Aira
El sonido de la música sonaba intermitente, acompañando al compás de los danzantes. Una vez más, debían dar lo mejor de sí durante el ensayo porque la fecha de la competencia estaba a la vuelta de la esquina. Sin embargo, tal era la presión que se cernía sobre ellos, que tuvieron que parar la práctica para escuchar la llamada de atención de su profesor:
—¿Otra vez? Pero les dije que la formación horizontal debía ser para el otro lado, en línea recta, cuando se detenía la música y venía el intermedio, para saludar al jurado. —El hombre frunció el ceño, levantando la mano para cubrirse el rostro, a la vez que movía la cabeza con desesperación—. ¡Y esa no es una línea recta ni nada! Parece un zigzag, ¡por Dios!
El gesto de desazón era un denominador común entre todos los estudiantes.
—¿Y las mujeres? —gritó el profesor—. La mayoría están descoordinadas. ¿Tú, Pamela? ¿Qué sucede? Siempre das la vuelta antes de tiempo. ¿Y tú, Dina? Igual —Las aludidas bajaron la cabeza—. Y para remate, casi todas están todas estáticas. Les he dicho que deben mostrar más coquetería, más punche... ¡¿Qué les pasa?! Al comienzo iban bien, pero ahora... ¡Parece que estuvieran espantadas de sus parejas! —exclamó el hombre sin desconocer los motivos detrás de todo aquello.
‹‹Si yo formara parte de la coreografía principal, no me importaría tener que ser coqueta con esos zonzos, con tal de mejorar todo››, pensó Aira mientras se apoyaba en una de las paredes del patio.
—Tomen un receso y continuamos —añadió el profesor para luego retirarse hacia la pequeña mesa en donde estaba el equipo de música.
En el descanso, Aira le pidió a Xico que la acompañara al kiosko a comprarse unas bebidas.
—Esas huevonas van a malograr la presentación —se quejaba mientras pedía un jugo de durazno—. Hasta la zonza de la Caro, a quien le pregunté para que me ayudara en saber cómo reemplazarla bien, se hace la estrecha y me dice que nunca tiene tiempo.
—Ella nunca ha sido humilde —añadió Xico—. Siempre ha sido bastante competitiva en cuanto a las notas. Se anda fijando cuánto se saca la Vero y el nerd de Adolfo en las pruebas. Y cuando les gana, va gritando a todo el mundo que se sacó la nota más alta de la clase. Por eso le cae "chinche" a medio mundo.
—Pues supongo que sí. Pero pensé que sería más relajada en cuanto a la danza —dijo Aira mientras hacía un puchero.
Él negó con la cabeza.
—Tú no lo sabes porque no estuviste en las prácticas desde el comienzo, pero cuando le informó el "profe" que iba a ser de la luna, hay que ver cómo se puso—. Ella lo observó con una gran interrogante en el su rostro—. Se fue a quejar con su "vieja" de que cómo era posible que "alguien con su talento fuera relegada de esa manera".
Aira se rió sorprendida ante lo que oía.
—¿En serio?
—La firme. Su "vieja" habló con el Director y todo. Por poco sacan al "profe" Ramos por su culpa.
—¿Qué se cree la Caro...?
—La última Coca Cola del desierto. Ya tú sabes...
—Sí pues.
—¡La iba a cagar la huevona! Pero todos nos pusimos fuertes y dijimos que no queríamos que nos enseñara nadie más, que el profe será estricto y todo lo que tú quieras, pero si lo escogimos fue porque era el mejor. Aparte, de que ella era la más lenta del grupo, así que tenía el lugar que pedía.
—Sí que se pasó, ¿eh?
—Al final, nos hicieron caso y ella no le quedó más que tragarse su orgullo y ensayar en el puesto que le correspondía... Y así hubiera seguido, de no ser porque cierta persona —dijo a la vez que movía la cabeza, los ojos y la boca en dirección a ella— intervino y ahora debe estar con el ego por las nubes porque forma parte del elenco principal.
—¡Ay, no empieces! —Xico levantó las cejas y se encogió de hombros, al tiempo que se dirigía a la puerta—. Sabes bien que no tenía opción.
—Si tú lo dices...
Ambos cogieron sus refrescos y se dirigieron a una de las bancas del patio a descansar.
—¿Y si Caro ha dirigido una conspiración con las chicas para que bailen mal a propósito?