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Todos volvimos a la casa de Brandon, no fue algo pactado o hablado. Simplemente sabíamos que ahí íbamos a ir y caminamos juntos en silencio hasta que Brandon cerró la puerta de su casa. Las chicas se sentaron en el sillón principal. Penélope seguía derramando lágrimas y Gia estaba rabiando de ira, como James… como Brandon.
“¡Es tu culpa!” Me gritó apuntándome con el dedo. “¡Todo esto es tu jodida culpa!”
Levanté las manos en el aire en son de derrota. “Perdón… no pensé… no creí. No sé qué estaba pensando Donovan.”
“No podés culparlo, Brandon, todos accedimos a ir.” Dijo James, sentándose en el sillón individual de la esquina, debajo de una lámpara que le daba un aspecto sombrío. Sus ojos viajaban entre Penélope y Gia, como si no supiera por cuál de las dos debía preocuparse más. Como si estuviera inseguro sobre a quién le debía más lealtad.
“Los detesto, ¡a todos!” Brandon tomó un jarrón y lo lanzó a una esquina, donde impactó con el marco de uno de los ventanales, el cual no se rompió de puro milagro. El jarrón explotó en miles de pedazos y dejó en el ambiente una tensión imposible de atravesar sólo con palabras. “Sabía que era mala idea.” Terminó susurrando Brandon, pinchándose el puente de la nariz con el índice y el pulgar.
Gia sobaba la espalda de su amiga que de a poco iba recuperando la compostura. Gia tenía la mano libre cerrada en un puño contra su rodilla, su mandíbula estaba tensa, todos los pelos de su cuerpo erizados a causa de lo que parecía un torbellino de emociones. Tenía los labios secos y el labial corrido; su peinado estaba desarmado y caía sobre su hombro en preciosas ondas desarregladas. Su pecho subía y bajaba como si hubiera corrido kilómetros, pero sabía bien que era una forma de contener una angustia que no se puede describir con sólo palabras.
Penélope, por su parte, estaba abrazándose a sí misma con los ojos cerrados, que tenían un dejo rojizo en la comisura. Se mordía el labio inferior y se quitaba de a momentos el maquillaje negro que se esparcía por sus mejillas, que estaban carentes de color, para volver a abrazarse. Por momentos pensaba que estaba por decir algo, pero no pronunció una palabra. Seguía con su llanto mudo. Noté a lo último que el bretel de su vestido se sostenía por un par de hilos, a punto de desarmarse y caía por su brazo. Si no se hubiera estado conteniendo a sí misma, probablemente hubiera quedado expuesta.
“¿Podemos… calmarnos un poco?” Pidió Vinny, ya que todos estaban en un estado de alteración muda. Por ejemplo, yo no paraba de caminar de una punta de la habitación a la otra con las manos en la nuca, sintiéndome impotente, enojado conmigo mismo. Yo había ofrecido llevarlos a la fiesta y, aunque James quería aplacar mi responsabilidad, Brandon tenía razón. Había sido mi culpa. Esa fue una de las veces que me puse de acuerdo con él.
“¿Calmarnos?” Preguntó sarcásticamente Brandon.
“¡Brandon! ¿Podés dejar de preocuparte por vos mismo y ver lo que tenés delante de tus ojos?” Gritó James.
“¿Están bien?” Pregunté al fin a las chicas.
Los hombres sabíamos que no estaban bien, pero no había nada que pudiéramos hacer más que estar ahí. Yo no quería saber detalles, ninguno quería detalles de nada y las chicas estaban lejos de dárnoslos.
“Bien.” Dijo Gia y una lágrima empezó a asomarse por la comisura de su ojo. “Estoy bien, Pen está bien.”
James finalmente se sentó al lado de Gia y la tomó en brazos. Era un contraste violento su porte comparado al de ella. Gia trepó por los hombros de James y terminó sentada sobre su falda. Después de las incontables veces que había visto a James rechazar la simple presencia de su amiga, en ese momento lo estaba viendo acunarla como si fuera una chica hecha de papel. La abrazó contra su pecho y acomodó sus pies al lado de sus muslos, y así fue como Gia desapareció dentro de la coraza que James había construido sólo para ella. Hundió su mano en su pelo del color del sol y besó la base de su cabeza.
Nunca había pensado que James tenía un lado que no fuera rígido y compacto; me estaba demostrando lo contrario. En ese momento era maleable y suave, además de comprensivo y conciliador. Él se había convertido en otra persona exclusivamente para ella, sin importarle que estuviéramos todos alrededor viendo su vulnerabilidad.
“Brandon.” Pidió Penélope saltando del sillón y él sólo dio dos zancadas para levantarla y tomarla en sus brazos.
“Está todo bien, amore mío.” Susurró. “Vamos a dormir.” La alzó de los muslos y ella cubrió su rostro contra el cuello de Brandon. “Gracias.” Dijo dirigiéndose hacia mí, con una expresión que no había visto antes y es difícil de describir. “Por… hacerlo mierda.”
Él pasó a mi lado cargando a su hermana para atravesar el hall y subir las escaleras. Seguí la espalda de él hasta que desapareció en el piso superior.
“Vamos, Max.” Me susurró Vinny y tomó mi muñeca para guiarme mientras dejábamos a Gia protegida del mundo en los brazos de James en el sillón del living.
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Donovan está en el hospital.
Leí el mensaje de Grace a la mañana, tirado en mi cama, varias veces hasta que cobró sentido. Me levanté del colchón y volví a leer su mensaje y después mis ojos se posaron en mi mano, la cual tenía los nudillos completamente morados con pequeñas pintas verdes.
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Editado: 23.08.2024