-Cariño creo que estas exagerando- murmura mi padre con un suspiro frustrado mientras yo lo miro furiosa.
-¡Te estoy diciendo la verdad! ¡Era él, el hijo mayor de los vecinos raros!- grito rápidamente- ¡Estaba en frente de mi ventana mirándome!- chillo.
Mi padre suelta un suspiro.
-¿Y qué quieres que haga cariño?- pregunta con tranquilidad y yo lo miro con molestia.
-¡Llamar a la policía como te dije ayer!- le recuerdo.
Pone los ojos en blanco mientras bebé un poco de café y mi madre deposita unas tostadas en su plato para posteriormente besar su mejilla.
Mi padre la mira con adoración.
-¿Y qué se supone que les diremos a la policía cariño?- pregunta esta vez mi madre- No es como si tu no hubieras jamás salido a rondar su casa adentrándote en el bosque a altas horas de la noche, tal vez el chico estaba curioso, se acaban de mudar, estaba explorando- dice con tranquilidad.
Aprieto los puños furiosa.
-¡Eso es algo muy diferente! ¡Invadió propiedad privada!- sigo tratando de convencerlos- Entro a mi habitación, salió no sé cómo y después dejo una nota en mi cuarto- les muestro el arrugado papel con caligrafía perfecta y mi madre lo toma- Y después se quedó fuera de mi ventana para regodearse de mi miedo- sigo insistiendo.
Hasta yo sé que suena como una locura, pero necesito convencerlos.
Mis padres miran el papel detenidamente y parecen pensarlo un momento.
-Me parece que es griego antiguo- murmura mi madre y mi padre asiente con la cabeza- Una hermosa letra, mis felicitaciones para el hijo mayor del señor Jasón por su perfecta caligrafía y control en la escritura del griego antiguo- se burla devolviéndome el papel.
Aprieto los dientes.
-¿Saben qué? Ya me voy- digo molesta tomando mi mochila mientras ellos me miran con diversión- ¡Yo sola voy a averiguar lo que está pasando y si me muero en el intento quedará en su consciencia!- chillo.
Mi padre mira a mi madre.
-¿Aún tenemos ese seguro funerario verdad?- dice con seriedad y mi madre asiente con la cabeza con la misma seriedad.
-Lo tenemos ¿Cariño preferirías tulipanes o rosas?- pregunta esta vez en mi dirección y yo aprieto los dientes y me alejo furiosa hacia la salida- ¡Ten un buen día!- grita como último mientras yo murmuro entre dientes.
…
Estoy sentada en la clase de lenguas junto con mi amiga Daniela quien pinta corazones en su libreta con una sonrisa sin prestarle la más mínima atención a la clase y mirando hacia el otro lado del salón, donde se encuentra Nathan sentado con la cabeza hacia atrás y mirando el techo con aburrimiento.
Me siento sumamente ansiosa, me siento extraña, me siento asustada, incluso hoy por la mañana me topé con Nathan el cual me saludo con una sonrisa y poso su mano en mi cabeza y ni siquiera eso me hizo volver a la realidad.
Daniela y yo estamos vueltas locas por Nathan desde que tenemos uso de razón, todos los días tratamos de ir por el camino más largo para saludarlo y que nos sonría, sin embargo aunque él es un chico sumamente amable y dulce, jamás se fijaría en chicas tan comunes como nosotras.
Arranco un pedazo de mi última hoja de papel y comienzo a garabatear en ella con rapidez para posteriormente posarla frente a la hoja de Daniela pero ella sigue con la mirada puesta sobre Nathan, con una sonrisa en los labios y una mano puesta sobre su mejilla como si estuviera imaginando algo, como si estuviera dentro de una burbuja y estuviera maquinando una fantasía.
La pateo por debajo de la mesa.
-Au…- se queja Daniela posando una mano sobre su pierna y mirándome con molestia cuando la maestra se aclara la garganta y la mira con el entrecejo fruncido- Lo siento, me pegue- se disculpa sonriendo mostrando todos sus dientes y la maestra la mira con molestia.
-Tal vez si dejara de mirar al señor Jackson podría ser consciente no solo de la clase, sino también de sus extremidades- la regaña con descaro y todos comienzan a reír mientras Daniela se pone roja y Nathan la mira con una sonrisa y cierto sonrojo también en las mejillas, mientras esta ríe cuando él le guiña un ojo y la clase sigue su curso.
Nathan Jackson es un chico de mi escuela, él más guapo y popular de todo este maldito y asqueroso pueblo, es bueno en todo tipo de deportes, tiene una sonrisa encantadora y es tan carismático que cada vez que me habla, siento que mis piernas tiemblan.
Daniela me mira con los ojos entrecerrados, culpándome en silencio cuando yo señalo su cuaderno y esta mira el pedazo de papel y lee atentamente.