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Mis manos viajaron por los laterales del torso de Gia y se posaron en su cintura, toda restricción y respeto que tenía por ella desapareció el momento que decidí abrir la boca para devolverle el beso. Ella estaba dentro de las sábanas, yo sentado a su lado quitando de mi camino los bordes de la tela que obstruían mi camino. Las manos de Gia empezaron a viajar desde mi nuca hacia mi cabello hasta llegar a agarrar dos puñados de los cuales consiguió guiar mi cabeza para generar más profundidad. Mi pecho se pegó al de ella y ambos caímos sobre la cama, ella primero impactando su espalda contra el colchón. Como estaba borracha, sus besos lo estaban también y me embriagaban de una dulzura que nunca había sentido antes en la boca de nadie. Era un almíbar con dejos de alcohol y cigarrillos que contrarrestaban con el dulce sabor de su saliva.
Quería llamarla por otro nombre, pero me contuve.
En ese momento supe que no había marcha atrás para nosotros, con cada movimiento de su cadera sentía mi verga crecer pulsante contra mis pantalones.
“Max.” Susurró ella y empecé a besar su mejilla, su cuello, llegando a uno de sus senos, el cual devoré sin control. Ella demandaba más descoordinadamente, siempre tirando de mi pelo.
En ese momento simplemente éramos dos conciencias primitivas buscando placer en el otro de una manera desesperada. Estaba a punto de desabrocharme los pantalones y saltar dentro de su cama cuando la puerta se abrió de un golpe.
“Dios.” Escuché.
Me despegué del cuerpo de Gia y me acomodé la camisa que tenía hacia un costado, mientras que ella simplemente se quedó desplomada en su lugar, movió la cabeza para que yo no obstruyera su visión. Yo no quería girarme. No quería enfrentar a Vinny cuando me había atrapado aprovechándome de la borrachera de su amiga. Ella apenas podía caminar —la había cargado— y yo estaba completamente sobrio. Vinny abriendo la puerta me había devuelto a una realidad en la cual yo no me había comportado como una persona responsable, mucho menos un caballero. Mis mejillas se incendiaron de la vergüenza con esa realización.
“Perdón.” Le pedí a Gia porque era lo correcto.
Sentí cómo la cama cedió con el peso de Vinny y este se desplomó al lado desnudo de Gia.
“No tenés que hacer esto.” Dijo Vinny.
“Lo sé… no estaba pensando y…” Empecé a entretejer mis excusas.
“¿Por qué no?” Me interrumpió Gia.
“No te portes mal ahora.” La retó Vinny y cuando me giré todavía sentado en el borde vi cómo estaba acariciando el hombro de su amiga.
“Sos un aguafiestas.”
“No hagas cosas de las cuales te arrepentís después.” Susurró Vinny con esa melancolía que llevaba siempre impregnada en su voz.
Gia se cruzó de brazos finalmente cubriendo sus perfectos senos. “No me digas qué tengo o puedo hacer.”
“Lo sé, ya sos una chica grande… pero él no es la respuesta a tus problemas. Sólo va a ser un problema más. ¿No, Max?” Me preguntó Vinny y yo que estaba completamente perdido, me quedé sin palabras.
“Es verdad.” Dije finalmente cuando Vinny movió su cabeza en un gesto incitador. “Estás borracha, esto no tendría que haber pasado.”
Y cuando me di cuenta de la situación en la que me encontraba, todos mis miedos se materializaron. ¿Qué pasaría si ambos le decían a Penélope lo que había pasado? Vinny y Gia estaban alcoholizados hasta la médula, tenía la esperanza que no recordaran nada a la mañana siguiente, pero, ¿qué pasaba si recordaban algo? ¿No iba a tener que explicarles cómo habían llegado a la casa de Gia? ¿Cómo evitar algo tan grande sin sentirme un completo embaucador? Me había metido hasta la garganta de Gia con la lengua y Vinny nos había visto.
Había hecho algo terrible. Me había aprovechado de un miembro vulnerable del club para mi propio beneficio.
“Es que no sé si voy a llegar, Vinny.” Se quejó Gia y su voz comenzó a temblar. “¿Qué pasa si no llego?”
“Shh, todo va a estar bien. Vas a llegar. Como todos.” Vinny la rodeó con sus brazos y la empezó a arrullar. No noté que ella había comenzado a llorar hasta que escuché su pequeño espasmo.
“No soy tan buena, soy terrible. No voy a poder hacerlo.”
“Sos la mejor, Gia. Absolutamente, la mejor, nadie puede decir lo contrario.” Cantó Vinny. “¿O no, Max?”
Parpadeé perplejo. “Sí.” Respondí rápidamente. “Sólo vi tu proceso… Y hay tanto dolor y belleza en el canva. Es como si hubieras plasmado un fragmento del alma humana en el lienzo. Es algo que nunca había visto.”
“¿De verdad?” Gia se limpió las lágrimas de manera desordenada y descoordinada y fue Vinny quien terminó de quitarlas de su rostro con cuidado.
Pasamos así una hora, Gia llorando como una nena, sintiéndose peor que la nada misma, mientras que con Vinny la consolábamos alabando su trabajo. A ella le atormentaba la idea de que se estaba quedando sin tiempo para crear algo único. “Nada de lo que hice jamás valió la pena.” Decía y Vinny con dulzura le explicaba que ese era el atormentado camino del artista.
Gia por más de que era exuberante en personalidad, colorida en emociones y segura en su forma de mostrarse al mundo, me estaba dejando ver dentro de ella ese rincón oscuro lleno de fallas e incertidumbres.
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Editado: 23.08.2024