|SÉPTIMO CAPÍTULO|
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La Sexta Carta: Antes de San Valentín.
13 de febrero de 2021.
Un poco más de la mitad de las chicas hacen halagos a tu persona.
La mayoría de esas no terminan de aceptar un no cómo respuesta hasta que tú seas el chico de ellas.
Otra pequeña parte de las anteriores, deciden hacer saber tus sentimientos a través de cartas que terminan en tu locker.
De verdad, mis ojos se abren cómo platos todos los años en los días de San Valentín. Tú siempre vienes con el aura tranquila, te diriges a tu casillero, y cuándo lo abres una ligera molestia cruza en tu rostro.
Varias cartas de color rojo, rosado y blanco caen a tus pies. En ese momento los murmullos de las chicas hacen eco en el pasillo: «Ahí está mi carta». «Creo que está si la contesta». «Hay muchas, pero la mía es muy llamativa».
El caso es que al final del día, votabas todas y cada una de las cartas al basurero. No te veías feliz recibiendo esa clase de atención y halagos de las chicas. No te veías bien, que todos estuvieran murmurando: «Debería agradecer que reciba atención, en lugar de ser un frío, tosco, grosero, arrogante y mal agradecido con las chicas».
Al principio, me alegraba no enviarte cartas en San Valentín, porque así no había oportunidad de que las votarás sin abrirlas.
Y una parte de mí, se sentía furiosa de que actúes así. Pensaba: «Ey, ¿Por qué en lugar de tomar todas las cartas furioso y botarlas a la basura, simplemente tienes más consideración con las dueñas de esas cartas y pides que no estás interesado en nadie?» Creía mil veces que eso era mejor a qué tirar a la basura las cartas frente a ellas. Pero luego, indague un poco más.
Me salté mi primera clase del 14 de febrero del año pasado, 2020, y fui al mismo basurero en el que dejaste las cartas. Haciendo eso, logré comprender tu enojo, no, logré sentir la fuerte decepción que probablemente ocasionó tu enojo esa mañana.
Y es que, es lindo recibir cartas de alguien cercano a nosotros en San Valentín. Esa parte no la discuto. Pero todas las cartas que estaban en el basurero, tenían algo en común.
Algo, que según yo, era el porqué de tu actuar.
Todas estaban muertas.
Todas fueron compradas.
Y algunas tenían tu nombre garabateado, a la prisa o porque de por sí la caligrafía nació chueca. Pero ninguna carta tenía algún mensaje de la persona que lo enviaba, o algo que mostrará que la carta estaba hecha con dedicación, con sentimientos de la persona en estás.
Todas, absolutamente todas, tenían tu nombre escrito con lapicero en alguna esquina. El resto de las cartas no estaba hecho por la persona que te lo enviaba.
Sólo habían comprado la tarjeta, colocado tu nombre «Marcos» en alguna esquina y eso era todo. Te daban cartas muertas de sentimientos o emociones.
Sí, la intención cuenta, pero tratándose de dar a conocer los sentimientos a otra persona..., se tiene que dar un esfuerzo extra. Demostrar que realmente nos importa la persona.
Y las cartas que siempre te llegaron, no lograron ese objetivo.
Lamento mucho, Marcos, que seas considerado un «mal agradecido» o un «grosero» por no querer conformarte con tan pocas muestras de cariño. Por querer algo más que tu nombre escrito en una de las esquinas de una tarjeta comprada.
Después de eso, logré entrar a clase de Diseño antes que la maestra llegará al salón. Me senté en una de las sillas más alejadas, saqué una de las hojas en blanco que siempre traigo conmigo y comencé a escribir hasta llegar hasta aquí.
Y aquí, también me refiero a un punto en mi manera de pensar.
Soy una adolescente de 16 años, estoy en una etapa de mi vida en la que no tendré oportunidad de revivir una segunda vez. Jamás. Tengo metas, aspiraciones, pero me falta valentía para arriesgar un poco o todo.
Y suena tan ridículo, no mucho en palabras, pero si me arriesgaré tengo que ver de lo que soy capaz de perder o ganar.
No puedo seguir siendo un fantasma en tu vida, sin que sepas de mí y mis sentimientos.
Entonces, comenzaré a arriesgar un poco:
Hoy, 13 de febrero del presente año (2021), colocaré estas 6 cartas en el interior de tu mochila. No mentiré, no me verás hacerlo, pero aunque no lo creas..., 6 cartas son mucho de escritura para mi mano derecha. Pero todas y cada una de ellas valdrán la pena, supongo.
No diré que las disfrutes, por qué no hay mucho de interesante en ellas. Pero, al menos, espero que no te aburras a la primera línea.
Puedo jurar que me tiembla la mano saber que está es la última carta que escribo pensando en ti, ahora dirigida a ti, por qué una parte de mí está arriesgando todo.
Lo que perdería: Que no muestres interés en mí persona aún después de leerme. Eso sería una fuerte decepción en la que ya estoy pensando.
Lo que podría ganar: Que muestres interés en saber quién soy. No, cómo Ice queen. Cómo soy sin ese pseudónimo.
Cualquiera de las dos, podré recordar más adelante esta etapa cómo la primera vez que me arriesgué.
Después de todo, somos adolescentes, somos los predestinados para caer y después aprender por la mala.
La última de,
Ice Queen.