Me perteneces

Capítulo 3

Mi corazón esta completamente acelerado y siento que en cualquier momento el mismo saldrá de mi pecho y se estampara contra el rostro de Peter.

-Cariño... no seas mal educada- dice mi madre reprobatoriamente con una mueca al ver que no he tomado la mano de Peter y en cambio me dedico solo a mirarlo con horror.

Peter sonríe de medio lado al escuchar las palabras de mi madre y extiende aún más su mano hacia mí por lo cual yo con el miedo a flor de piel estiro un poco mi mano y tomo la de Peter.

Estas personas son reales no importa cuán extrañas sean y si Peter dice algo respecto a mi intromisión y frente a mi madre, estoy muerta.

Mientras él no diga nada, todo estará relativamente bien.

-Mucho... gusto- digo con los dientes apretados, a lo que él responde con una sonrisa coqueta y un guiño de ojo.

-Tiene una hija muy hermosa- asegura el padre de Peter que nos abrió la puerta y mi madre parece realmente halagada ante eso.

-Bueno, muchas personas aseguran que mi hija es idéntica a mí- miente con ese tono de voz que comienzo a odiar y hago una mueca de asco y la miro con indignación.

Definitivamente está coqueteando y no solo eso, lo está haciendo en mis narices y casada.

Aprieto los dientes.

-Madre deberíamos irnos ya, mañana tengo escuela y papá- recalco el papá- Debería llegar pronto- miento mirando mi reloj imaginario nerviosamente ocultando que no llevo uno y que desconozco la hora.

Peter sonríe de medio lado.

-¿Y qué hora marca exactamente tu reloj? ¿Las inexistentes?- se burla Peter con una sonrisa y yo lo fulmino con la mirada sintiendo como mis mejillas se colorean al instante.

Mi madre ríe ligeramente ante la broma de Peter y gira a mirar a su padre.

-Tiene un hijo encantador- asegura mi madre con ese brillo en los ojos que me causa repulsión.

Ok esto ya se está pasando.

-Por cierto que descortesía de mi parte, no le he dicho mi nombre, mi nombre es Jasón, Jasón Silverman- dice extendiendo su mano hacia mi madre y ella lo toma sin dudarlo, como si fuera la mano que va a sacarla de algún pozo.

-Mi nombre es Anne, Anne Mason- dice mi madre sonriente.

-Bueno señorita Anne- mi madre suelta a reír sonrojada- ¿Le gustaría conocer toda la casa? Son los primeros vecinos que vienen a vernos y estaría encantado de mostrarle a detalle todo- murmura Jasón y a mi madre se le iluminan los ojos mientras su sonrojo se intensifica.

Abro la boca dispuesta a decir algo, pero mi madre responde primero.

-Por supuesto- dice feliz tomando el brazo que le ofrece y caminando a otra habitación.

Mi estómago se retuerce del miedo y la desconfianza y doy un paso involuntario para tratar de ir por mi madre, pero Peter me impide el paso tapando el camino con su cuerpo, posándose frente a mí al instante y haciéndome retroceder.

-Quítate del camino- gruño poniendo mi mano involuntariamente en la navaja bajo mi ropa y él sonríe.

-¿Así que la pequeña niña fue a acusarme con su madre?- se burla dando vueltas a mi alrededor examinándome como si fuera algún animal extraño y venenoso- ¿Por qué trajiste a tu madre aquí? ¿Acaso quieres meter a tu madre en la misma situación en la que estás tú ahora?- ríe entre dientes.

Mi estómago se retuerce de la vergüenza y puedo sentir la sangre correr a mis mejillas y tuerzo la boca tratando de mantenerme con calma.

-No es así y no necesito la ayuda de nadie para atacarte de nuevo si tratas de lastimarme como lo hiciste ayer- lo acuso mostrándole mi brazo lastimado y él ni siquiera se inmuta, en cambio comienza a reír como si hubiera escuchado la mejor broma del mundo o como si mi cuerpo lastimado le divirtiera.

-Eso puedo arreglarlo si me lo permites ahora- asegura acercándose a mí cuerpo y posando un dedo sobre mi cuello haciéndome retroceder- Si te molestan tanto las marcas, yo puedo ayudarte a que desaparezcan, claro, si eres capaz de soportar y de seguir fingiendo que no me tienes miedo- dice con una media sonrisa.

Lo miro con furia.

-Deja de decir tonterías, además… Yo no te tengo miedo- le dejo en claro.

Una media sonrisa se apodera de sus labios.

-Si no recuerdo mal niña, ayer estabas tan aterrada que comenzaste a llorar suplicando que te dejara libre- dice tomando un mechón de mi cabello para examinarlo posándose a mi lado y lo aparto de un manotazo.

-No lloraba- digo casi para mí misma- y no te suplique- digo un poco más fuerte.




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