Entre en mi departamento con la furia corriendo por mis venas. No podía soportar que Andrew continuara tratándome de esa manera. Tome mi cesto de ropa sucia junto con el costoso saco italiano. Andrew dejaría de burlarse de mí, eso lo podía asegurar.
Nora me miro con curiosidad, al percatarse de mis pasos firmes y acelerados, en la dirección que había tomado mi vecino instantes atrás.
El se giro a observar mis movimientos, intrigado por lo que sea que fuese a hacer. Después de un rato fingió aburrimiento y continuo con su tarea de agregar aromatizante en la lavadora. Claro que su concentración se desenfoco por mis manos sosteniendo su saco, el cual arroje sin cuidado alguno con mi ropa sin separar los colores. Pude ver un ligero tic en su ojo izquierdo o quizás lo imagine. Le sonreí con suficiencia, retándolo. Yo no era de las que agachaban la mirada, si quería pelea eso le daría.
Fue abierto con su molestia cuando termine de agregar la última prenda de mi cesto e inicie el ciclo de lavado. Pero solo se limito a mirarme fijamente, su mandíbula tensa me tentaba a besarlo, se veía tan atractivo. Borre el deseo de mi cabeza y lo mire triunfante.
—Supongo que estas molesta por cómo te he tratado ¿o me equivoco?
Mantuve mi boca cerrada, no le daría la satisfacción de sentirse importante.
El dejo su mirada seria y me observo con diversión intentando descifrarme.
—¿ahora comprendes? Lo idiota que me sentí cuando pasaste de mi aquel día.
Dijo con lentitud como si hablara con un niño de cuatro años.
—perdón, estaba nerviosa. No suelo decir las palabras correctas, cuando lo estoy.
Respondí dándome por vencida, porque en teoría este inicio tan desagradable fue mi culpa.
El cruzo la habitación y se puso frente a mi. Sus magnéticos ojos azules me recorrían con apreciación, el aliento abandono mis pulmones expectantes por su mirada lasciva. Tomo mi rostro con sus manos aproximando el suyo con lentitud, como pidiéndome permiso, para su siguiente movimiento.
Trague con nerviosismo, pero no me aleje. ¿a quién engañaba? Esto estaba mal, por múltiples razones, pero no podía resistirme a este hombre por mucha fuerza de voluntad que intentara demostrar. Entendiendo su solicitud, incline mi rostro alentándolo a continuar acercándose. Ese gesto fue más que suficiente, unió mis labios con los suyos, Era un beso desesperado con sabor a triunfo, por lo mucho que habíamos pospuesto el encuentro.
Coloque mis manos sobre su cuello sosteniendo mi equilibrio, el me sujeto con firmeza de la cintura moldeando su duro torso con la ternura de mis curvas. La ropa deportiva que utilizaba en sus días libres le quedaba bastante bien pero no le hacia justicia a su cuerpo de adonis.
Sus manos recorrieron mis caderas subiendo hasta la cintura mi vestido de algodón. El calor de las palmas de sus manos en mi trasero me hizo dar un respingo de sorpresa. Andrew me sonrió, mientras elevaba mi cuerpo sobre la lavadora que rezumbaba por su trabajo. Sin darme oportunidad de analizar la situación hizo mis bragas a un lado y comenzó a besar mis piernas, acercándose lentamente, su mano toco con habilidad la piel sensible. Mi respiración estaba frenética y me esforzaba demasiado por no emitir ni un sonido revelador.
Pero mi criterio se fue por el desagüe, cuando su boca rozo mi entrepierna. Sus dedos abandonaron su ardua labor, pero fueron remplazados por el calor de su boca, su lengua suave y caliente atacaba mi centro con golpes firmes y maestros. Estaba al precipicio, tan cerca de…
Mis manos se tensaron contra su cabello sometiéndolo entre mis piernas, los espasmos del orgasmo devastador que me había causado continuaban recorriendo mi cuerpo. Baje mis manos a sus hombros esperando el reencuentro con su rostro. ¿el acababa de hacerme un oral? Ni siquiera mi ex tenia tanta habilidad, este tipo iba a matarme. Me miro triunfante con sus labios brillosos, deje de lado mis preocupaciones absurdas y me arroje sobre su boca. Su lengua choca con la mía en una guerra candente, saboree mi propio sabor en su boca, lejos de asco solo incremento mi excitación.
Con manos torpes quite su camisa, el me bajo de la lavadora y lanzo mi vestido en alguna dirección, sus ojos azules oscurecidos mirándome con deseo. Volvió a tomarme entre sus brazos buscando un sitio con mas privacidad, señale con mi mano el cuarto de químicos, el cual era un pequeño closet con detergente y otros productos de lavado.
Continuamos con la sesión de besos y caricias, mientras el me aprisionaba contra la puerta del cuarto, con desesperación bajo sus shorts deportivos junto a su bóxer, estaba completamente duro. Se deshizo de mi sostén mientras yo deslizaba mis bragas fuera pateándolas con mis pies. Estaba tan húmeda que podía sentir como esta corría por mis muslos, mi cuerpo delatando su propio deseo. Andrew me tomo de nuevo en brazos indicando que colocara mis piernas alrededor de su cadera. Me apoyo contra la firme puerta de madera, mientras besaba mi cuello y descendía por mis pechos aprisionando la delicada zona entre sus dientes con pequeños mordiscos que solo hacían que perdiera cada segundo más mi raciocinio. Se alejo brevemente en busca de un preservativo, encontrando uno en su cartera sonrió con alivio. Me envolvió de nuevo en brazos, iniciando con movimientos lentos que me torturaban por la sensibilidad de mi cuerpo, podía sentirlo por completo en mi.
Después de lo que me aprecio una eternidad, sus brazos dejaron de sostenerme. Mis piernas se sentían entumecidas. Andrew coloco sus shorts. Yo estaba completamente desnuda y no había ni un solo rastro de mi ropa en el pequeño closet. El sonido de pasos en la lavandería me puso en alerta, demonios, no quería ser conocida por exhibicionista. Andrew me sonrió despreocupado.
—No te preocupes nena, traeré tu ropa en un segundo. Dijo con voz lobuna besando mis labios de forma dulce, antes de salir del escondite tomo una bolsa de detergente.