Me enamoré de ti

XLV

Oliver

Golpeo el saco una y otra vez enfrente mío, la rabia que me hace hervir la sangre no se va y el saco de boxeo recibe la peor parte, solo veo la cara del idiota de Marcos en él.

Mis nudillos están rojos y creo que falta poco para que empiecen a sangrar.

Descargo mi furia y este cae al piso, me quito los guantes y salgo del lugar.

-¿todo bien? -la voz de Alexander se escucha detrás mío.

Asiento sin prestarle atención. Bebo agua de mi botella y me preparo para salir.

Estos días han sido de la patada para mí, primero ellos dos apareciendo en la empresa juntos, luego Kate confirmándome que tiene una relación con ese imbécil. No voy a mentir, cuando la ví con él me entraron las ganas de apartarla de él, de quitar sus mugrosas manos de su cintura.

Pero ahora no puedo hacer nada de eso.

He sido un cobarde al dejarla ir la vez que estuvimos trabajando en mi casa, debí detenerla y no dejarla ir, debí dejarle claro lo que quería con ella desde un principio. Y ahora simplemente no puedo hacerlo, me tengo que quedar como un completo ardido cruzado de brazos mientras los veo merodear por la empresa.

Tal como le dije, estos días he estado evitándola en todos lados. Soy un hombre de palabra y si ella me quiere lo más lejos posible, eso va a obtener de mi.

Es lunes por la mañana, estoy en mi oficina con mucho trabajo encima, el café cargado me acompaña. Ayer no pude dormir bien. Hay muchas cosas que me quitan el sueño y una de ellas es la insistencia de la abuela por llevar a Kate a cenar a su casa.

No le he respondido, no creo que Katerine quiera compartir espacio conmigo.

El teléfono de la empresa suena.

Lo descuelgo y lo llevo a mi oído.

-Señor buenos días, disculpe la interrupción. Aquí en recepción hay una chica buscándole, se llama Hanya Wills.

-está bien, dile que puede subir.

Cuelgo y me enfoco en la computadora, a los pocos minutos alguien toca la puerta.

-adelante.

La figura de Hanya entra, viste un vestido que se cierne a sus delicadas curvas.

-Oliver -me sonríe.

Le devuelvo la sonrisa de labios cerrados.

-¿a qué se debe tu visita Hanya?

Se le borra la sonrisa y se acerca más.

-bueno, yo... Se que pediste tiempo y creo que ya te dí lo suficiente.

Se sienta en frente de mi escritorio.

-Hanya -la miro serio -yo jamás te pedí tiempo, de hecho creo que fui muy claro contigo la última vez que nos vimos.

-lo sé y no sabes cómo la he pasado mal sin ti Oliver -sus ojos se aguan y me toma la mano. -Oliver se que me fallaste, pero quiero darte otra oportunidad, quiero que volvamos a intentarlo y hacerlo funcionar.

Me quedo en silencio, sus ojos me miran angustiantes en espera de una respuesta.

-es más salgamos como amigos, no tienes porque darme una respuesta ahora.

Asiento.

-y ¿qué te parece si salimos a comer? -me mira con una sonrisa tímida en los labios.

-no puedo, tengo mucho trabajo encima.

-oh vamos Oliver, eres el dueño, puedes tomarte los descansos que quieras.

Se levanta y va hacia donde mi. Acaricia mi hombro y el olor a mar entra por mi nariz.

-solo será un momento, luego puedes volver con tu trabajo sin ningún problema -hace un puchero -anda venga, así te distraes un poco.

-está bien.

Ella sonríe y pasa sus manos por la falda de su vestido, quitando cualquier rastro de arrugas.

Tomo el celular y salgo con ella, puedo escuchar los murmullos de mis empleados a medida que avanzo con ella. Llegamos al estacionamiento y le abro la puerta de copiloto. Doy media vuelta y me siento frente al volante.

-¿a dónde quieres ir? -le pregunto.

-a nuestro lugar, ya sabes cuál es.

No digo nada y empiezo a manejar.

Poco a poco oscurece y llegamos a nuestro destino. El lugar es elegante y enseguida viene a mi mente recuerdos juntos, de las veces que hemos estado aquí.

Pasamos a un sitio vip, dónde todo está más relajado y no está bullicio de las personas. Pedimos la comida, primero nos traen de entrada una champaña.

Hanya prueba un poco y me sirve en mi copa para luego tendermela. La llevo a mis labios y pruebo una buena cantidad.

Luego aparece el mesero con nuestra comida, comemos en silencio. Para cuándo terminamos ella me queda observando, conozco su mirada, a lo mejor afectada por la bebida, en sus labios hay una sonrisa traviesa y se levanta acercándose a mi silla.

-Oliver -se rie y eso solo me confirma que está ebria.

Ella acerca sus manos a mi regazo y las sostengo cuando quieren ir a mi piel.

-que malo eres -hace puchero y se acerca más a mi, a tal punto de tenerla a centímetros.

-¿a qué estás jugando? -le pregunto.

Ella me sonríe de vuelta.

-a nada, yo solo quiero reclamar lo que me pertenece. Tu nunca has dejado de ser mio.

Me río por la estupidez que dice.

Sus labios rozan con los míos y me tenso.

-relájate Oliver, no es como si antes no me hubieras besado -me dice sobre mis labios para luego besarme con más apremio, la dejo porque se que está ebria y probablemente mañana no recordará esto.

Busca mis labios exigentes y ese es el único toque que le permito, mi mente me juega una mala pasada porque me imagino besando a Kate y no a ella.

Cuando creo que ya fue suficiente la aparto.

-basta Hanya, estás borracha y no voy a propasarme contigo.

Sus ojos me miran y creo que se va a poner a llorar en cualquier momento.

-¿por qué? ¿por qué no me puedes dar eso que quiero? Te amo Oliver, eres lo único que quiero -me confiesa y su voz se rompe.

-será mejor que nos vayamos.

Me levanto de la silla y la guío hasta la salida. Cuando estamos en mi carro, ambos estamos en silencio, lo cual agradezco. La llevo a su casa y cuando llegamos ella se baja y se va sin dirigirle ninguna palabra.

Conduzco a mi casa y cuando llego me doy una ducha, el alcohol también me ha afectado un poco. Salgo y me visto con unos pantalones cómodos.



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En el texto hay: romanace

Editado: 03.08.2024

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