EPISODIO 4 - Papá
WALTER THOMAS
Han pasado 5 años y los padres de Sam no han querido saber nada de ella, ¿y para que les miento? yo tampoco quiero saber nada de ellos. Todo lo que le pueda hacer daño a mi hija, bien sea físico o psicológico queda descartado de mi vida. Sin dudas, una persona que descarga su ira con un bebe no está bien de la cabeza.
Sé por Carson, el primo de mi difunta esposa que el estado mental de Carol desmejoro en un 90% a raíz de lo que paso.
Pero ¿Quién entiende al ser humano?
Todavía recuerdo lo que me dijo la señora Beatriz, mi vecina;
“Ay hijo, ojala mi hija Mercedes que hubiera dejado un nietico, con lo que lo amaría y lo cuidaría. Hubiese sido una oportunidad única para verla a través de sus ojos y darle todo lo que a mi hija no pude darle, decirle todo lo que una vez no pude decirle…”
Pero no los necesito en mi vida, no los necesitamos.
Debo pasar por Lucille para ir a comprar los útiles, el uniforme y los implementos que usara para su guardería. Sé que está muy emocionada porque tendrá nuevos amigos.
Dejo todas las cosas en la cajuela del auto y escucho mi teléfono sonar. Es ella, por lo que me apuro en contestar.
—Hola mi amor.
—Hola papito. ¿Ya vienes pol mí? —es muy inquieta, esta tan acostumbrada a pasar el tiempo conmigo que me preocupa mucho su reacción cuando la deje en la guardería el lunes.
—Si mi santa, iremos de compras tu y yo ahora. Dile a la abuela que te haga unos moñitos, llegare en 10 minutos —respondo encendiendo el auto.
—Pelo yo quielo que me peines tu —puedo imaginar el pucherito en su boca—. ¿Me complaste mi helado de chispas de chocolate? —pregunta cambiando de tema rápidamente. Ja, cosas de niños. Es igualita a su madre, sin dudas.
—Uhm, no lo sé. Tal vez si me dices lo que tanto me gusta escuchar te hago un lindo peinado y te digo si compre tú…
—¡Te amo plincipe! —me interrumpe rápidamente y una gran sonrisa inmensa se plasma en mi rostro. Para esto vivo.
—Te amo también mi Lulu, si te compre tu helado favorito. Ahora, cepilla tus dientes que estoy por llegar. Un besote.
—Ok pa, le diré a mi abu.
Cuelgo la llamada para centrar mi vista en el camino, es increíble lo eficiente, dedicado y buen padre que me he vuelto, hay veces que no puedo ni creerlo…, y hay veces que no puedo dejar de extrañar a Sam.
A veces, en la soledad… puedo imaginarnos en el escenario de turnarnos para acompañar a Lucille al baño o al parque. Puedo imaginarnos a la perfección estando acostados los tres en el gran sofá de nuestra sala abrazados y viendo películas, cada una alado de mi cuerpo, rodeadas por mis brazos. En las tardes de té, de cuentos de princesas.
Suelto un gran suspiro. Hace tiempo que dejo de doler…, ahora solo es una sanción extraña.
Es el sentimiento de estar pleno pero saber que falta algo allí, es estar feliz aun sabiendo que una parte de ti se fue para no volver.
En fin, así es la vida. Y me costó tres años entenderlo. Tres años en los cuales tuve que enfrentarme a mí mismo y a mis propios monstruos.
Tres años que sin Lucille no hubiera soportado.
¿Qué si la extraño? Como un loco. Uno no olvida a su gran amor de un día para otro, uno no olvida a quien dejó una huella en tu corazón en cuestión de meses. Hace dos años que no lloro su partida, porque lo entendí. Hay personas pasajeras en tu vida, cuyo objetivo divino son dejarte enseñanzas que no podrás aprender en cualquier lado.
El proceso de sanación fue duro, había veces en lo que me perdía en mi propio odio y mi falta de entendimiento.
FLASH BACK
Un dolor insoportable abarca mi pecho, mi garganta tiene un nudo inmenso que duele y quema.
—Hubiera… Hubiera deseado jamás haberte conocido —el dolor habla por mí—. De haber sabido que ibas a dejarme con este dolor que quema, que ibas a enamorarme así y hacerme el hombre más feliz del mundo para después solo dejarme tu ausencia no te habría invitado a tomar algo —sollozos fuertes salen de mí, de mi garganta. Desde lo más profundo de mi alma.
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Editado: 10.10.2021