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La exposición de Penélope se llevaba a cabo en el gran salón principal. Todas las disciplinas de danza colaboraban con sus mejores bailarines: jazz, TAP, contemporánea, lírico, coreográfico y finalizando con ballet. Dos canciones por género y sólo un máximo de veinte personas en el escenario por canción.
Decidí llegar temprano y me senté al lado de Donovan, quien me saludó a la distancia señalando el asiento vacío a su lado.
“¿Qué hacés acá?” Le pregunté acomodando mi programa sobre las piernas y mi maletín al lado de mi asiento. Todos estaban a la misma altura, separados por meros centímetros. El escenario se erguía en el medio del salón y contrastaba con la arquitectura anticuada, ya que se veían a los lados los cables de los parlantes que estaban acomodados en cada esquina y los soportes de luces metálicos, pero lo interesante era que este estaba en el centro y las sillas lo rodeaban completamente, generando un espectáculo de trescientos sesenta grados.
“Estoy viéndome con una chica de jazz.” Dijo con una media sonrisa.
Donovan Vanderbilt era lo que se podía considerar en un campus de intelectuales, un “popular”. Siempre organizaba fiestas en su piso con suficiente alcohol para satisfacer a un ejército. Tenía un porte de espalda ancha, la simple belleza de la hegemonía: dientes perfectos, nariz respingada, mandíbula varonil y una mirada cargada de seguridad. Tenía la capacidad económica de sustentar por sí solo cada una de las fiestas a las cuales Grace siempre asistía y de las cuales me contaba a la salida de Metodología a la Investigación, o con sus infantiles notas que me pasaba por encima de la mesa. Grace siempre me invitaba a las fiestas de Donovan, pero después de haber ido a la primera, aprendí que era difícil para mí integrarme siendo ahora parte del club de poesía. Dentro de él era un excluido, fuera de él era parte de los antisociales, algo que tenía pensado corregir al día siguiente con una corta charla con James.
“Suerte.” Le dije a Donovan y este se hundió en su silla de felpa roja cruzando los brazos.
“No la necesito.” Me dijo con toda la confianza de una persona atractiva que sabe que lo es.
Varías miradas se escapaban hacia nuestra dirección. Quizás los demás alumnos se preguntaban dónde estaba el resto del club de poesía o qué hacía Donovan invitándome a sentarme a su lado.
“¿Cómo va el club?” Preguntó finalmente mientras me sacaba el saco de mi traje, ya que el espacio comenzaba a acumular calor con cada persona que entraba por la doble puerta.
“Mal.” Le dije sincero. “Mañana lo voy a dejar.”
Donovan no era una persona ingenua, sabía que yo era el eslabón débil del club. Por algo me había invitado a sentarme a su lado. En su mente, yo era quien podía proporcionarle cualquier información interna de los miembros. “¿Y cómo fue la experiencia?”
“Extremadamente extraña.” Me limité a ser vago y reacomodarme mejor en mi asiento para darle a entender que no tenía más que aportar.
“¿Por qué te dejaron entrar?” Presionó.
“No lo sé.”
“¿No lo querés descubrir?” Él se giró dándome toda su atención.
“No vale la pena. Creo que fui un experimento. Quién sabe. No es importante. Tengo cosas mejores que hacer.”
Donovan me siguió haciendo preguntas que no podía responder porque no me había adentrado lo suficiente dentro del club como para tener las respuestas. Me preguntó cuál era la relación de James con Gia, me preguntó si era verdad que Vinny derrochaba más dinero del que sus padres le daban, si era verdad el plan de Brandon de dejar la universidad pronto, si los rumores de que el grupo se iba a desintegrar ese año eran ciertos.
No sabía nada. Sabía menos que él, quien por lo menos escuchaba rumores porque tenía amigos que se encargaban de hacérselos llegar a su oído.
“¿Gia está soltera?” Me preguntó finalmente.
“Como todo lo demás… no lo sé.” Respondí buscando una excusa para cambiarme de asiento antes de que empezara el show.
“¿Crees que me podés ayudar con ella?” No tuve que pedirle que se explayara, ya que sabía lo que eso significaba. Volví a contemplarlo, sus ojos color miel y sus labios definidos. No podía imaginarme a Gia con alguien como Donovan, y eso que no la conocía mucho.
Para mi agrado no pude responderle porque las luces del salón se apagaron de repente y los reflectores se encendieron iluminando el escenario que teníamos enfrente. Estábamos sentados en la tercera fila. Un buen lugar, pensé. Lástima que está al lado de Donovan. Él siguió susurrándome incluso cuando las luces nos dejaron en penumbras, intentando entablar una conversación ahora sobre la chica con la cual se estaba frecuentando. “Ahí está.” Me dijo y la señaló cuando la primera camada de bailarines apareció frente a todos. “Es la alta castaña.” Me explicó y siguió durante el número contándome de la primera vez que se habían acostado juntos en una de sus fiestas. “Deberías venir, las chicas nunca faltan y Grace—
Por suerte alguien interrumpió a Donovan con un “Silencio” y me dejó intentar disfrutar del resto de los números.
Para cuando llegó el turno de coreográfico, estaba medianamente aburrido. Lírico no había aportado nada interesante, los bailarines habían estado descoordinados y fuera de tiempo a veces.
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Editado: 23.08.2024