Melodía de Verano

Capítulo 5

Después de que mi madre habló con mi padre, sorprendentemente lo convenció de que me permitiera ir. Aparentemente fue más sencillo de lo que pensé; al menos eso dice mamá. 

Durante el par de días siguientes hablé al departamento, compré algunas cosas para el viaje, y acomodé mis maletas. 

Hablé con Lucía apenas tuve todo listo para irme. 

—¿Cuándo te vas? 

—Mañana por la mañana. 

—Y ¿cuándo regresas? 

—En dos meses y medio. Específicamente, el día antes de que inicien las clases. 

—Ya veo… ¿Estás emocionada? 

—¡Por supuesto! Son mis primeras vacaciones reales. 

—Estoy muy feliz por ti, Elisa. 

—Gracias. Desearía que vinieras, pero realmente necesito tiempo para mí. 

—No te preocupes. Ahora que tu madre ha conseguido domar al dragón de la torre, podremos irnos juntas el siguiente verano. 

—Suena bien.—respondo tras una leve risita. 

—Te dejo. Necesitas dormir temprano para que te levantes mañana para ir al aeropuerto. 

—Adiós Lucía. Te quiero. 

—También te quiero. Y no te preocupes, no le diré a Santiago dónde estás. En caso de que haga estúpido como seguirte. 

«Al fin nos entendemos, Lucía querida»

—Gracias. 

Cuelgo el teléfono y mi padre entra a la habitación mientras acomodo las almohadas de la cama. 

—¿Tienes todo listo? 

—Sí, he checado las maletas dos veces. 

—Bueno. Nos vemos mañana temprano antes de que te vayas, entonces. 

—Por supuesto. ¡Papá! —lo detengo antes de salir. —Gracias. 

Sólo asiente y se va, pero me parece ver un gesto parecido a una sonrisa antes de que salga. 

 

♫♫♫

 

A la mañana siguiente, me despierto ansiosa y con una gran sonrisa plasmada en mis labios. 

Tomo una ducha y envuelvo mi cuerpo en la bata. Opto por un pantaloncillo corto y una camiseta blanca acompañada de unas vans. Leí que el clima es muy caluroso por allá. 

Tomo mis lentes de sol y los coloco en el cuello de mi blusa. Busco mi bolso, y al estar segura de que he metido todo lo necesario para un vuelo de aproximadamente 3 horas, salgo de la habitación con mis maletas. 

El desayuno está listo cuando he bajado. Mis padres se encuentran en el comedor y Jazmín coloca un plato de pan francés frente a mí. 

—Muchas gracias. Se ve delicioso. 

—Pensé que querría comer su favorito antes de irse. 

—Gracias. 

—¿Tienes todo listo? —dice mi madre.

—Sí. En cuanto termine mi desayuno, me iré al aeropuerto. 

—¿Qué harás al llegar allá? 

—Iré a buscar el departamento, y hablaré con la casera para terminar de revisar algunos asuntos. Después acomodaré mis cosas y tal vez vaya a buscar algo de comer y la despensa. 

—Sí que tienes todo planeado, Elisa. —dice mi padre.

—Te dije que estaba lista, Octavio. —responde mi madre. 

—Tranquilo, papá. Regresaré convertida en adulta.

—Eso espero. 

 

♫♫♫

 

Ya en el aeropuerto, después de despedirme de mis padres, de Antonio, de mi nana, de Jazmín… ¡bueno! de todos los que habitan en la casa, paso a dejar las maletas, a que me revisen mis documentos, y finalmente, entro al avión. 

Saco un libro del bolso apenas hemos despegado y me coloco los audífonos. 

 

Después de un rato me he fastidiado, por lo que decido sólo observar por la ventanilla. El avión ha comenzado a descender y me quedo anonadada por el paisaje que comienza a distinguirse. 

Edificios todos color arena, y una playa que parece perteneciente a un majestuoso cuadro, con la espuma blanca en la costa y el mar de un color tan azul que su nombre aún no ha sido creado por pantone. 

Mientras el maestro Ken Arai toca piezas llenas de esperanza en mis oídos, puedo escuchar al piloto decir:

—Pasajeros, tengo el gusto de informales que en 5 minutos estaremos aterrizando en el Aeropuerto Internacional de Malta.



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En el texto hay: musica, romance, amor de verano

Editado: 22.03.2020

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