Oliver
Salgo de la reunión de directivos con dolor de cabeza, de solo recordar que Kate no vino, hace que toda mi sangre hierva producto de la rabia. Entro en el ascensor y presiono el botón que dirige a mi oficina, antes de que las puertas se cierren, una mano se interpone haciendo que detenga el ascensor.
-disculpa, no me fijé que había alguien -dice y cuando mis ojos detienen en la chica, la reconozco rápidamente.
-señorita Millows ¿verdad? -digo observando sus ojos cafés.
-si señor. Aunque sabe que me puede llamar solo por mi nombre -me sonríe mostrando sus blancos dientes.
Le doy una sonrisa de labios cerrados.
-Cassie -digo y su sonrisa se ensancha -lo tendré en cuenta.
Ella asiente y las puertas se abren. Salgo apresurando el paso, dejándola con la palabra en la boca. Entro a mi oficina, poniendo seguro para que nadie me moleste, quiero estar solo. Me siento en la silla frente al escritorio y recuesto mi cabeza cerrando mis ojos.
Peli Castaña de ojos Avellana, piel blanca como la porcelana y tan suaves al igual que la seda.
Abro mis ojos al darme cuenta donde están terminando de parar mis pensamientos. Si tan solo pudiera enfocarme en otras cosas que no sea ella, pero no, se encargó de estar hasta en mis pensamientos. Quiero aborrecerla y odiarla, pero no soy tan imbécil para hacerlo.
Me llevo las palmas de mis manos a mis ojos, procesando toda mi situación.
Voy a ser papá...
De solo pensarlo, se instala un sentimiento en mi pecho que no se cómo describirlo, solo sé que es algo que no he sentido jamás.
-estoy jodido -me enderezo en la silla y justo el sonido de mi teléfono suena, anunciando una llamada entrante.
Su nombre reluce en la pantalla y me siento tan mal por haberle hecho todo esto. Ella no se merecía que la engañe, fui un cobarde estúpido que no supo controlarse al ver una chica guapa frente a sus ojos.
Dejo que suene la llamada hasta que deja de escucharse. Suspiro y empiezo a centrarme en el trabajo. Al poco rato siento que tocan la puerta.
-¿Quién?
-la señorita Hanya lo solicita en el teléfono -me dice mi secretaria al otro lado.
Mierda.
-pásame la línea por favor.
-de acuerdo señor.
Espero unos momentos hasta que la voz de ella aparece por el teléfono.
-Oliver, ¿En qué tanto andas? -noto tristeza en su voz.
-estoy ocupado, creo que te lo dije esta misma mañana -no controlo la frialdad en mis palabras.
-si, yo lo sé y sabes... Te tengo una sorpresa -exclama con emoción.
-¿Qué? ¿De qué sorpresa hablas?
-Mi sorpresa la encontrarás en nuestro lugar. Ya sabes la dirección.
Voy a refutar pero ella habla de nuevo.
-y no acepto un no por respuesta. Sabes que merezco pasar tiempo contigo.
-esta bien, ahí estaré.
-eso es lo que quería escuchar. Te amo mucho amor mío -sus palabras me hacen sentir fatal.
-también -digo y cuelgo.
¿Qué carajos estás haciendo?
Mi celular vibra anunciando un mensaje. Es ella enviándome la dirección del lugar junto a un "No faltes".
Apago la pantalla del celular y tomo mis cosas para salir de la empresa. Ya son las 4:55pm. Dejo todo acomodado y asegurado, camino y tomo el pomo de la puerta. Ya estando afuera de la oficina, cierro y miro a mi secretaria con advertencia. Con solo esa mirada ella sabe que no quiero a nadie husmeando por ahí.
Me meto en el ascensor y después de 5 minutos termino en el primer piso de la empresa. Miro a mi alrededor y cuando paso, todo los trabajadores se centran en lo suyo. No les doy mucha importancia y camino hacia el estacionamiento. Allí me encuentro con la gerente Cassie, a veces pienso que me acosa.
-oh fue una gran junta. Quería preguntarle si leyó mis aportes -noto cómo se acerca y antes de que diga algo más, decido frenarla.
-todo salió como lo planeado y creo que eso es lo importante -la miro tratando de que comprenda que no estoy para soportarla en estos momentos.
-entonces, ¡que bien por la empresa!
Asiento y me subo en mi carro. Estando en el asiento del piloto, bajo la ventana del copiloto y le digo:
-buenas tardes, señorita Millows.
Y sin esperar una respuesta a cambio, arranco el coche saliendo de toda la zona de LOMBARDI.
Cuando llego a una de mis casas, dejo todo en la percha que está a un lado de la puerta de entrada. Subo las escaleras y entro a ducharme. Enjabono mi cuerpo y cierro mis ojos, relajándome. Desde que esa chica ha aparecido en mi vida, todo se está saliendo de control; mi atención, mis sentimientos, mis planes, todo. Parece como si tuviera un embrujo. El cual me es inevitable no caer.
Porque aunque ella no quiera mencionar más la noche en la que pasamos juntos, yo si que la recuerdo perfectamente y eso que ambos estábamos hasta la coronilla de embriagados. Es curioso que recuerde todo pero de su boca no recuerdo ningún sonido, y es como si mi propia mente me estuviera torturando, porque me hace recordar todo; su cuerpo y todo los rasgos únicos que solo le pertenecen a Katerine. Pero, me atormenta al no dejarme recordar lo que más anhelo acordarme y es su calor, las sensaciones, sus gemidos...
Basta.
Tengo que dejar de pensar en ella. Es más voy a dejarle muy bien en claro las cosas. Termino de ducharme, lavo mis dientes y entro en mi recámara. Me visto formal, camisa a medio brazo blanca junto a unos pantalones azul marino, de zapatos me pongo unos negros. Termino de peinarme y el robot de mi celular, me anuncia que en media hora es la cita programada con Hanya.
Quiero estrellarlo contra la pared y hacerlo añicos. Pero no puedo seguir huyendo de la situación, es mi novia y tiene que saber la explicación de todo esto.
Guardo mi celular en el bolsillo de mi pantalón y bajo las escaleras. Tomo las llaves de mi carro y conduzco hasta el dichoso lugar de siempre.
Al llegar, le encargo las llaves de mi auto al señor del aparcamiento del restaurante. Entro y voy hacia la recepción del lugar. Miro a mi alrededor y todo dicta lujo y pulcritud, tan común de Hanya.