Melodia de Amor

02|El chico de ojos azules

“El amor es tan breve, y olvidarlo es tan largo” - Gabriel García Márquez

Mía Wagner

Los peces de colores nadaban libremente sobre el río sin preocupación de que algún depredador termine con ellos.

Agua clara

Agua dulce

Libertad

—¡Miel!

La voz de su mejor amigo se escucha a lo lejos, había adoptado el habito de llamarla “Miel” de modo que sonara más original su nombre, fastidiado de buscarla, mía sonrió aún recostada boca abajo con sus dedos apenas tocando el río.

—¡Mimi!

Sophia su mejor amiga también adopto la manía de crear un apodo que sonara mas original y como su novio tenia uno propio, ella también deseaba una manera única e inigualable para llamar a su mejor amiga.

—¡Estoy en el río! —grito y a regañadientes se puso de pie

—Esta casa es muy grande y tú muy curiosa —Ethan sale de los arbustos con equipaje, deja caer las cosas a su alrededor y mira a mía con cansancio

—Amor, no es su culpa que tú te aferres a siempre buscarla en su habitación —Sophia se acerca a mía y la abraza con fuerza.

—¿En verdad sigues buscándome en la habitación? Ethan siempre estoy en cualquier lado menos en la habitación, pensé que lo sabrías

Su mejor amigo se alzó de manos mostrando rendición, Sophia ayudó a mía a levantar sus pocas cosas y los tres mejores amigos caminaron hacia el páramo, dónde había mucho pasto y sombra, un ambiente relajante.

No dejaron que mía ayudará ya que podía cansarse mucho, optaron por hacerlo ellos dos solos, tendiendo una manta sobre el suelo, abrieron las canastas sacando los platos de fruta y sándwiches, pusieron piedras pequeñas en las esquinas de la manta para que el aire no levantara sus bordes y cuando todo estaba listo se sentaron sobre de ella para comer los bocadillos.

—¿Cómo te fue en la galería?

Sophia es tan solo dos años menor que su novio Ethan, teniendo 25 es como la hermana que nunca tuvo mía, se volvieron inseparables desde niñas y aunque la enfermedad de mía la volvió casi inservible, Sophia no deja de venir a verla.

—Maravilloso

—¿Conociste algún chico guapo?

—Si

—¿Sí? —Ethan casi se atraganta con la uva, mira a su novia quien tiene la misma expresión facial y pocos segundos después hacen la comida de lado acercándose a mía—. Descríbelo, tienes gustos cuestionables

Mía comenzó a reír y Sophia le golpeó el hombro a Ethan, los recuerdos de mía se quedaron en su mente y sintió que su sonrisa no podía desvanecerse.

—Se llama David Bennett, es muy alto, de ojos azules, cabello castaño con rizos poco definidos, facciones finas y suaves, sonrisa dulce y termino con su novia hace unos días.

—Joder, me has sorprendido Mimi

—Cuéntanos más miel, queremos detalles jugosos —Ethan hace un gesto que la hace reír, mía se alza de hombros y niega con la cabeza

—No hay detalles, hablamos de arte, tomamos un té y me trajo a casa

—¿Te trajo a casa? ¿Anoche? ¿Podemos ver las cámaras de seguridad? —Sophia cuestionó una y otra vez

—Amor, déjala respirar, mira de ha puesto pálida —Ethan detuvo a Sophia, mía sonrió diciéndoles que estaba bien pero su mejor amiga sabía que algo andaba mal.

La recostaron poniéndole una almohada en la cabeza, mía los miro con tristeza y desesperanza por no poder seguir hablando, pero era claro que ninguno de los dos permitiría que mía se levante si se ve así de mal.

—Mientras tu descansas nosotros armaremos la casita ¿Vale?

—Si

Sophia se sujeta sus rizos cafés en un moño mal echo mientras Ethan comienza armando los metales, entre los dos armaron la casita de campaña sin mucho esfuerzo, acomodaron todo por dentro y cuando la noche iba cayendo mía ya se sentía mejor como para levantarse y acompañarlos.

Ethan encendió una fogata en el centro con ayuda de piedras y madera, armaron brochetas de bombón y aunque mía no comió los acompaños a cocinarlos.

—¿Cómo te fue en el consultorio Sophia? —Mia pregunto intentando darle tensión a Sophia, ya que últimamente el centro de atención solo era ella misma, también le importaba su mejor amiga y compadecía la carga emocional que era tener una amiga con insuficiencia cardíaca.

—Agotador, tuve que reanimar dos veces a un señor de 60 años que tuvo una sobredosis.

—Y tu Ethan, ¿Cómo te va en el despacho?

—Gane el juicio por 2 millones de dólares

Mía abre los ojos fascinada, se cubre los labios y después lo abraza dándole las felicitaciones, Sophia se levanta al no encontrar los chocolates y toma la decisión de ir a la casa grande en busca de la bolsa del supermercado que olvidó.

El silencio entre mía y Ethan se hace grande, es un silencio lleno de dudas, mía voltea a verlo y el mantiene la cabeza abajo, su mano acaricia el hombro de su mejor amigo y el la voltea a mirar con sus ojos azules.




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