo.

Duvan era un niño de baja estatura, de ojos café oscuro, piel canela y cabello castaño oscuro.

Por otra parte, yo tenía el cabello castaño oscuro, ojos cafés claro, piel blanca, estatura promedio a mi edad y la verdad no era muy sonriente, solo a veces.

Duvan y yo estábamos en el mismo año escolar, hacíamos tercero de primaria, nos iba bien en algunas asignaturas y en otras no también. Les confieso que nunca he sido bueno para las matemáticas y para nada que tenga que ver con números.

Por el contrario, Duvan era un poco más pilo en matemáticas, se desenvolvía más que yo. Él me ayudaba en algunos problemas matemáticos y yo lo ayudaba en otras asignaturas. Recuerdo muy bien que una vez la maestra nos pidió comprar un compás para geometría, yo no lo pude comprar por falta de dinero. A Duvan le compraron uno y el me lo prestaba, o bueno cuando él quería. Sin embargo, no puedo decir que él fue malo conmigo, todo lo contrario. Me ayudo en lo que podía, tuvo fallas como cualquier niño de su edad, a veces era odioso y se comportaba de manera grosera, pero el cariño y la hermandad que teníamos, nos hacía permanecer juntos.

Recuerdo que cuando salíamos del colegio me iba para su casa y nos sentábamos a ver el chavo del 8. Después de eso nos poníamos a jugar canchitas enfrente de su casa con Laurilla y Cucuya. A veces llegaba Andrés y el hermano a jugar con nosotros, aunque eso era de vez en cuando.

Cuando no estaban los demás nos gustaba jugar a tropos, nosotros le decíamos a la forma de juego, quiñes. Consistía en hacer que alguno de los que estaban jugando metiera primero el trompo del otro dentro de un circulo y el que lo lograra primero, le podía dar 10, 15 o los quiñes que hayamos acorado antes de empezar a jugar. Eran muchas las veces que jugábamos a eso, y a otros juegos que nos inventábamos nosotros mismos.




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