Melodia de Amor

01|La chica de cabello rojo

“El amor es la única fuerza capaz de triunfar sobre la razon” - Jane austen

David Bennett

Llevaba más de tres noches ahogado en el alcohol, con el corazón hecho pedazos por el rompimiento de años con Luisa, caminaba descalzo y no se había importunado en cambiar esa camisa sucia de su cuerpo, todo lo que deseaba era tumbarse a la cama y cerrar los ojos deseando que al despertar el cuerpo fresco de Luisa lo acompañará.

—Joder, esto parece una escena del crimen

—Largo Alex, no eres bienvenido

—No te dejare morir aquí solo, hermano solo rompiste con Luisa, además regresará en dos años

Luisa quien había sido su compañera por más de 5 años decidió irse a España, como maestra de idiomas, era una oportunidad que no se le presentará dos veces, debía ir y aunque le rompiera el corazón dejar a David era lo mejor.

Lo mejor para ambos

—No era necesario terminar

—Era desgaste emocional David, el pensar si estás con alguien más o el venir en vacaciones y tener que volverte a dejar, piensa en ella carajo.

—La amo tanto joder.

—Y ella te ama a ti, solo son dos años David

—Dos malditos años sin ella

David se puso de pie con intención de volverse a tirar sobre la cama, pero su hermano para su mala suerte logró detenerlo y con autoridad de hermano mayor hablo con voz fría y serena.

—Tienes media hora para cambiar tu apariencia y quitar tu cara de culo, las exposiciones de mamá son hoy y pensé que no lo habías olvidado.

La madre de David es una mujer muy creativa, llena de vida y amor, expondría sus piezas de arte más célebres en la galería MoMA y sus dos hijos debían estar ahí para ella.

David miro con flojera a Alex, pero termino cediendo ante su palabra, calculo el tiempo y se tumbó sobre la cama lamentándose por su ruptura, faltando 10 minutos se levantó y se dio una ducha rápida vistiendo formal, ambos hermanos salieron en su Mercedes rumbo a la galería.

La presentación fue un éxito absoluto, llenos de orgullo y con una resaca terrible David necesitaba con su vida un café bien cargado, se escabullo con cuidado para que su madre no lo viera y salió de la habitación caminando en busca de un café, pero algo le llamo la atención, una chica hermosa de cabello rojo se dirigía hacia donde se expondría la pintura de su abuelo, nadie entraba ahí pues es una pieza algo extraña y sin forma. La curiosidad le ganó y olvidándose de todo la siguió, al entrar la miro observando aquella pintura espantosa, por su mente paso una cuestión y era ¿Alguna vez observara así a Alguien más que no sea una pintura?

La chica en silencio observaba, contemplando los matices grises y sombríos

—Es impresionante, ¿Verdad? —David mencionó deteniéndose a su lado, pero ella no se tomó la molestia de mirarlo, simplemente sonrió y hablo

—Si, me encanta —Respondió con un suspiro—. La forma en la que el artista juega con la luz y la sombra es increíble.

—Si, es como si cobrará vida. Me llamo David, por cierto

Ella por fin lo miro, sus pupilas se dilataron y su iris verde resplandeció, arrugó las comisuras de sus labios con una sonrisa y David quedó seco de la garganta por lo hermosa que era.

—Yo soy Mía Wagner. Encantada David

Sin darse cuenta ambos comenzaron a platicar sobre arte y música, o intercambiando opiniones y comentarios, todo iba bien hasta que surgieron diferentes opiniones.

—Creo que el artista quería transmitir una sensación de tristeza y desesperanza —Mia afirmó, Pero David negó

—No, no, es todo lo contrario. Es una obra de esperanza y optimismo —Se escucho decir como si su abuelo se lo hubiera dicho.

—¿Cómo puedes decir eso? La paleta es sombría y oscura

—Eso es lo que lo hace tan genial. El artista está jugando con nuestras expectativas

—No estoy de acuerdo

David sonrió satisfecho ante la postura de la pelirroja

—Me encanta que no estés desacuerdo, me fascina debatir sobre arte

—Supongo que tenemos cosas en común, David

—Lo mismo pienso

Y sin darse cuenta mía y David compartían más que una opinión distinta, compartian postura, ambos de pie el uno del otro con los brazos cruzados sobre sus pechos, mirándose fijamente contemplando el arte que guardaba sus ojos, ambos olvidaron por un instante que además de esto, compartían el dolor de un corazón roto.

—Ya es tarde, debería irme

—¿Tan pronto?

Quizá podía ella quedarse un poco más, si tan solo David...

—Vamos por un café, después te llevaré a dónde tú me pidas

—No lo sé —Ella piensa dudosa mordiéndose el labio inferior, David desea que hable ya pero en eso entra Alex.

—David te estoy llamando —Alex vio a la pelirroja de vestimenta elegante, intercambio mirado con David y Mia por fin hablo.




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