Canción de aquelarre
¿Quién ves? ¿Quién es?
El embeleso de tu beso
Es travieso y está preso
Como avecilla en mi ventanilla interior:
¡Allí tengo su nocturno sabor!
Y como dictado está,
Enérgica es la hoz,
Alérgica soy ya a tu voz,
Efectos hacen tus defectos,
Y yo ya perdí el candor.
Las columnas se derrumban,
Se convierten en tumbas.
Castillo de naipes en los Alpes,
Un bastión de papel
Que no soporta los golpes,
Nieve en el destino a tropel deshojado.
La realidad sola se explica:
Séquito de picas,
Tréboles marchitos,
Ases malditos
Y la Reina de los Corazones Extraviados.
Mi liturgia han sido tus labios...
Azules labios en comunión...
Una procesión de besos en vasos sagrados
Que tengo guardados.
Soy una mantis...
In antis
En tu templo,
Antes solía ser un ejemplo.
Sé que a nadie importan ya
los reinos del pasado, pero
las angustias ajenas siguen siendo penas
y pequeñas grandes escenas.
Las reinas desvalidas
buscan castillos de naipes,
Ver los triunfos sobre columnas in antis,
Coronarse en praxis,
Provocar rencores, provocar sinapsis.
¡Reina en un idioma de desconocida sintaxis!
En el frontón derruido
Allí sigo yo,
Me yergo tamaña,
Una Minerva proterva.
Pero
Se encuentra descosido
Mi hilo de araña,
Posado sobre osados
Relieves de hazañas.
Las justas no asustan
A las adargas amargas
Que de gloria gustan.
Una suave claridad
Tiene de mí caridad,
Todavía me empeño;
Si no aprendo,
No me redimo:
La luz que prendo
Es la que estimo.
¿Quién ves? ¿Quién es?
Tu bruja, tu brújula, el destino es.