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La vez que entré a la habitación sin tocar la puerta estaban todos en los sillones compartiendo una botella de whisky. Había escuchado las carcajadas antes de entrar, pero estas se apagaron ni bien pisé el hall de piso de madera que retumbó con el sonido del taco de mi zapato. Los cinco se giraron para verme, Gia se reincorporó, tenía su cabeza sobre la falda de James. Brandon retiró el brazo de la porción de respaldo sobre la cual descansaba la espalda de Penélope y Vinny dejó su cigarrillo sobre el cenicero para juntar sus manos y frotarlas con incomodidad.
James carraspeo su garganta acomodándose el saco. “Supongo que es la hora.” Dijo viendo su reloj. “Perdón, hay veces que perdemos la noción del tiempo.”
Solo cuando Gia se paró para acomodarse los pantalones sobre la cadera me di cuenta de que había estado en ropa interior todo ese tiempo. Brandon tapó la botella y empezó a levantar los vasos con la mano contraria, pero lo detuve con un “Puedo tomar un poco, lo necesito.” Él buscó la aprobación de James con la mirada, quien asintió levemente y Brandon volvió a dejar los vasos en su lugar.
“¿Con hielo?” Me preguntó.
“Dos.”
Me senté en la silla que siempre usaba Vinny sintiéndome más alienado que nunca. Quería saber qué pasaba antes de que yo llegara, me intrigaba saber de qué se trataban todas esas conversaciones que terminaban abruptamente cuando tocaba la puerta, esas carcajadas que se apagaban cuando entraba a la habitación. Quería ser parte del mundo secreto del club de poesía. Se iba haciendo más que obvio con el pasar de las reuniones, que ellos no solo se encontraban en el ático la hora que pasaban conmigo. Empecé lentamente a obsesionarme con diseccionar las miradas cómplices, los pequeños roces, los comentarios fuera de lugar.
Pero estaba lejos de ser visto como uno de ellos. Algo me faltaba, eso estaba claro. No era estatus económico, ya que era algo en lo que yo sobrepasaba a Gia. No era mi edad por el hecho de que tenía la misma que Penélope. No era mi capacidad de seguir el ritmo intelectual de las reuniones, lo había comprobado entregado mi ensayo en tiempo y forma como todos los demás.
“¿Y ahora qué?” Preguntó Gia quién se hundió sobre el sillón, ocupando todo el espacio posible que James dejaba libre con su gran porte de espalda ancha.
Brandon dejó mi vaso de mala gana sobre la mesa ratona y tuve que levantarme de mi asiento para alcanzarlo, nadie se interesó en hacerlo por mí. Se acomodó el pelo negro con un movimiento de cabeza rápido y volvió a sentarse al lado de su hermana con el tobillo sobre su rodilla opuesta. Vinny, quien estaba solo en su sillón que enfrentaba la puerta, se dispuso a tragar su vaso de whisky de una sola vez y a servirse otro.
Después de un corto silencio, todos miraron en dirección a James. “¿Quieren notas de los ensayos?”
“Escritas están bien.” Dijo Brandon.
James se levantó para buscar de la cajonera nuestros ensayos de Baudelaire y los repartió uno por uno, entregándolos con toda la formalidad de un profesor. Cuando bajé la cabeza para observar mis papeles, mi versión final impresa en computadora, noté que estaban marcados con lapicera roja. James se había tomado el tiempo no solo de hacer su propio ensayo, sino que de corregir el de todos los demás. Escapaba de mí cómo tenía el tiempo para lograr todas las cosas que se proponía hasta ese momento.
“¿Y lo siguiente es?” Preguntó Vinny revisando sus notas. “¿Tenemos que corregir esto para que sea de tu gusto?”
“No. No hay notas, esto es un club, no una clase.” Le respondió.
Observé a Penélope y cómo fruncía la nariz leyendo las anotaciones que había hecho James. “Si no es una clase ¿Entonces por qué—
“Solo seguí la corriente, Pen.” Le susurró Brandon, interrumpiéndola. Algo que podría haber pasado por encima si no hubiera estado viendo cómo ella hacía el mismo gesto que cuando no le gustaba la comida que la señora Holt cocinaba a veces, cosas como pastel de ananá o la lasaña que siempre le quedaba húmeda. Me pregunté qué comida le gustaba ahora. ¿Comía cosas como caviar? ¿Tenía chef privado? ¿Qué iba a hacer para sacarla a comer? ¿Había perdido Penélope toda la sensibilidad hacia las cosas mundanas gracias a la fortuna que ahora se sentaba en su falda lista para ser derrochada en lo que se le antojara? La cena que teníamos pendiente me había dejado mordiéndome las uñas por un par de días. Intrigado, esperando, impaciente.
“James. Danos la siguiente tarea y dejemos de perder el tiempo.” Dijo Vinny. “Tengo cosas que hacer.”
La mirada de James se encontró con la mía y volvió a concentrarse en el centro de la ronda de la cual yo no era parte. “Busquen su poeta preferido. Expliquen por qué resuena con ustedes, ¿qué los hace identificarse? ¿Por qué entienden sus palabras?”
“Fácil, puedo responder ahora.” Le dijo Gia extendiendo su pierna por encima de los muslos de James, quien rápidamente se la quitó de encima.
“Tómense el tiempo. Investiguen. Expliquen, ejemplifiquen, etc, etc.” Dijo moviendo la mano en el aire como si lo que estuviera diciendo no fuera importante.
“Genial.” Vinny fue el primero en levantarse de su asiento pasándose el sobretodo por los brazos. “Nos vemos.”
“¿Ya terminamos?” Pregunté extrañado, no habían pasado minutos desde que me había sentado, mi whisky tenía sus hielos intactos, no había tomado ni un sorbo.
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Editado: 23.08.2024