No tenía muy claro por qué había aceptado ir con Nolan a la librería, pero aquí me encontraba, caminando a su lado con mis brazos cruzados por el frío.
Él iba con las manos metidas en los bolsillos de su gabán, el silencio era notorio, ninguno de los dos dijo algo desde que salimos de casa.
Suspiré sonoramente y noté que él me observaba de reojo.
—¿Estás aburrida? —Preguntó volviendo su vista al frente.
Negué con la cabeza porque sabía que aún así me estaba mirando.
—No. —Respondí igualmente— Solo que hace frío y el silencio me está matando, es incómodo.
Vi una sonrisa en su rostro, tal vez ante mi sinceridad y asintió con la cabeza.
—Vale, hablemos entonces.
Sonreí.
—Hablemos entonces. —Confirmé.
—¿Te siguen gustando más los libros de tapa dura?
—¿Cómo recuerdas eso? — Fruncí el ceño.
—No es difícil recordarlo, la mayoría de tus libros son de tapa dura, una vez dijiste que te gustaban más esos debido a que no se doblaban tan rápido que los de tapa blanda, y eso te gustaba porque, cito: “Evita que mis libros se vean de la basura. Además, casi siempre son ediciones especiales, lo cual hace que sean más bonitos”.
Abrí los ojos y lo miré, él me devolvió la mirada y seguimos avanzando.
—¿Cómo carajos recuerdas todo eso? — Solté.
—Ya te lo dije, no es difícil de recordar. Llegamos.
Miré la librería en frente de nosotros. Nolan avanzó y abrió la puerta para que yo pudiera pasar, le agradecí y al entrar el aire acondicionado se sintió placentero.
Avancé y me quedé viendo un libro en específico, era precioso, la portada era muy llamativa, lo tomé y leí la sinopsis, interesante.
Nolan llegó a mi lado y yo dejé el libro en la estantería de nuevo, me dirigí a la sección de poesía con él detrás de mí.
—¿Cuál te pidió? — Pregunté, pasando mis dedos por los lomos de algunos libros.
—Amor con tormentas de Marcos Delacroix.
Busqué durante un momento y lo encontré, había dos ediciones, no supe cuál llevar, abrí uno y leí un par de páginas, me enganché y leí un poco más, al final, decidí que llevaría las dos ediciones. Mamá era libros de tapa blanda, dice que los de tapa dura pesan mucho, así que llevé ese para ella y el otro, de tapa dura para mí.
Me giré para decirle a Nolan que ya podíamos irnos, pero no lo vi. Fruncí el ceño y repasé el lugar con la mirada, esperando verlo por ahí, nada.
Solté un bufido y decidí que lo mejor era esperarlo, al poco tiempo llegó con dos libros en la mano.
—Ya encontré el de mamá, —Le informé— ¿nos vamos?, ¿vas a llevar esos dos?
—No, tú vas a llevar estos dos, te vi mirando este a la entrada—me mostró el libro que me había parado a mirar, fruncí el ceño— y este es el otro, son una bilogía. Ya los pagué. Es un pequeño regalo.
—Ey, Nolan, para el carro. —Puse una mano en su antebrazo, él se tensó un poco ante mi tacto, pero se relajó casi al instante.
—¿Qué?
—¿Me acabas de comprar un libro? —Pregunté sin creerlo.
Sonrió.
—Corrección: Te acabo de comprar dos libros. —Dijo aún con una sonrisa, como si lo que hizo hubiera sido toda una hazaña.
Lo miré por lo que parecieron muchos minutos, no sabía qué decir. Parpadeé y solté una risita porque solo me quedaba aceptar su pequeño regalo y agradecerle.
—Gracias. —Le dije tomando los libros, me puse de puntillas y le besé suavemente la mejilla, sentí la barba de pocos días en mis labios, me hizo un poco de cosquillas, pero me gustó. Me gustó más de lo que debería admitir
Pasé por su lado y llevé los libros que iba a comprar a la caja, Nolan llegó detrás de mí al cabo de unos segundos, pagué ambos libros y me dirigí a la puerta con la bolsa donde estaban los libros que había comprado, él la abrió para mí nuevamente, le sonreí y sentí de inmediato el frío en mi rostro.
—Hace frío… ¿Nos vamos a casa? —Susurré acariciando mis brazos.
—Vamos a la cafetería. —Se colocó en frente mío y me quitó algo que tenía en el cabello, no supe que era porque lo tiró al suelo, no le di importancia.
No recordaba eso, la cafetería, habíamos quedado para ir a comer esos rollos que me encantaban cuando era pequeña. Cerré los ojos unos segundos y luego los abrí para encontrarme con los grises de Nolan entrecerrados.
—Dime que te acordabas, Alayah.
—Claro que me acordaba, ¿Por quién me tomas?
Metió las manos en los bolsillos de su gabán y empezó a caminar, lo seguí al instante.
—Te tomo por una chica que si le dices cinco cosas se le olvidan cuatro y se justifica con la única que recuerda.
Lo miré mal y sabía que me había visto porque sonrió. Nunca entendería cómo caminaba y aun así estaba mirándome. Si yo lo hiciera, me hubiera ido de narices al menos tres veces.
—Cállate, Clifford.
No dijo nada más, yo tampoco, avanzamos en silencio y yo solo podía sentir el aire frío golpeando contra mi rostro, solté un suspiro. Hoy el día estaba más frío de lo habitual.
Al poco tiempo llegamos a una cafetería muy bonita, él abrió la puerta para mí, pasé y vi que había varios discos de vinilos en las paredes.
Me centré en una pared en específico, estaba totalmente llena de esos discos, de diversas bandas.
—¿Conoces alguno de los grupos?
Asentí con la cabeza.
—Claro, son clásicos del Rock.
—No sabía que escuchabas esa música. —Comentó pasando una mano por su cabello.
—A Ryan le encanta, por ende, me obliga a mí a escucharla también.
Sonrió y yo lo hice también, pasé los dedos por uno de los discos.
—Nolan. —Lo llamé.
—¿Sí?
—Hace años… cuando tú…
—¿En qué les puedo servir? Bienvenidos a Luna’s Coffe.
Me sobresalté ante la voz de una chica, me giré para ver a la mesera con una sonrisa cordial. Nos guio hacia una mesa cerca a la ventana, hicimos el pedido y cuando ella se retiró asegurando que lo traería pronto, Nolan llamó mi atención.