Melodías y Ambrosías [saga Poesías 2]

Capítulo 39: ♫ Paralelismos y Redes ♥

Aira

‹‹Se dice que a un hombre se le conquista por el estómago, ¿no? ¿O no?››

Se hallaba en la cocina leyendo el recetario que su abuela le había dejado. Le había preguntado a doña Gladys por los dos tipos de sopa que Rodrigo le había pedido. Al final, por lo fácil de su elaboración y lo nutritivo que parecía para un enfermo de gripe, se había decantado por la sopa de tomate. Y allí se hallaba, muy contenta y poniéndole todo el empeño del mundo para prepararla.

‹‹Sólo espero que a Rodri le guste››, pensó a la vez que empezó a cortar con minuciosidad la cebolla. No obstante, el entusiasmo le duró poco.

Una lágrima cayó sobre la verdura. Sus hermanas parecían correr con la misma suerte. Pero una mano de la fuente de la que provenían las detuvo.

El ardor que tenía en sus ojos le era imposible de soportar. Finalmente, decidió parar lo que estaba haciendo e ir en búsqueda de su abuela para que la ayudara.

Estaba acostumbrada a llorar, era verdad. Y en cierta manera el hacerlo la ayudaba a desahogar todas sus penas, como cuando lo había hecho durante la práctica de la danza. Sin embargo, ahora no quería llorar... lo que menos quería era eso. Necesitaba estar entusiasmada, vivaz y con muchos ánimos para ayudar a su "enfermito favorito", como había comenzado a bautizar a Rodrigo desde su charla el día anterior.

—Abuela... —dijo a la vez que se encaminaba hacia la señora.

La mujer de pelos canos se hallaba sentada en la mesa del comedor tratando, por enésima vez, que su nieto hiciera la tarea que le habían dejado en el preescolar. Sin embargo, Lucas hacía un puchero mientras se negaba a obedecerle aludiendo que solo haría su tarea en presencia de su madre.

—¡No la voy a hacer! ¡No, no y no! —gritó el niño levantándose de su silla.

Pero, al momento que se dirigía a su cuarto a jugar, fue detenido por su hermana mayor.

—Oe, mocoso. ¿A dónde diablos te vas?

—Quiero ver "Esto es Guerra".

Aira meneó la cabeza. Su hermanito se refería a un reality show que pasaba en el horario de la tarde en un canal local. Se caracterizaba por tener dos bandos conformados por modelos y actrices, quienes competían en diversos retos, y ventilaban sus vidas privadas y amoríos a la prensa para tener mayor enganche entre su teleaudiencia.

—¿Quién te ha dicho que puedes ver eso? Estás muy "chibolo", ¿no crees?

—Mi mami siempre me deja —añadió el niño para luego darle la espalda a ambas, pero su hermana le impidió seguir con su cometido.

—Pues mamá no está ahora con nosotros —dijo Aira retándolo.

El pequeño la miró con el ceño fruncido. Hizo un puchero y se puso las manos a la cintura.

—No importa. Mami siempre me deja ver "Esto es Guerra" y lo veré —dijo el niño, pero nuevamente fue detenido por su hermana mayor.

—Debes terminar tu tarea primero, ¿no crees?

—¿Pa' qué? Si mami dijo que ya no es necesario que vaya al colegio.

—Pero, hijito —agregó la señora acercándose a él—. Debes ir. Todavía no han acabado las clases. 

—Mami me dijo que estaba cansada de pagar mi pensión... —mencionó Lucas provocando que a Aira se le hiciera un nudo en la garganta—. Ella dijo que solo era una molestia, que... —Agachó la cabeza y comenzó a rascarse el pelo—. Le provoco muchos gastos y que preferiría que ya no estudiara más este año...

La abuela Gladys rodeó los ojos y meneó la cabeza. A Aira le pareció que algo iba a decir, pero se contuvo. Tuvo la idea de que en sus labios pudo leer "Mi hija nunca va a cambiar", pero se contuvo.

Una mirada sombría aquejó a su avejentado rostro. Aunque la mujer todavía no llegaba a los sesenta años, lo dura que había sido su vida —sobre todo en los últimos años— y ver cómo su única hija descuidaba a sus retoños en pos de de un destino con el que nunca estuvo de acuerdo, no la dejaba indiferente. Todo lo contrario. Había tratado en vano de que la madre de Aira dejara esa vida de juergas y de malas noches, encontrara un trabajo más acorde a una madre de familia, se asentara con una pareja estable y le dedicara más tiempo a sus hijos. No obstante, le aconsejara lo que le aconsejara a su hija, ésta hacía caso omiso a lo que le dijese. Y ahora, en una edad en la que ella tenía que descansar y solo vivir de la jubilación, tenía que fungir de niñera, aunque la paciencia y las fuerzas la abandonaran...



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En el texto hay: comediaromantica, amor, novelacontemporanea

Editado: 04.03.2019

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