Melancolía

1. Melancolía

  1. Melancolía

Despertar y sentir que, todo lo que has hecho es un círculo en el cual te siente envuelta, consumida y limitada, es difícil porque no es lo que esperabas. Ingresé en un mundo desconocido y anhelado por muchos años, mundo que me lleno de satisfacción, esperanza e incertidumbre.

Caminé un sendero del cual sentí perder el rumbo, uno que se vio frustrado al recibir comentarios positivos de lo que es tu trabajo, pero que sin duda te creo ese miedo de perder la esencia por la cual iniciaste tu camino. Hoy desperté con otra manera de pensar y aunque solo necesite de tres días para despejar y aislar mis miedos, no puedo asegurar que no se han de presentar nuevamente.

─Disculpe ─dice un señor, lo observo y sonrío para indicarle que puede continuar ─, ¿de casualidad sabe si acá pasa un bus que sirva para el norte?

─¿Hacia que parte del norte va? ─pregunto para poder darle una respuesta concreta. Toma un papelito que lleva en el bolsillo de su chaqueta y dice:

─Av. 19 con 146 ─me observa con cara de no saber exactamente hacia donde se dirige.

─Si, en este paradero pasa un bus que le sirve, pero le toca hacer trasbordo ─me observa con mucha confusión ─de hecho, esa es mi ruta. ─completo para darle un poco de tranquilidad. Se lo que es estar perdido y no tener ni puerca idea a donde se va, más porque las direcciones en esta ciudad son un completo caos, por lo menos para mí que solo sé que, el norte se ubica de acuerdo a mi perspectiva y no a las condenadas.  

─Señorita, será que me puede guiar, es que no soy de esta ciudad y estoy algo perdido.

─Si claro ─le indico. Luego de un par de minutos con un movimiento de mano le hago el pare a la primera de las rutas que debemos tomar. ─vamos ─le digo al señor que esta algo distraído. Sonríe y sube después de mí, pero no pasa la registradora.

─Señor marque su pasaje, nosotros no recibimos dinero ─le dice el conductor al ver que el señor le pasa un billete para cancelar por el servicio.

─Siga ─le digo pagando su pasaje.

─Gracias señorita, no sabía que debía tener una tarjeta. Es que llevo mucho tiempo sin venir y la verdad olvide que ya por poco y el transporte tradicional es nulo, por suerte aún hay personas de gran corazón como usted.

─Gracias ─contesto con algo de vergüenza.

─¿Qué le debo del pasaje?

─No se preocupe ─Pese a la insistencia por querer pagarme el pasaje, no lo acepté. El señor se ubica en una silla y me observa con duda ─, yo le aviso cuando debamos bajarnos. ─sonríe con tranquilidad y se acomoda sin perderme de vista.

─Gracias ─digo al señor que me da permiso para ocupar la silla vacía que me deja justo donde deseaba. Ver tras la ventana es una sensación que disfruto y que me permite imaginar lo que piensan, sienten o anhelan, las personas que observo.

─¡Super! Felicidades ─habla fuerte el señor a mi lado ─que pena, es que mi hija me dio una gran noticia ─me aclara ante mi cara de pocos amigos por el susto que me pego. ─, que pena, en verdad siento el haberla asustado, es solo que mi hija lleva intentado ingresar a una empresa y hoy después de mucho insistir, pues lo logro.

─Entiendo.

─Es ella ─me enseña una fotografía. Me cuenta un poco sobre su vida, su hija y la gran esposa que tiene; su historia me conmueve y logra quitar esos miedos que se tejen en mi mente, por lo menos por un corto trayecto.

─Es aquí ─le informo al señor que, en cada parada del bus me observaba creyendo que en algún momento me bajaría y lo abandonaría. Me sigue, esperamos en el próximo paradero y como la tarde no es tan generosa, la lluvia nos alcanza, por suerte siempre llevo mi paraguas y con él nos cubrimos.

─Señorita, es usted un ángel ─un sonido de burla sale de mi boca ante sus palabras.

─Lo siento, es solo que nunca me había llamado así ─le comunico con algo de vergüenza.

─Pero créame que lo es, por lo menos hoy lo ha sido para mí. ─subimos al siguiente bus ubicándonos esta vez juntos.

─¿¡Disculpe!? ─digo retirándome uno de los audífonos para poder escuchar lo que sea que el señor tiene para decirme.

─Le preguntaba el motivo de su mirada.

─¿Mi mirada? ─cuestiono confundida.

─Quizá me tome como un loco, pero siento cuando el aura de una persona esta impregnando de miedo y de duda y, eso es precisamente lo que su mirada transmite. Pero ─calla

─No lo tomo como loco, pero es loco lo que me acaba de decir. ─agrego con intriga.

─Tengo la mala costumbre de meterme donde no me llaman.

─Creo que hay momentos en lo que llegar, es mejor que ser invitado ─hablo con expectativa de lo que él pueda o no adivinar de mi estado emocional actual.

─Señorita,

─Mariana, mi nombre es Mariana.

─Un placer Mariana, mi nombre es Carlos. Mariana, ¿a qué le temes?

─Ummm, ─rio sarcástica, cubro mis ojos sintiendo como estos se cristalizan, se cristalizan porque es una de las preguntas que he tratado de descifrar y que no he podido hacerlo, esquivo la mirada y digo: ─A ser enfrascada por algo que hice y dejarme llevar por un sendero que no quiero.



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En el texto hay: duda dolor y miedo fortaleza

Editado: 17.06.2021

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