Melanie siempre fue odiosa al jugar. Todo lo que sabía hacer era ganar y, al parecer, nosotros nunca fuímos un gran impedimento. Era insoportable ver que sacara las mejores notas. Que los tres únicos maestros la amaran y prefiriecen. Y que, los pocos chicos entre nosotras, solo voltearan a verla a ella.
Sí, era agradable.
Sí, era mi amiga.
Sí, la apreciaba.
Pero, ¿Melanie? Ella era detestable. Y créanme, no solo para mí.