-Deja de tomar tantas fotografías al cielo, al piso y las paredes. Sabes, pensé que realmente sabías reconocer el arte cuando la veías, pero hasta el momento no me has tomado ni una sola fotografía a mí- sonreí con sorna al escuchar las rabietas de mi hermana- es que ni siquiera te has tomado tú, una insignificante foto- culminó mientras se levantaba y plantaba un pie con fuerza en el suelo.
-Hay cosas hermosas en éste lugar ¿no te das cuenta que es una de las plazas más amplias e interesantes de París? ¿Acaso mirar el lugar no te transporta a épocas mágicas y antiguas? – mi hermana resopló con indiferencia haciendo un gesto despectivo con la mano.
-Voy por un par de bebidas ¿se te antoja algo... artista?- levantó las cejas con exasperación al no obtener una respuesta inmediata de mi parte.
-Sólo una botella de agua- declaré volviendo a fotografiar parte de las inmensas columnas que se alzaban ante mí.
Estar en éste lugar era como un sueño hecho realidad. Había trabajado durante 5 años para poder hacer éste viaje y no me importaba que a mi hermana realmente no le interesara. Yo no me iba a amargar la existencia por culpa de ella.
Enfoqué nuevamente el lente de la cámara hacia unas cuantas personas que se encontraban en las gradas disfrutando del agradable clima del casi medio día e hice clic para capturar la imagen.
No tardé mucho tiempo en esto, luego me recosté poniendo mi mochila como cabecera y observé el cielo absorta en mi felicidad.
Si había algo que me caracterizaba era mi manía de revisar todo detenidamente hasta que estuviera perfecto; mi hermana debía de andar flirteando con algún parisino, por lo tanto tenía tiempo de sobra para revisar las fotografías.
Las fui pasando de a una por una, comparando aquí y allí en busca de la fotografía indicada, llevábamos aproximadamente 5 horas en la plaza tomando fotos; realmente me sorprendía que mi hermana no me hubiese dejado botada ya hace mucho rato. Inesperadamente me detuve ante una fotografía, no tenía nada de especial, era la que había capturado de las personas que se encontraban sentadas en las gradas, la acerqué hasta que en la pantalla solo quedó la imagen de un chico en la pantalla.
La examiné con cuidado y chequé cada rasgo del chico, llevaba unos jeans negros desgastados, unas botas negras con hebillas y cadenas, luego me fijé en la chaqueta negra con muchos bolsillos y sin mangas, debajo de ésta una camiseta blanca, sólo podía detallar un lado de su cuerpo pues precisamente había tomado la fotografía hacia mi lado izquierdo, por lo que sólo podía ver su lado derecho. También noté que su brazo derecho era un lienzo lleno de tatuajes que lamentablemente no podía ver bien en la imagen, pero que dejaba admirar lo musculosos pero no fornido de su cuerpo.
Sin embargo tenía una perfecta vista de su rostro, cara alargada, piel blanca, cejas negras pobladas, una nariz asimétrica, labios perfectamente delineados con un piercing en el extremo izquierdo de su labio inferior. Y unos hermosos ojos azules. Su cabello negro azabache estaba desordenado y un tanto largo, cubriendo parcialmente sus ojos. Todo en su porte mostraba destreza, sensualidad, tal vez un tanto de arrogancia, parecía estar mirándome a través del lente con una sonrisa divertida.
-No es mi mejor fotografía pero es... aceptable- me giré rápidamente al notar que quien me hablaba no era mi hermana sino un chico. Instintivamente impulsé mi brazo derecho y cerré la mano en un puño, justo con la fuerza necesaria para impactar- uy, eso estuvo cerca- continuó él mientras le echaba un vistazo a mi brazo y dejaba vagar su mirada hasta mi rostro.
Pude detallar aquellos rasgos de la fotografía ante mí, sus ojos eran azul oscuro, su cabello estaba recortado a los lados y en la parte superior lo había dejado lo suficientemente largo para cubrir sus ojos, también pude ver parte de un tatuaje que se asomaba en uno de los lados de su cuello.
La punta de la pluma era solo una insinuación para alentarme a querer visualizarlo completo.
Aparté esa idea de mi mente con un movimiento de cabeza.
-Por poco me da un infarto- dije a la vez que reaccionaba. Jamás había fallado éste golpe, mi hermana lo sabía, por eso había dejado de intentar asustarme.
-Discúlpeme, señorita- dijo él, desplegando una sonrisa encantadora.
-¿qué quieres?- pregunté con una nota de disgusto en mi voz. No me gustaban las conversaciones con desconocidos, eso era trabajo de mi hermana.
Sólo quería saber si mi fotografía era lo suficientemente decente como para no causarle nauseas la próxima vez que la veas.
-únicamente recordaré con ésta foto el susto de muerte que me ha dado un desagradable chico acosador- comenté mientras guardaba la cámara en mi bolso.
-Si fuese desagradable a la vista habrías borrado la foto- una sonrisa de suficiencia reafirmó su frase.
-No me refería al físico precisamente- eso lo dejó callado.
Yo siempre ganaba.
El chico arrugó el entrecejo con fingida molestia y al instante otro chico se acercó a nosotros. Me levanté.