Leah
Había distintas maneras en que las personas podían observarte. Era cierto eso que decían las personas “los ojos son las puertas del alma”. A lo largo de mi vida, la gente me observó con curiosidad, con alegría, con miedo e incluso con envidia. Pero había algo en la mirada de Winter. Mi cuerpo se tensó con sólo sentirla y algo en mi interior, me pedía que huyera del lugar y me refugiara en un lugar seguro. Todo en esa mirada me intimidaba y me hacía sentir incómoda.
Camino por los pasillos de la universidad hasta llegar a la sala de danza, mi corazón latía con rapidez y mis manos temblaban un poco. Respiro tratando de calmar a mi corazón, cierro mis ojos e intento mantener mi mente en blanco. Escucho a alguien entrar a la sala y levanto mi rostro, encontrándome con Christopher, exhalo el aire que estaba reteniendo y mi ritmo cardiaco disminuye, sintiéndome más segura.
-¿Te encuentras bien?- cuestiona y asiento. -Todavía faltan 20 minutos para comenzar la clase, ¿quieres practicar alguna coreografía conmigo?-
-Está bien- respondo y me acerco a él.
La ropa que estaba vistiendo hoy consistía en un pantalón holgado de mezclilla ajustado únicamente de mi cintura y una sudadera corta de color rosa pastel que dejaba al descubierto una parte de mi abdomen junto a un par de tenis color blanco. Observo nuestra diferencia de altura frente al espejo y sonrío ligeramente ante la imagen.
-Te mostraré los primeros pasos, luego lo haremos juntos- Christopher comienza a tararear una de sus canciones y comienza a mover su cuerpo.
Había visto varios conciertos de él y ésta era una de sus pocas canciones que tenían coreografía. Su cuerpo se movía al ritmo de la canción, observo fijamente cada uno de los pasos que da y los movimientos que realizaba. Detiene sus pasos y cuenta antes de que comencemos a movernos, mi cuerpo estaba un poco más rígido que el de él.
-Flexiona un poco más tu pierna, ¿puedo?- cuestiona y observo que su mano estaba cerca de mi cuerpo.
Muevo mi cabeza dando el consentimiento y su mano se posa detrás de mi rodilla, coloca un poco de presión y la flexiono más. Vuelve a su posición y continúa. Sus ojos me observan a través del espejo.
-Levanta tus brazos un poco más- sigo sus consejos y poco a poco se me va facilitando realizar la coreografía.
Comenzamos de nuevo y mi cuerpo se va acostumbrando al movimiento, relajo mis músculos sintiéndome más libre. Hasta que escucho la puerta abrirse y Winter entra por ella, veo sus ojos por el espejo y me tropiezo con mis pies, Christopher me sostiene por la cintura impidiendo que caiga al piso. Su rostro queda a centímetros del mío y dejo de pensar en Winter.
El calor de la mano de Christopher sobre la piel descubierta de mi cintura provoca que mis orejas ardan en un sonrojo. Sus ojos miran fijamente los míos, y por un momento dejo de pensar claramente, sólo podía enfocarme en su mirada café. Parecía una escena cliché de un drama, pero realmente quería quedarme en este momento. Deseaba sentir sus brazos rodeándome, impidiendo que me hiciera más daño y sus ojos sobre los míos.
Escucho que se aclaran la garganta y lo veo parpadear, me ayuda a permanecer estable y sus brazos sueltan mi cintura. Bajo mi rostro y me alejó de él, sintiendo mis piernas temblar. Tomo asiento y tomo mi teléfono. Observo a Valentina cuando llega y una sonrisa aparece en mi rostro. Valentina era bastante misteriosa hasta cierto punto, era bastante sincera, pero también guardaba muchos secretos. Sí bien, comenzamos nuestra amistad hace poco tiempo, sentí que incluso si lleváramos años conociéndonos nunca la entendería completamente.
Hablamos sobre nuestro fin de semana y nos ponemos en pie cuando la profesora de baile llega. El día se pasa bastante rápido y Christopher no se acerca a mí con la misma frecuencia que en los días anteriores. Cuando menos lo espero, las clases llegan a su fin y me encuentro en el auto con Stephanie.
-¿Cómo te ha ido hoy?- cuestiona.
-Bien- respondo.
-¿Hay algo que te preocupa?- pregunta mirándome a los ojos.
-Christopher me ha evitado en el día y una chica ha estado observándome de una manera rara- digo.
-Deberías hablar con Christopher, siempre es importante que digan sus preocupaciones o sí algo no les agrada y sobre la chica, no puedes cambiar el hecho de que probablemente no le gustes simplemente ignórala. Es mejor no tomarle importancia a las personas negativas, no permitas que controlen tus acciones- Stephanie siempre sabía que decir.
El camino a casa es corto afortunadamente y bajamos del auto cuando se estaciona frente a ella. Ya en mi habitación, mi mente se llena de pensamientos y todo se vuelve peor. El miedo vuelve a invadirme, sentía como una presión en mi pecho crecía y había un nudo en mi garganta. Debería decirle a Christopher la verdad, pero sabiendo que existía la posibilidad de que no quisiera volver a verme, me hacía dudar.
Cuando Stephanie me llama para comer, mi mente era un caos. La sinceridad era lo más importante en cualquier tipo de relación, como amiga debía decirle todo, ¿se quedaría a mi lado incluso si no fui sincera? Mientras más se alarguen las mentiras peor es el resultado. ¿Estaba mal simplemente querer permanecer a su lado por más tiempo?