Capítulo 10.

- ¿Qué haces aquí Ethan? -preguntó Oliver desconcertado.

- Vine porque tenemos que hablar.

- Yo no tengo nada de que hablar y mucho menos contigo.

- Te equivocas. Tenemos de mucho. Para empezar, Nathaly O'Donell.

- No te entiendo.

Ethan antes de ir al bar The blue berry había hablado con su padre sobre su decisión de casarse con Melissa. Luego, al salir en aquel taxi del bar fue a casa de Oliver Coleman para confesarle sus sentimientos hacia Nathaly. Recién se había dado cuenta de la terrible de necesidad a causa de su ausencia. "¿Estás seguro que Melissa es tu felicidad?" -le preguntó su padre. "¿Por qué lo dudas?" -respondió su hijo con otra pregunta. "Porque no te veo muy entusiasmado, hijo. Tal vez lo estarías si fuera con la mujer correcta". En ese momento se dio cuenta de a quién se refería. "He visto como la miras. Tu rostro se enciende, tu respiración se entrecorta y tu corazón se paraliza. Tal vez no te has dado cuenta aún o tal vez no quieras aceptarlo por culpa, pero te has enamorado de esa niña inocente, tierna y dulce. Y no te culpo por ello" -su padre le hizo abrir los ojos. "Es simple admiración" -era amor y ambos lo sabían.

- No me vengas ahora con que te diste cuenta de que la amas.

- Sí -dijo Ethan con firmeza.

- Jajaja... Por favor -dio algunos pasos lejos de la puerta y luego se acercó de nuevo a Ethan con enfado-. A otro perro con ese hueso, Ethan.

- Lo digo en serio. La amo y sé que ahora es tarde para nosotros, pero...

- Sí, muy tarde porque ahora ella está conmigo -lo interrumpió.

- Pero -continuó ignorando al pelinegro-, sé que ella también siente algo por mí y voy a luchar mientras esa pequeña esperanza siga encendida.

Oliver no podía creer lo que estaba escuchando. Sabía que con Ethan de por medio no tendría oportunidad con Nathaly. Sabía que ella lo escogería a él y aunque fuera lo contrario, ella no sería tan feliz con él como lo sería con Ethan. Tenía que reconocerlo, tenía las de perder. Ethan llevaba mucho tiempo en su corazón y ese amor no podía ser apagado en dos segundos como si fuera la llama de una vela. Se necesitaba tiempo y con Ethan decidido se le agotaba ese tiempo. Pero Oliver no se daba por vencido tan fácil.

- Deja de buscarla o verás de lo que soy capaz -dijo en un tono amenazador.

- No se puede negar la verdad -replicó Ethan casi gritando, tratando de hacerle entender su punto. Intentando convencerlo de desistir.

- Y según tú, ¿cuál es esa verdad?

- Que nos amamos.

Su respuesta le cayó tan fuerte en su cabeza como la potente fuerza de un rayo en medio una tormenta. Era verdad. Ellos se amaban.

- ¿Qué es lo que buscas? ¿Ser el primero en su vida?

- No. El primero no. El único.

Oliver no dijo nada. Se limitó a decir que no le iba a dejar el camino libre, que tendría que pasar por sobre él antes que le quitara a la chica que le robó el corazón. Luego, Ethan se fue en el taxi que lo llevó a la casa de Oliver y le pidió que lo llevara a la mansión O'Donell. Ya debía 35£ por la espera. Le pagó al chofer quien se fue feliz por su paga, ahora solo tenía que hacer una vuelta más y se iría a casa. El mayordomo le había traído de la cocina una taza con café cargado para bajarle un poco la borrachera. Nathaly amablemente lo acompañaba con una taza con té y una rodaja de limón. Ya era pasada la media noche.

- Espero no haber molestado a tu padre -dijo Ethan haciendo una mueca por el mal sabor del café negro.

- No está. Se fue de visita a casa de mi abuela por unos días. Hace tiempo no sabemos de ella y mi padre estaba preocupado.

- Que suerte.

Hubo un silencio incómodo por unos minutos. Ethan no sabía cómo empezar la conversación. Estaba nervioso, lo que era muy inusual en él. El galán de galanes estaba nervioso ante una presencia femenina, pensando en cómo confesarle sus sentimientos. ¿Cómo empezar? ¿Qué debería decir? ¿Cómo actuar? Ella bebía tranquilamente de su taza el cálido, dulce y delicioso té.

- Te amo -le soltó de golpe, lo que hizo que Nathaly se atragantara con su té-. ¿Estás bien? -dijo mientras se acercaba a ella preocupado.

- Sí, eso creo -respondió ella haciendo un ademán con la mano para quitarle importancia mientras tosía.

- Lo siento, debí esperar o decirlo de otro modo.

- No te preocupes, todo está en orden. Solo que, me tomaste por sorpresa.

- Perdona, es que no podía esperar. Tenía que hacerlo ahora o nunca más tendría el valor para hacerlo.

- Ethan, estas a unos días de casarte.

- Lo sé, pero no puedo evitar sentir esto que siento.

- No es amor lo que sientes, Ethan. Es compasión.

- No es verdad. Al principio inició como una admiración por tu talento, tu valentía, luego curiosidad porque no sabía nada de tu vida, aún siento curiosidad por llegar a conocer cada rincón de tu ser -puso una mano sobre la suya estremeciendo a la pobre chica que estaba desconcertada con lo que estaba pasando-. Luego, cuando supe que salías con Oliver me comenzaron a dar celos. Yo me había ido mucho tiempo, no escribí, no llamé, era lógico que te enamoraras de otro hombre. Que te besara, que te tocara. Sentía mucha ira y no sabía por qué.

>> Nathaly, estaba sufriendo por ti. Habías perdido la confianza en mí, cuando antes solías contarme todo. Era muy raro no saber de tu vida después de que prácticamente yo te vi crecer. Me sentía vacío sin ti a mi lado como siempre habías estado.

- Ya no soy aquella niña tímida que siempre colgaba de tu brazo con miedo a las personas, Ethan.

- Lo sé. Y me gusta la mujer en la que se ha convertido esa niña. Es hermosa, inteligente, valiente.

- Y ciega -recalcó ella bajando la cabeza con vergüenza.

- Lo que más me gusta de ti -ella levantó la mirada sorprendida por su confesión-. Has logrado lo que muchos jamás podrán hacer en su vida. Tocar el piano como una diosa, literalmente, con los ojos cerrados.