Derek había llegado a la montaña de sus recuerdos, donde había conocido a su viejo amor, Lira. Pero, aquella montaña ya no existía. Decepcionado caminaba entre un montón de casas abandonadas, basura y escombros. Los recuerdos que habían invadido en su memoria eran muy diferentes de lo que sus propios ojos veían. Aquella montaña llena de flora y fauna, habitado por hadas y elfos había sido destruida hace muchísimo tiempo.
Una anciana con un costal de cosas sobre su espalda recogía entre los escombros cosas abandonadas, la señora intentaba sacar una caja de música que estaba debajo de un pedazo enorme de escombro, Derek alzo con su mano el escombro y la anciana pudo sacar la caja oxidada de música y ella se lo agradeció. – ¿Usted… tal vez conoce a una mujer llamada Lira?
Cuando Derek dejo salir el nombre de sus labios el nombre de “Lira”, a Scarleth le recorrió un frio por la espalda, un hormigueo corrió por todo su cuerpo y la voz de Derek viajo como un susurro a los oídos de Scarleth. -Lira- ¿escuchaste eso? – le pregunta a Henrry-
– Si, cayo un trueno muy cerca. - le contesta- Scarleth se sujeta su cabeza, un dolor intenso en el costado de la cabeza la mareo - ¿Qué sucede Scar? – pregunta Henrry preocupado, la sujeta de la mano para evitar que se cayera.
Derek confundido le pregunta a la anciana. - ¿eso es mucho tiempo? Ustedes, humanos ¿hace cuanto que viven aquí?
Derek pensaba. – entonces ese recuerdo de aquella montaña es de hace mucho tiempo, un tiempo lejano que no tiene nada que ver con este tiempo. O mi cabeza me esta confundiendo por el accidente.
Es verdad. La anciana no pudo conocerla porque Lira no es humana, es imposible que se mezclase con humanos, al transformarse a su forma lanzo un rugido llamándola y en ese instante un fuerte relámpago cayo. Scarleth volvió a sentir ese escalofrió y escucho el rugido de Derek- Henrry ¿Escuchaste eso? – dice Scarleth-
Aun siguió corriendo hasta llegar a un pueblo, miraba al cielo y no veía nada más que nubes grises y los rayos fuertes enceguecedores.
Scarleth mira al reloj y se dio cuenta que muy pronto iban a dar las seis de la tarde y los troncotros saldrían, camino adentrándose más al pueblo para pedir asilo, golpe en una casa grande de ladrillos y salió una niña pequeña y su abuela por la ventana de madera.
La viejita cerro su ventana y abrió la puerta, haciéndola entrar.
La abuela tocia mucho. – señora ¿Se encuentra enferma? -pregunto Scarleth-
La anciana le ofreció galletas con mermelada y una taza de té recién hecho, mientras comía, la anciana saco una almohada y mantas, las coló en el sillón. La niña saco un cuaderno viejo de cuero, se lo entrego a Scarleth, ella lo tomo. - ¿puedo verlo? la niña asentó su cabeza dándole permiso.
En él había cuentos de niño escritos a manos, con títulos gracioso. - ¿Quieres que te los lea verdad?
Scarleth fue con la niña a su habitación, la niña emocionada corrió a su cama y se recostó debajo de las cobijas, le recordó mucho a Luna cuando le leía historias de humanos.
La niña se quedó dormida cerca de culminar la última hoja del cuento, Scarleth cerró la puerta despacio y la abuela estaba allí sentada en la mecedora dormida abrazada a una foto familiar, le coloco una de las mantas a la abuela se acoto en el sofá.
En la madrugada, la anciana dormida comenzó a toser nuevamente. Scarleth preocupada por la tos seca y persistente de la anciana sale a buscar medicina.