Alguien sabe que está en problemas- comentó el chico de ojos azules mientras se reía plácidamente.
Su risa por cierto era algo digno de escuchar, contagiosa y espontánea.
No puede ser tan malo.
Me aconsejé a mí misma.
Entonces hice algo que no pensé que lograría ante este chico... sonreí también. Me recliné en mi asiento y cerré los ojos.
-¿A dónde deseas ir madame?- su voz era muy agradable en todo sentido, masculina y sensual.
Genial, hasta ahí llegó mi comodidad.
¿Cómo esperaban que me relajara si iba a ser observada por este chico toda la noche?
Al hotel pensé rápidamente; sin embargo, el chico solo estaba intentando ser amable... busqué en mi mente algún lugar al que quisiera ir.
-Me gustan las comidas al aire libre- comenté de repente acomodándome en mi asiento de tal manera que ahora estábamos uno frente al otro. Por segunda vez en la noche me quedé observándolo detenidamente, pero esta vez simplemente quería descifrar que era lo que un chico como el buscaba en una cita con una chica como yo.
Él sonrió y bajó la ventana que daba al conductor, le dio algunas instrucciones al chofer y volvió a acomodarse en su puesto.
-¿Estás enojada conmigo?- preguntó él, mientras se inclinaba en dirección hacia mí y entrelazaba sus dedos en el extremo de sus rodillas.
No supe descifrar su expresión, de hecho, ni siquiera sabía por qué le tenía manía.
-No lo sé- contesté con sinceridad mientras me encogía de hombros.
-¿te caigo mal?- intentó de nuevo arqueando una ceja.
-No tuve la mejor impresión de ti esta mañana... me refiero a que pareces demasiado confiado al entablar una conversación con desconocidos y yo no sabía qué pensar al respecto, tal vez la que se comportó inadecuadamente fui yo, y luego te provoqué para comenzar una discusión... es decir, por algún motivo te considero alguien con el cual no debería relacionarme- ni siquiera sabía por qué le estaba diciendo todo eso- no me malinterpretes, no es por tu apariencia ni forma de vestir, es decir, no te conozco sino de hace apenas un par de horas, pero es como si... como...- hice movimientos con mis manos intentando señalizar algo imposible.
El chico solo sonrió con un ápice de comprensión, pero se notaba que había algo que le molestaba de lo que le había dicho.
El auto se detuvo.
-Venga, voy a mostrarte el lugar con la comida más deliciosa de todos los tiempos
y antes de que pudiese abrir la puerta, pregunté: -¿Por qué haces esto?
El chico no se detuvo y salió, luego tendió su mano y me ayudó a salir del auto, cuando estuvimos uno frente al otro lo miré a los ojos, necesitaba una respuesta y no iba a permitir que ignorara mi pregunta.
No era tonto, porque bufó ante mi insistencia, pero únicamente se encogió de hombros.
Algo pinchó dentro de mí porque yo sí sabía por qué él hacía esto.
Solo intentaba complacer a mi hermana.
Me enojé al pensar que el chico estaba sintiendo lástima por mí y haciéndole un favor a su hermano despegándome de su cita.
Inmediatamente me arrepentí de haberme hecho responsable de la mala conversación de ésta mañana. Obviamente su soltura se debía a la facilidad con la que debía estar acostumbrado a ligar con chicas desconocidas y al no seguirle el juego tomó esa actitud de arrogancia.
-¿Pasa algo?- preguntó preocupado.
PASA TODO.
Negué con la cabeza.
-Bien, espera aquí, voy a pedir nuestra mesa.
Me quedé de pie allí observando el lugar, un restaurante gigantesco con luces y balcones. Esto no era lo que estaba pensando. No me gustaban estos lugares, eran demasiado públicos y estrambóticos.
Tras varios minutos de esperar y cuando ya estaba pensando en irme, salió el chico.
-Vamos adentro- murmuró tendiéndome su brazo.
Le hice caso y ambos caminamos dentro, varios camareros estuvieron guiándonos, una de ellas tomó el chaleco del chico de ojos azules con demasiada lentitud, como si tuviese todo el tiempo del mundo en hacerlo, y como si mereciera la pena colgar un estúpido saco.
-Es un placer tenerte de nuevo por aquí Jared- sus pestañas se agitaban demasiado rápido por la emoción, el chico quien correspondió al nombre sólo le dio una leve inclinación de cabeza y centró su atención en llevarme por el camino correcto.
-Pensé que tal vez el balcón únicamente para nosotros sería de tu agrado- no era broma, al llegar al balcón únicamente había una mesa para dos, me llevó hasta allí y acomodó mi silla cuando me senté.
A los pocos minutos el camarero tomó nuestra orden y se retiró, Jared sirvió vino mientras yo simplemente me concentraba en las luces que desprendía la hermosa París. Me perdí en la lejanía a tal punto que no noté cuando él me habló.
-¿eh? ¿qué?- pregunté sonrojándome.