Capítulo 10

El día de hoy me siento un poco cansada, y necesito descansar, puesto que mañana es la primera clase de baile. 

Preparo un emparedado y café aún en pijama. De pronto, suena mi móvil. 

—Elisa, ¿cómo has estado? ¿Qué tal tus primeros días de vacaciones? 

—Hola mamá. Todo bien. 

—Qué bueno. ¿Has podido pensar algo ya? 

—Lo estoy… resolviendo. 

—Eso es bueno. ¿Qué tal la playa? 

—¡Es hermosa! 

—Me imagino. He buscado algunas imágenes en internet. 

—Es mucho más bello en persona. He tomado muchas fotografías. 

—¡Fantástico! No puedo esperar para verlas. 

—¿Cómo está papá? 

—Estresado con el trabajo, ya lo sabes. Es una ventaja que Santiago nos esté ayudando. 

«Lambiscón»

—Me alegro. 

—Se ha puesto muy atractivo, ¿no lo crees? 

—A mi me parece que luce igual. 

—Oh, tonterías. Ha embarnecido.—ruedo los ojos en el teléfono. 

—Sí, bueno...oye, debo irme, pero, te hablo después. 

—Por supuesto. Disfruta tus vacaciones, hija. 

—Gracias. Adiós. 

Cuelgo el teléfono y voy a ducharme y a vestirme para el día de hoy. 

Al terminar, lavo los platos y tomo el estuche de arte que compré ayer. 

♫♫♫

Llego a los jardines Lower Barrakka para poder pintar un paisaje. Hay árboles con flores de diferentes colores, aunque en su gran mayoría son de distintas tonalidades de rosa. Hay una fuente al centro, rodeada por una reja negra, ya que la fuente brota del suelo, en lugar de estar construida sobre este. Hay un monumento de estilo griego con algunas inscripciones en la parte superior. El cielo está despejado y ayuda a crear la vista perfecta para mi propósito. 

Diviso una pequeña banca y me dispongo a plasmar dicha escena en papel. 

Tomo un pastel blanco y esbozo ligeramente las formas frente a mí. Elijo otro color y comienzo a darle vida a mi cuadro. Mis dedos acarician el papel cuando necesito difuminar. Cambio de gis a una velocidad impresionante y me absorbe la pintura. A mi alrededor, los turistas desaparecen. 

Cuando menos me doy cuenta, han dado las 3. La imagen está completa y sólo queda firmar. Le pongo un poco de fijador y cierro el cuaderno apenas se ha secado. 

—Eso es muy bueno. —dice una voz femenina a mi lado. 

—Gracias. —respondo mientras me giro. La chica de tez morena y cabello largo y oscuro sonríe. 

—¿Eres artista? 

—Yo, mmm… sigo intentando descifrarlo. 

—Soy Angele. 

—Elisa. Me gusta tu nombre. 

—¡Gracias! A mí me gusta el tuyo. ¿Vives por aquí?

—En realidad estoy de vacaciones. 

—¡Qué genial!

—¿Vives aquí? 

—100% maltesa. Y, ¿qué opinas sobre la ciudad? 

—Es muy bello por aquí. 

—Lo sé… ¿Sabes? Habrá una exposición de arte en una larga calle no muy lejos de aquí. Uno de mis amigos es artista y como veo que estás como en el mismo rollo, tal vez te gustaría venir. 

—Suena bien. ¿Cuándo es? 

—La próxima semana. Empieza por la tarde. ¿Aún estarás por aquí?

—Voy a pasar aquí todo el verano. 

—Magnífico. Te paso mi número para enviarte la ubicación. Y tal vez podamos salir después a un bar o algo por el estilo. La vida nocturna de Malta es una LO-CU-RA, en serio.

—Vale. En realidad aún no he salido por la noche. 

—Nena, acabas de encontrar a la experta. —dice mientras yo río. 

Intercambiamos teléfonos y se despide. Debe ir a invitar a más personas a la exposición. La verdad es que es bastante agradable y divertida. Me alegro de haberla conocido, pues ahora tengo a alguien con quien salir si quiero ir a un club un viernes por la noche. 

♫♫♫

Me encuentro en casa después de haber caminado un poco por la ciudad para tomar fotografías de la vida cotidiana en la región. Si me decido por fotografía, necesitaré un portafolio que represente distintas facetas de mí misma; paisajes, retratos, etcétera. Y si me decido por otra cosa, al menos tendré lindos recuerdos de mis primeras vacaciones. 

Recostada en el sillón doble de la estancia, admiro las fotografías que he tomado en estos días. 

Empiezo a escuchar algunas notas a través de la ventana.